?Por qu¨¦ no jugamos ahora que estamos confinados?
Cambiar los papeles en la pareja, buen¨ªsima terapia durante la cuarentena
Cambiar de papel. Disfrazarse. Jugar. Hacer de la cama una escapatoria a esta situaci¨®n asfixiante en la que, en pareja o solos, no nos queda otra que vivir, como m¨ªnimo, las pr¨®ximas semanas. ?Jugamos a algo?
Partamos de la base de que los psic¨®logos y sex¨®logos recomiendan encarecidamente, desde antes de que el mundo estallara, que introduj¨¦ramos elementos nuevos en nuestras relaciones sexuales. Sobre todo las parejas de largo recorrido, pero, tambi¨¦n forma parte de las supuestas aventuras en las que nos embarcamos con nuevas parejas. Despu¨¦s de llevar m¨¢s de 15 a?os acost¨¢ndote con la misma persona, ya te lo sabes todo de ella. Por eso, quiz¨¢s, jugar a cambiar los papeles pueda ayudarnos a pasar esta cuarentena. Llevamos tres semanas y apunta a que la situaci¨®n pueda prolongarse m¨¢s. Pong¨¢monos c¨®modos y atrev¨¢monos.
Lorena lleva m¨¢s de veinte d¨ªas encerrada con su esposo, con el que no tiene hijos y al que, antes del encierro, ve¨ªa lo justo: "Entre su trabajo, el m¨ªo, el spinning, el yoga, el crossfit, la salida en bici con los amigos, nuestra agenda era m¨¢s bien complicada. Pero hemos descubierto un peque?o truco". En su caso, aprovecharon dos realidades de la situaci¨®n: "Que nos aburrimos y que hasta el Ministerio de Sanidad desaconseja el consumo de alcohol durante el confinamiento". No s¨¦ en su barrio, pero la cerveza ha subido en todos los supermercados en los que me abastezco y, seguro, ha sido por la demanda. El caso es que, en una de esas, de alcohol y aburridos como ostras, Lorena y su pareja empezaron con las confesiones. Y dijeron con qui¨¦n les habr¨ªa gustado quedar encerrados, aunque fuera solo para un ratito: "Nos lo contamos todo, por turnos, muy civilizados: la secretaria nueva del gimnasio, Fernando el vecino del sexto de nuestra casa antigua, una dominatrix, un bombero, la profesora de guarder¨ªa de mi sobrino, un gigol¨®¡ As¨ª qued¨® la cosa".
Lo que ocurri¨® a partir de entonces, ha supuesto un cambio de personaje en el que no hab¨ªan ca¨ªdo hasta quedar confinados y aburrirse de verse las caras: "Ese jueves, Fernando (el vecino) me empotr¨® en el sof¨¢, el viernes mi marido se lo hizo con una dominatrix, el s¨¢bado contrat¨¦ un gigol¨® que se lo hizo todo conmigo, el domingo una profesora de spinning se dej¨® meter mano y bajar el maillot en los vestuarios, el lunes un bombero me salv¨® del incendio que se me estaba montando entre las piernas, el martes con gafas y su bata de clase, la profesora de guarder¨ªa hizo una felaci¨®n en el pasillo".
Masturbarse delante del ordenador disfrazada de can-can
Montarse la pel¨ªcula es factible est¨¦s con quien est¨¦s. Aunque ni lo huelas. "En mi caso", reconoce Isabel, en pareja, pero con su novia viviendo en otro apartamento. "Tiramos de tecnolog¨ªa. Pero para montar performance, m¨¢s all¨¢ del sexteo, que est¨¢ muy bien, algo habitual cuando trabajas viajando. Este encierro ha provocado que mi novia y yo hagamos llamadas en Skype actuando cual cabareteras la una para la otra". Esta reportera de televisi¨®n, confinada en su casa, con su programa fuera de la parrilla por motivos obvios, reconoce que esta puesta en escena la alivia: "Empezamos a conocer a los que se mueren. A mi madre le he prohibido que me llame al fijo porque no estaba acostumbrada a su sonido. Para ella era recuperar el saber que estoy en casa, pero para m¨ª era el suplicio de que puedan darme malas noticias. No tengo programa, soy aut¨®noma, claro que lloro con mi chica al otro lado, pero el d¨ªa que me consol¨® record¨¢ndome lo guapa que me vest¨ª en el ¨²ltimo Carnaval de C¨¢diz, decid¨ª que necesitaba verme as¨ª de nuevo. Terminamos masturb¨¢ndonos delante de la c¨¢mara de nuestros ordenadores, vestidas de can-can, que fue nuestro disfraz, grit¨¢ndonos que nos quer¨ªamos. Fue una descarga brutal de adrenalina".
Las fantas¨ªas sexuales son maravillosas en cualquier situaci¨®n, cumplirlas o no, depende de cada uno. Como escape, en el confinamiento, pueden ayudarnos. Nunca antes nos hab¨ªamos visto en una situaci¨®n as¨ª. Ni en la mejor de las teleseries imaginamos encerrarnos en casa durante m¨¢s de un par de d¨ªas. Y ocurri¨®. La libido de la mayor¨ªa de los habitantes del planeta se ha estrellado a cuenta del coronavirus. Por eso cuesta poco intentarlo. Tenemos tiempo. Nos aburrimos. Este encierro va a marcar nuestras vidas, las de todos. Intentemos que nuestra salud sexual no se deteriore m¨¢s de lo estrictamente necesario por estar separados de las personas que amamos o, al contrario, todo el d¨ªa pegados. ?Jugamos ahora que estamos confinados?
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