Estructuras min¨²sculas
?Cu¨¢l ser¨ªa el nivel de mortalidad del coronavirus en un mundo en el que no existieran macroestructuras como el capitalismo?
De unas palabras atribuidas a Dem¨®crito, el bi¨®logo franc¨¦s Jacques Monod extrajo el t¨ªtulo principal de su extraordinario libro El azar y la necesidad. Ensayo sobre la filosof¨ªa natural de la biolog¨ªa moderna. La cita completa atribuida al fil¨®sofo de la sonrisa es la siguiente ¡°Todo cuanto existe es fruto del azar y la necesidad¡±. M¨¢s all¨¢ de discutir la relevancia de la cita en la situaci¨®n actual, me gustar¨ªa regresar a los pasajes m¨¢s inquietantes del libro de Monod que me introdujeron a la apasionante discusi¨®n sobre si los virus son o no seres vivos. Se sabe que son entidades biol¨®gicas constituidas con material gen¨¦tico que infectan c¨¦lulas donde se reproducen m¨²ltiples copias de estos entes. Los virus son tan peque?os que la mayor¨ªa de ellos no pueden ser observados por microscopios ¨®pticos comunes. Son estructuras min¨²sculas que transitan el mundo de lo inerte y lo vivo. Durante la historia de la humanidad, y antes incluso de ser descubiertos, han puesto en crisis y han revelado el funcionamiento de macroestructuras de otra naturaleza. El nuevo coronavirus que ha provocado en el mundo una pandemia de la Covid-19 muestra la radiograf¨ªa de una gigantesca estructura socioecon¨®mica como es el capitalismo en el que los segmentos de la poblaci¨®n oprimidos son terriblemente vulnerables a los estragos de esta enfermedad: las comunidades con poco acceso al sistema de salud, personas que no pueden cumplir con las medidas de prevenci¨®n por sus condiciones econ¨®micas o personas migrantes en fronteras en las que es usual la violaci¨®n de sus derechos humanos elementales. Por otro lado, los informes oficiales reportan que, adem¨¢s de las personas de la tercera edad, quienes padecen diabetes, hipertensi¨®n u obesidad son especialmente vulnerables a este nuevo ente min¨²sculo. Un porcentaje considerable de las muertes por la Covid-19 en M¨¦xico est¨¢ relacionado con estas condiciones. Para 2015, se calcul¨® que aproximadamente 415 millones de personas en el mundo padec¨ªan diabetes y su r¨¢pido posicionamiento como una de las diez enfermedades que m¨¢s mortandad ha causado en las ¨²ltimas d¨¦cadas est¨¢ fuertemente condicionado por el consumo de productos alimenticios industrializados. El capitalismo como estructura macro ha creado entonces sus propios segmentos vulnerables a la estructura micro del nuevo virus que amenaza nuestros debilitados sistemas inmunol¨®gicos, previamente minados por el consumo de comida procesada que la publicidad vende como deseable. En contraste, en las grandes urbes la llamada comida org¨¢nica se va convirtiendo en un art¨ªculo de lujo al que no pueden acceder las personas en condiciones de pobreza. Un peque?¨ªsimo virus se anida en las estructuras corro¨ªdas ya por los megasistemas sociales que ordenan el mundo; en much¨ªsimos casos, el virus se multiplica, infecta y destruye aquellos cuerpos que previamente han sido expuestos, debilitados y pauperizados por el macro-sistema capitalista.
