La otra pandemia

Lo que uno no se explica es que, viviendo en un pa¨ªs con 46 millones de expertos en pandemias, hayamos llegado a esta situaci¨®n. En un pa¨ªs en el que todo el mundo sab¨ªa lo que se nos avecinaba con d¨ªas y hasta semanas de antelaci¨®n, no se comprende que nadie advirtiera a las autoridades sanitarias para que tomaran las medidas oportunas para protegernos. Que las autoridades sanitarias no tengan ni idea de virus no nos justifica al resto (carpinteros, fontaneros, escritores, periodistas, abogados, ingenieros de caminos¡­) no haberlas tomado por nuestra cuenta.

Tampoco se comprende bien que, sabiendo como sabemos todos lo que hay que hacer a cada momento, no solo ante una pandemia, sino ante cualquier problema, elijamos siempre para que lo hagan por nosotros a los m¨¢s ineptos. Da igual cu¨¢l sea el Gobierno; siempre es el m¨¢s incapaz, el m¨¢s impresentable y el m¨¢s torpe. La oposici¨®n, en cambio, siempre est¨¢ m¨¢s preparada; lo que no se comprende bien es por qu¨¦ no la elegimos para gobernar. Debe de ser que la poblaci¨®n vota siempre lo contrario de lo que querr¨ªa.

Desde hace tres semanas, Espa?a entera se ha convertido en un hospital, pero no tanto por la saturaci¨®n de enfermos en ellos, sino por la de los medios de informaci¨®n y las redes sociales de opiniones y consejos sobre el coronavirus. Quien m¨¢s, quien menos, todos tenemos una opini¨®n autorizada sobre la enfermedad, lo que significa que hay tantas opiniones como personas. Y lo mismo sucede con la estrategia seguida por el Gobierno para combatirla. Todos lo habr¨ªamos hecho mucho mejor que ¨¦l, puesto que todos somos expertos en epidemiolog¨ªa y en gesti¨®n de crisis.

Llegados a este punto, lo que deber¨ªamos es plantearnos mudarnos a otro pa¨ªs donde el Gobierno act¨²e como debe ser. A Italia no, porque el suyo lo ha hecho a¨²n peor que el nuestro (hay m¨¢s muertos, por lo menos). A otros pa¨ªses europeos tampoco, puesto que todos hacen lo mismo que el italiano y el espa?ol con m¨ªnimas diferencias. Al Reino Unido ni se nos ocurra; no nos quieren como vecinos y menos ahora. A Estados Unidos nadie lo aconseja ya (es el pa¨ªs con m¨¢s contagios del mundo), y a Sudam¨¦rica, ?frica, Asia y Ocean¨ªa, igual. ?Qu¨¦ nos queda? Pues, salvo Corea del Norte, de la que no se tienen noticias, nada. Pero tampoco aconseja uno ir a vivir all¨ª a menos que se est¨¦ muy desesperado. Antes viajar a la Luna o a Marte, aunque solo sea con la imaginaci¨®n.

El Gobierno espa?ol ha hecho muchas cosas mal, seguro, pero dudo de que otro las hubiera hecho mejor, pese a lo que la oposici¨®n diga ahora desde la barrera. La excepcionalidad y la virulencia de la pandemia del coronavirus hubieran cogido por sorpresa a cualquier Gobierno, fuera el que fuera, como les ha cogido a otros de todo el planeta. Por supuesto que la oposici¨®n est¨¢ para controlar la acci¨®n del Gobierno y que todos podemos opinar tambi¨¦n sobre ella, faltar¨ªa m¨¢s, pero de ah¨ª a creernos especialistas en materias tan complejas como la epidemiolog¨ªa, la econom¨ªa o la gesti¨®n de un Estado en tiempos de crisis hay una gran distancia. La que va de la opini¨®n al cu?adismo, esa enfermedad social que amenaza con ser tan da?ina como la del coronavirus, pues la ¨²nica medicina que la combate, que es la prudencia, escasea tanto o m¨¢s que los respiradores en los hospitales.