El pacto y sus enemigos
Se necesita una mayor¨ªa para una nueva etapa. Y ya sabemos que PP y Vox la boicotearan, salvo que parte de los poderes que ellos representan adviertan el riesgo
Basta con mirar al cielo. El que vea pasar un avi¨®n que avise. Un mundo en aceleraci¨®n ha colapsado, virus mediante. Los momentos de crisis son muy dados a la melancol¨ªa. Y en el desv¨¢n de las reliquias de la transici¨®n aguardaban los Pactos de La Moncloa en que una generaci¨®n pact¨® su futuro. Distinto era el momento, distinto era el pa¨ªs, distintos eran los protagonistas, distintas eran las ilusiones y los miedos. Eran tiempos de improvisaci¨®n. De tel¨®n de fondo operaba el ruido de sables que condicion¨® la Transici¨®n, hoy su lugar lo ocupa la tentaci¨®n autoritaria que gana enteros en el mundo.
Los Pactos de La Moncloa fueron un acuerdo econ¨®mico y social de acompa?amiento de un proceso local: la construcci¨®n de un Estado democr¨¢tico. Ahora se trata de la reconstrucci¨®n econ¨®mica, pol¨ªtica y social de un pa¨ªs que ¡ªcomo el mundo entero¡ª ha sufrido un par¨®n brusco e inesperado que evidencia la vulnerabilidad de una econom¨ªa globalizada que ha roto la idea de l¨ªmite. ?Pactar para qu¨¦? Para poner en marcha la econom¨ªa, para evitar una cat¨¢strofe social y para reiniciar el sistema democr¨¢tico, sometido a un r¨¦gimen de excepci¨®n que ha supuesto la abolici¨®n de libertades b¨¢sicas.
?Es viable recuperar la cultura del pacto m¨¢s all¨¢ de la urgencia sanitaria? La gesti¨®n de esta crisis por parte del Gobierno espa?ol ha estado cargada de dudas y vacilaciones, pero no muy distintas de las que se han visto en la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos. Sin embargo, las encuestas dicen que Pedro S¨¢nchez es el presidente que menos ha capitalizado el efecto de protecci¨®n que acostumbra a acercar a la ciudadan¨ªa al que gobierna. ?Por qu¨¦? Por falta de autoridad, fruto de los bandazos que ha ido dando estos dos ¨²ltimos a?os y de una comunicaci¨®n manifiestamente plana. Y por la fractura pol¨ªtica del pa¨ªs: con la ampliaci¨®n de la brecha entre derecha e izquierda y con el conflicto catal¨¢n, hibernado como todo, pero que sigue supurando. Los tab¨²s y los resentimientos pesan en la opini¨®n p¨²blica.
Unos Pactos de La Moncloa pod¨ªan ser agua bendita para Pablo Casado: la posibilidad de liquidar definitivamente el programa del Gobierno de coalici¨®n, sepultado por el gran par¨®n. Ni una concesi¨®n. Casado quiere guerra. Lleva ya demasiadas semanas reprimi¨¦ndose y sue?a en oto?o como momento para ir a por el Gobierno. Leyendo documentos de la FAES queda muy claro que la tarea del PP es alinearse con los que creen que hay que cambiar lo indispensable para que no cambie nada. Es decir, con los que se niegan a reconocer los efectos devastadores de una aceleraci¨®n sin l¨ªmites que rompe a las sociedades. Se necesita una mayor¨ªa para una nueva etapa. Y ya sabemos que PP y Vox la boicotearan, salvo que parte de los poderes que ellos representan adviertan el riesgo.
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