Seducidos por las estructuras macro hemos cre¨ªdo tambi¨¦n en la imposibilidad de su desaparici¨®n, las hemos declarado imprescindibles. Las narrativas sobre la historia del mundo, y en particular de los estados nacionales, han puesto el ¨¦nfasis en los hitos que explican la creaci¨®n de macrosistemas sociales, el paso de las sociedades n¨®madas hacia sociedades agricultoras que frecuentemente es explicado como una condici¨®n importante para la existencia de la estratificaci¨®n social que se decantar¨¢ despu¨¦s en ciudades Estado que pueden a continuaci¨®n parir imperios osociedades esclavistas que disponen de mano de obra para hacer grandes pir¨¢mides de las cuales sentirnos orgullosos, grandes civilizaciones que construyen edificacionescolosales que son narradas en muchas ocasiones como parte de los antecedentes hist¨®ricos de las macro-estructuras sociopol¨ªticas actuales por excelencia: los estados nacionales. El imperio mexica, sus glorias y sus edificaciones, se narran entonces como parte de La Historia de M¨¦xico. El desarrollo de una clase gobernante se marca como un signo de desarrollo en ese devenir positivista de la historia que nos han ense?ado a desear; la estratificaci¨®n social se enuncia como una condici¨®n necesaria para que las sociedades hayan dejado de ser simples aldeas a convertirse en ciudades estado en los albores de la historia en distintas partes del mundo. Celebramos el camino hacia la construcci¨®n de las macroestructuras sociales. Sin embargo, al lado de las anchas avenidas por las que desfilan los grandes pasajes de la historia de las sociedades mega-estructuradas, han existido siempre estructuras socialesmin¨²sculas: comunidades, aldeas, pueblos que renunciaron a la estratificaci¨®n social en el camino del desarrollo lineal de las civilizaciones, pueblos n¨®madas que no han renunciado a serlo, sistemas sociales que han gestionado la vida en com¨²n alejados de los grandes centros de civilizaci¨®n y cuya existencia a veces ni siquiera ha sido registrada por la historia.
Esta pasi¨®n por lo macro nos impide atisbar otras posibilidades, esta pasi¨®n por lo macro nos lleva a pensar que una mega estructura con un poder central como lo es el Estado mexicano no puede dejar de existir. Este encandilamiento por lo macro provoca que, cuando hablo de las posibilidades de autogesti¨®n y de sociedades basadas en el apoyo mutuo y la reciprocidad, muchas veces reciba respuestas que enfatizan que eso puede funcionar en peque?as aldeas como en la que habito yo, en peque?as comunidades ind¨ªgenas o pueblitos rurales, pero que jam¨¢s funcionar¨ªa para una gran urbe como Ciudad de M¨¦xico. Respondo entonces invitando a realizar un artilugio en la imaginaci¨®n: pensemos en Ciudad de M¨¦xico como un conglomerado de estructuras min¨²sculas autorreguladas basadas en la autogesti¨®n y la reciprocidad que establecen alianzas con otras m¨²ltiples estructuras min¨²sculas para resolver necesidades y problemas concretos cuando as¨ª sea el caso. Supongamos, por suponer, en asambleas de barrios que regulan la vida en com¨²n de las familias vecinas que, cuando es necesario, colaboran con otros barrios aut¨®nomos. Bajo esta lente, Ciudad de M¨¦xico no se narrar¨ªa entonces como una gran estructura inevitable si no como una red de estructuras min¨²sculas que reconfiguran sus alianzas cuando es necesario (por ejemplo, para producir o intercambiar insumos m¨¦dicos en medio de una pandemia) pero que gestionan la vida en com¨²n en unidades-barrio, unidades-colonias, unidades aut¨®nomas. Podemos ir m¨¢s all¨¢, pensemos el mundo no como la suma de los estados nacionales como mega estructuras sociopol¨ªticas que han parcelado el mundo y establecido fronteras con poderes centrales, si no como un conglomerado cambiante, colaborativo y adaptable de estructuras sociales min¨²sculas,como lo es mi comunidad, en donde el funcionamiento de la asamblea se constituye como una fuerza que act¨²a en contra de la creaci¨®n de una clase gobernante y que posibilita que un profesionista, un campesino, un profesor de preescolar o un carpintero puedan participar como integrantes del gobierno comunal por un tiempo determinado, concluido el cual, ser¨¢n sustituidos.
