Esto no es una guerra

Todo el mundo sabe lo que es una guerra y todos sabemos que esto no lo es. Sin embargo, Pedro S¨¢nchez, Emmanuel Macron y Donald Trump afirman que s¨ª, que esta es nuestra guerra. Tambi¨¦n lo escucho mucho en la tele y en los peri¨®dicos. Y es peligroso que se utilice esta met¨¢fora porque se trata de una imagen pol¨ªticamente inflamable y peligrosa. Crear un campo sem¨¢ntico en torno a la guerra, la pureza y el contagio es el virus m¨¢s da?ino para una democracia. Y se inocula a trav¨¦s de palabras que son capaces de atravesar pantallas y dispositivos. No hay aislamiento que nos libre del lenguaje. Por eso nos pasamos el d¨ªa hablando de una guerra que no es con unos datos de infectados y de muertos que tampoco son. Que no son ni de lejos. Pero eso ya da igual. Porque en las guerras, todo vale.

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Parad el mundo, que nosotros nos subimos

La vedad es que me siento bastante idiota cada vez que escucho a un l¨ªder var¨®n hablarme de guerra. Porque cuando todo esto empez¨® pens¨¦ que ahora s¨ª, que iba a quedar claro que los retos de la sociedad del futuro necesitan nombres nuevos. Y cre¨ª que ¨ªbamos a buscarlos. Pens¨¦ que la asistencia entre personas, la comunicaci¨®n, la gesti¨®n, la administraci¨®n, la tecnolog¨ªa civil y el pensamiento ser¨ªan m¨¢s necesarios que nunca, que lo son. Y supuse que esta crisis tendr¨ªa una sem¨¢ntica distinta puesto que se inscribe en una realidad nunca antes vivida. Sin embargo, ya est¨¢n los hombres de acci¨®n haciendo menos de los que esper¨¢bamos de ellos pero llenando nuestras conciencias de un discurso belicista. As¨ª es como consiguen que su ineficacia nos suene ¨¦pica y hasta gloriosa.

La crisis que vivimos empez¨® m¨¢s o menos pegada a los hechos. Empezamos hablando de empat¨ªa, de solidaridad y de todo tipo de profesionales relacionados en mayor o menor medida con una sola cosa: el cuidado. Necesitamos m¨¢s que nunca personal sanitario, teleoperadores, servicios sociales y de limpieza, transportistas y repartidores, reponedores, cajeros de supermercado, comunicadores, profesores, fil¨®sofos¡­ El virus impone la revoluci¨®n de una nueva sociedad del cuidado y el conocimiento. Eso es la realidad. Y podr¨ªamos estar inmersos en el campo sem¨¢ntico de la sociedad del care (cuidado en ingl¨¦s) que, por cierto, es mayoritariamente femenino. Sin embargo, estamos hablando de la guerra que es, adem¨¢s, el campo sem¨¢ntico de los hombres por excelencia. Un campo sem¨¢ntico que nos pone en peligro y nos dirige justo donde no queremos ir.

Necesitamos una sem¨¢ntica capaz de dar valor a la espera, a la confianza, a los cuidados, a todo lo que es femenino en esta sociedad, en esta crisis y en este siglo

Un d¨ªa dices tus dientes son como perlas y al siguiente llevas en la boca implantes cer¨¢micos. Un d¨ªa dices esto es la guerra y al siguiente hay gente pensando que en una situaci¨®n as¨ª, puede que la respuesta de una dictadura como la china sea m¨¢s eficaz que la meliflua receta europea. Porque, una vez en la trinchera, el ¨²nico objetivo razonable es ganar. Y hacerlo a cualquier precio. Por eso, cada vez que Pedro S¨¢nchez habla de guerra, Santi Abascal se da golpes en el pecho so?ando con las pr¨®ximas elecciones. Porque saldremos de casa, pueden creerlo y volveremos a votar. Y ese d¨ªa Santi nos recordar¨¢ que pol¨ªticos hay muchos pero que legionario solo uno. Qu¨¦ digo, puede que Abascal nos sepa a poco. Hitler tambi¨¦n sali¨® de una guerra, ya puestos a entrar en la l¨®gica belicista dominante. Pero qu¨¦ m¨¢s dar¨¢ una met¨¢fora que otra, dir¨¢n algunos. Total, como no hay apenas populismos ni movimientos de extrema derecha rondando, qu¨¦ importancia puede tener explicar el mundo con im¨¢genes b¨¦licas del siglo pasado o inventar una narrativa nueva que, ya de paso, nos incluya a todos y dibuje el mundo hacia el que queremos ir en vez del que queremos huir. Lo de Trump lo entiendo, porque sabe c¨®mo abonar a su electorado, pero lo de Europa no tiene perd¨®n. Y lo de S¨¢nchez no tiene nombre. Cada vez que usa la met¨¢fora de la guerra est¨¢ dando munici¨®n a sus enemigos pol¨ªticos, armados ya hasta los dientes de razones. Poco importa quien gan¨® en las urnas cuando la verdad est¨¢ en el campo de batalla.

La imagen del mundo del h¨¦roe (hombre) que va a la guerra y despu¨¦s regresa a casa y a la paz la llevamos encima desde Homero. Sin embargo, le¨ªmos mal aquella historia. La le¨ªmos con mentalidad de var¨®n, que es como hemos le¨ªdo todas las historias. Sin embargo, si Ulises pudo volver porque Pen¨¦lope lo esperaba en casa. Ella es el personaje her¨®ico, la que se enfrenta a Troya sin salir de casa, la que hace posible la memoria y el sentido, la que tiene ternura en las manos para responder a la violencia. Necesitamos una sem¨¢ntica capaz de dar valor a la espera, a la confianza, a los cuidados, a todo lo que es femenino en esta sociedad, en esta crisis y en este siglo. Y con femenino no quiero decir mujeres. Quiero decir mujeres y hombres decididos a abandonar de una vez por todas la sem¨¢ntica del conflicto y del enfrentamiento. Todas y todos somos Pen¨¦lope estos d¨ªas. Todos en casita esperando, entendiendo, confiando, deseando que los l¨ªderes gestionen, prevean, cuiden, amparen, organicen. Y ellos, como siempre, contando batallitas.