Lo que nos ense?a la vida en un submarino
Los v¨ªnculos personales afloran con m¨¢s intensidad cuando se convive en un confinamiento. Para protegerlos nos puede servir la experiencia de los tripulantes de los barcos sumergibles
Los v¨ªnculos personales afloran con m¨¢s intensidad cuando se convive en un confinamiento. Para protegerlos nos puede servir la experiencia de los tripulantes de los barcos sumergibles
Llevamos varias semanas confinados y el tiempo se nos hace eterno. Comenzamos realizando un sinf¨ªn de actividades, pero, poco a poco, nos han hecho mella las noticias, las p¨¦rdidas y el agotamiento. En estas circunstancias, las emociones inc¨®modas, como el enfado, el hast¨ªo o el miedo, tensan las relaciones familiares. La historia no es nueva, ya sucedi¨® en Wuhan, la ciudad china donde los expertos sit¨²an el origen del coronavirus. Tras dos meses de encierro, cuando las autoridades levantaron el confinamiento, el n¨²mero de divorcios experiment¨® un aumento nunca antes visto.
Tiene su l¨®gica. Las dificultades en las relaciones personales afloran con m¨¢s intensidad cuando se convive en casas peque?as, sin la posibilidad de salir a la calle. Sin embargo, existe una alternativa: aprender de los profesionales de la Marina Mercante, de los miembros de la Armada, de los pescadores de altura y, en especial, de los tripulantes de los submarinos, que permanecen aislados durante meses. Para convertirse en submarinista hay que completar una formaci¨®n espec¨ªfica de un a?o. Durante ese tiempo, el candidato valora, entre otras cosas, si es capaz de vivir en un habit¨¢culo de 100 metros cuadrados durante ocho semanas seguidas con una ¨²nica ducha y dos retretes que utilizan cada uno de los 70 tripulantes.
¡°No hay ventanas y no sabemos si llueve o hace un sol precioso¡±, explica Ricardo Poblaciones, capit¨¢n de Fragata, despu¨¦s de 13 a?os navegando en submarinos. Para vivir en ese espacio deben seguir unas normas b¨¢sicas. Una experiencia de la que podemos aprender para cuidar de nuestras relaciones familiares durante las semanas que dure el confinamiento.
Lo primero de todo es aprender las rutinas sencillas. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, necesitamos incorporar actividades que se repitan. Por eso, para sobrellevar mejor el encierro debemos vestirnos con ropa diferente del pijama durante el d¨ªa, hacer la cama, aplaudir a las ocho de la tarde y dedicar un tiempo al trabajo y otro al ocio, aunque sean unos minutos (sobre todo en hogares donde hay que cuidar a otros). Debemos incorporar tambi¨¦n el deporte. En los submarinos, por ejemplo, apenas se camina 30 metros en un d¨ªa, pero desde hace a?os se anima a la tripulaci¨®n a que hagan estiramientos o ejercicios est¨¢ticos. El objetivo no es solo mantener el cuerpo, sino tambi¨¦n la mente.
El segundo paso supone marcarse objetivos diarios, pero que est¨¦n al alcance de nuestra mano. Al igual que la mente necesita una rutina, tambi¨¦n es importante que tenga retos. Pueden ser f¨¢ciles, como intentar una nueva receta de cocina, llamar a un grupo de amigos, terminar un libro o una serie. Los desaf¨ªos focalizan nuestra mente y nos obligan a poner atenci¨®n en aquello que depende de nosotros mismos, no a pensamientos que nos erosionan. En tercer lugar, debemos seguir la regla del hoy por ti, ma?ana por m¨ª. Los confinamientos provocan que vivamos las emociones de un modo m¨¢s intenso. No es de extra?ar que cuando pasan unas semanas, si el tiempo nos pesa, nos volvamos m¨¢s susceptibles y quisquillosos. Todo nos molesta y saltamos a la primera de cambio, lo que provoca aut¨¦nticas espirales en las relaciones personales. Para evitarlas, en la convivencia diaria de los barcos o de los submarinos, impera esta m¨¢xima, el hoy por ti, ma?ana por m¨ª. Gracias a ella se asume que no siempre se tiene la raz¨®n y que hay ocasiones en las que toca ceder.
El cuarto paso es aumentar la flexibilidad hacia uno mismo y hacia el resto. Aunque los tripulantes deciden la experiencia y la viven como un trabajo, en los hogares necesitamos un poco de flexibilidad en las exigencias diarias. Si tenemos hijos en edad escolar, es muy dif¨ªcil que sigan el ritmo habitual de estudios y de deberes, aunque tengan clases online. Lo mismo sucede con el teletrabajo. Si no estamos acostumbrados o si no contamos con las condiciones id¨®neas, no vamos a rendir al 100%. Son momentos dif¨ªciles para muchos y hay que aceptar la situaci¨®n. En quinto y ¨²ltimo lugar, debemos encontrar espacios de convivencia donde todos se sientan importantes. Para que haya armon¨ªa en una casa, cada uno de sus miembros debe sentirse reconocido. En los barcos y submarinos espa?oles, portugueses o italianos, por ejemplo, un lugar de encuentro habitual es la cocina, donde no es extra?o que se ayude a preparar la comida. En casa podemos fomentar juegos de ocio compartido, donde de manera alternativa cada uno sea el responsable de proponerlo. O crear responsabilidades a la hora de preparar el almuerzo o la cena. De ese modo, todos se sienten importantes.
Un entorno confinado es tambi¨¦n una oportunidad para aprender, para reflexionar y para crecer como persona. Si se contempla de este modo, se puede vivir de manera m¨¢s amable o, como reconoce Ricardo Poblaciones: ¡°Me gusta trabajar en un submarino por la sensaci¨®n de familia que se crea. En un espacio tan sofisticado tecnol¨®gicamente hablando, las relaciones que realmente importan son las humanas¡±. Aprovech¨¦moslo tambi¨¦n en nuestros hogares. ¡ªeps
Pilar Jeric¨® es coordinadora del blog Laboratorio de felicidad, de EL PA?S.
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