Ante los sistemas de opresi¨®n, las estructuras min¨²sculas son las que mejor han resistido y posibilitado la vida. Con la destrucci¨®n de las estructuras macros de los grandes se?or¨ªos mesoamericanos despu¨¦s del establecimiento del orden colonial espa?ol, quienes sobrevivieron crearon, en muchas partes de este territorio, estructuras micro relativamente aut¨®nomas basadas en el funcionamiento del apoyo mutuo, de la autogesti¨®n y de eso que el antrop¨®logo mixe Floriberto D¨ªaz y el antrop¨®logo zapoteco Jaime Luna han llamado ¡°comunalidad¡±. Lejos de los grandes momentos y monumentos hist¨®ricos de estos 500 a?os, nuestras estructuras micro han ido resistiendo a la opresi¨®n de los sistemas macro como el colonialismo o la creaci¨®n del Estado Mexicano, nuestras estructuras micro han defendido el territorio y los bienes comunes, en nuestras estructuras min¨²sculas hemos hecho posible la vida a pesar de que los sistemas macro con poderes centralizados y clases gobernantes nos han provisto de muerte y, casi en el silencio que la historia no registra,hemos reproducido nuestras culturas y pueblos, a pesar de todo. Con esta experiencia relaciono la frase que aparece en el texto creado por el Indigenous Action Media: Repensando el Apocalipsis: Un manifiesto ind¨ªgena antifuturista cuyo post scriptum reza: ¡°nuestraorganizaci¨®n fue celular, no requiri¨® de movimientos formales¡±. Desertemos pues de la formalidad de lo macro y organicemos el mundo en estructuras celulares.
A pesar de la fascinaci¨®n que nos han inoculado por las macroestructuras, hemos de aceptar que su funcionamiento es poco compatible con la construcci¨®n de sociedades m¨¢s equitativas basadas en la autogesti¨®n y el apoyo mutuo. El Estado naci¨®n como macroestructura se pone en crisis y responde mal cuando se trata de garantizar nuestra vida en medio de una pandemia porque no puede, por definici¨®n,personalizar el cuidado. Pienso en cambio en los efectos que una estructura biol¨®gica min¨²scula como el nuevo coronavirus tendr¨ªa en un mundo en donde las estructuras macro como el capitalismo y los estados nacionales no hubieran creado segmentos vulnerables como los migrantes en fronteras asesinas, las personas que no pueden seguir las recomendaciones sanitarias en medio de la pobreza extrema, personas a las que el capitalismo no les hubiera vendido comida industrial que se convirtiera en diabetes mellitus. Pienso en un mundo de estructuras min¨²sculas solidarias donde la alimentaci¨®n y la calidad de los alimentos se hubiera gestionado de una manera m¨¢s justa y org¨¢nica, donde el cuidado de las personas mayores estuviera m¨¢s colectivizado, donde el nacionalismo que requisa insumos m¨¦dicos necesarios para hacer frente a la pandemia y los niega a los dem¨¢s por pertenecer a otro Estado naci¨®n y que cierra fronteras a migrantes simplemente no existiera. ?Cu¨¢l ser¨ªa el nivel de mortalidad de la micro estructura del virus en un mundo en el que no existieran macro estructuras como el capitalismo? Ante la pandemia, los cuidados y los problemas a los que nos enfrentamos se pueden gestionar comunalmente en estructuras min¨²sculas que entren en relaciones solidarias y de cooperaci¨®n con otras estructuras micro bajo el lema que escuch¨¦ por primera vez en boca dela ecofeminista hind¨² Vandana Shiva pero que lleg¨® a ella de tiempo atr¨¢s: piensa global, act¨²a local. Y nuestro locus es lo min¨²sculo.
En El Libro de Daniel, el rey Nabucodonosor, monarca de un gran imperio, narra un sue?o inquietante: aparece una gran estatua constituida por distintos materiales, la cabeza es de oro, el torso es de plata, la cadera de bronce, las piernas son de hierro y los pies son de barro, una piedra cae rodando hacia los pies de la estatua que al estar hechos de material d¨¦bil provocan la ca¨ªda de la estatua completa a pesar de que el resto est¨¢ hecho de materiales m¨¢s s¨®lidos. Los estados nacionales son ¨ªdolos con pies de barro que tambalean al chocar con una peque?a piedra, una peque?a estructura que habita entre lo vivo y lo muerto. Una piedra que se magnifica en pandemia en la c¨¢mara de eco que es el capitalismo. La resistencia ser¨¢ min¨²scula. Algunos extra?ar¨¢n tal vez la cabeza de oro del ¨ªdolo o las grandes edificaciones construidas sobre trabajo esclavo, pero nos quedar¨¢ la vida porque, como dice un verso en el poemario Una ballena es un pa¨ªs de Isabel Zapata: lo min¨²sculo siempre se resiste.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.