De invento de Hitler a precursora de la Barbie: una historia (te¨®rica) de la mu?eca hinchable
?Invento de marineros? ?Creaci¨®n del mismo Hitler? Las leyendas sobre el nacimiento de este admin¨ªculo son multiples. Casi todas, mentira
Eso de que la realidad no te estropee una buena historia es la mejor coartada para leyendas urbanas como la que afirma que Hitler ser¨ªa, en ¨²ltima instancia, el inventor de la mu?eca hinchable. Empecemos por el principio. Abstenerse esc¨¦pticos.
Los or¨ªgenes de este juguete sexual se remontan a un tiempo impreciso. Se cuenta que los marineros las llevaban en sus largas traves¨ªas. Eran las dames de voyage (damas de viaje), mu?ecas con formas femeninas hechas de tela o de cuero. Pero el rastro m¨¢s claro lo encontramos en los a?os cuarenta en la Alemania nazi. Parece que bajo el Proyecto Borghild, los nazis idearon una mu?eca de apariencia aria para mantener a las tropas alejadas de las enfermedades ven¨¦reas, en especial la s¨ªfilis, no fuera a ser que se repitiera el ejemplo napole¨®nico. Resulta c¨®mico imaginar todo un ej¨¦rcito recorriendo medio mundo con mu?ecas hinchables en las mochilas, pero lo cierto es que nunca sucedi¨®. Fue una invenci¨®n del tabloide alem¨¢n Bild que, gracias a Internet, ha ido reproduci¨¦ndose una y otra vez hasta alcanzar la categor¨ªa de bulo factible.
Aunque en The sex doll: A History (La mu?eca hinchable: una historia) se recoge este jugoso chisme, el autor del libro, Anthony Ferguson, sit¨²a el origen de las mu?ecas sexuales a mediados de los cincuenta, tambi¨¦n en Alemania. Se trata de la versi¨®n pl¨¢stica de Lilli, un personaje de c¨®mic alem¨¢n creado por Reinhard Beuthien que representaba el ideal sexual teut¨®nico y sol¨ªa aparecer en las p¨¢ginas del Bild Zeitung. Ligueros, saltos de cama¡ Los looks de la mu?eca de unos 30 cent¨ªmetros dejaban claro que su p¨²blico no era precisamente el infantil. Se vend¨ªa a los caballeros en los bares del barrio rojo de Hamburgo a modo de broma picante. Aunque Lilli no era una mu?eca de penetraci¨®n s¨ª era una caricatura pornogr¨¢fica.
La que no debi¨® enterarse de todo esto fue Ruth Handler, cofundadora de Mattel, quien en alguno de sus viajes por Alemania se hizo con una de estas Lilli Dolls para su hija. A su regreso a EE UU la redise?¨® convirti¨¦ndola en¡ Barbie. Desde entonces, la mu?eca sexual ha crecido de tama?o, alcanzando un grado de perfecci¨®n y personalizaci¨®n que provoca escalofr¨ªos. Y no siempre de placer.
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