Am¨¦rica Latina frente a la geopol¨ªtica de la incertidumbre
El alejamiento estadounidense del multilatralismo y la erosi¨®n del unipolarismo han abierto ventanas de oportunidad hasta hace poco inexistentes para que nuevos actores se asomen a la regi¨®n
17 de diciembre de 1992. 9.14 de la ma?ana. Un radiante George Bush, presidente de Estados Unidos, llama por teleconferencia a los l¨ªderes de Canad¨¢, Brian Mulroney, y de M¨¦xico, Carlos Salinas de Gortari. ¡°Hola, Brian y Carlos, ?est¨¢n all¨ª? ?C¨®mo est¨¢n? Feliz Navidad a los dos. Esta es una llamada para felicitarlos. Estoy muy contento de lo que hemos alcanzado. Estar¨¦ firmando esto esta tarde¡±. S¨ª, contesta el primer ministro canadiense, ¡°el TLCAN es el acuerdo comercial m¨¢s grande que se haya negociado¡±, y, a?ade Salinas de Gortari, asintiendo, ¡°nuestro pueblo sabe que ser¨¢ bueno para nuestros hijos, para nuestras generaciones futuras¡±.
La transcripci¨®n de esta llamada telef¨®nica entre los tres firmantes del Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (TLCAN), conservada en la biblioteca presidencial George Bush, ofrece una representaci¨®n v¨ªvida de una ¨¦poca hist¨®rica que parece estar desdibuj¨¢ndose debido a m¨²ltiples presiones de naturaleza pol¨ªtica, ideol¨®gica y econ¨®mica. Los proyectos de integraci¨®n de los 90 tuvieron sus ra¨ªces en la crisis que el sistema econ¨®mico internacional, dise?ado en Bretton Woods en 1944, hab¨ªa experimentado durante los a?os 70. El desprendimiento de reglas y estructuras consensuadas a mitad de los a?os 40 favoreci¨® una decidida liberalizaci¨®n de la econom¨ªa internacional que, entre sus ingredientes, tuvo tambi¨¦n la paulatina formaci¨®n de nuevos bloques comerciales. La Uni¨®n Europea, el TLCAN en Am¨¦rica del Norte y el Mercosur en Sudam¨¦rica representaron algunas de las piedras angulares de este proceso de reorganizaci¨®n del orden econ¨®mico internacional post-Bretton Woods. Lejos de encarnar enclaves aut¨¢rquicos, la ideolog¨ªa de la ¨¦poca planteaba la formaci¨®n de estas nuevas macro-regiones como pasos preliminares para una m¨¢s amplia integraci¨®n econ¨®mica en el mundo.
La aceleraci¨®n de los procesos de liberalizaci¨®n e integraci¨®n a comienzo de los a?os 90 no ocurr¨ªa en un vac¨ªo geopol¨ªtico sino que, al contrario, representaba tambi¨¦n la consecuencia directa de la nueva configuraci¨®n del orden internacional que emergi¨® del final de la Guerra Fr¨ªa y de la consecuente consolidaci¨®n de la hegemon¨ªa estadounidense en el mundo. Globalizaci¨®n econ¨®mica y unipolarismo estadounidense representaron, en este sentido, las dos caras del nuevo sistema internacional que surgi¨® del final del conflicto bipolar y de la implosi¨®n del bloque sovi¨¦tico. Para Am¨¦rica Latina, la firma del TLCAN y, en menor grado, la constituci¨®n del MERCOSUR, se?alaron inicialmente el afianzamiento en la regi¨®n latinoamericana de un nuevo modelo econ¨®mico, el neoliberal, y ratificaban la pertenencia indiscutible del hemisferio occidental al proyecto geopol¨ªtico estadounidense.
Menos de treinta a?os despu¨¦s de aquella ma?ana del 17 diciembre, la llamada entre los tres l¨ªderes parece casi una reliquia hist¨®rica. Los pilares geopol¨ªticos y econ¨®micos que subyacieron a la firma de los proyectos de integraci¨®n latinoamericanos de los a?os 90 se encuentran en la actualidad sacudidos por fuertes tensiones, que cuestionan su legitimidad y proyectan sobre la regi¨®n latinoamericana una sombra de incertidumbre.
Am¨¦rica Latina asiste a una incierta erosi¨®n de la legitimidad del proyecto hegem¨®nico estadounidense. El aventurismo de Washington en Oriente Medio ha debilitado considerablemente las capacidades materiales de la superpotencia, mientras los excesos del modelo neoliberal han producido graves desequilibrios sociales que han puesto en tela de juicio su viabilidad como paradigma econ¨®mico. A estos factores estructurales se a?ade la ret¨®rica nacionalista y aislacionista de Trump, que denuncia ¨¢speramente algunos de aquellos pilares que, como la propia integraci¨®n econ¨®mica, hab¨ªan constituido ingredientes centrales del nuevo orden post-Guerra Fr¨ªa promovido por Washington. El viraje estadounidense genera im¨¢genes parad¨®jicas, como la de un Gobierno te¨®ricamente nacionalista, el de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, que se ve obligado a librar una lucha desesperada para que Estados Unidos, el otrora campe¨®n del librecambismo, no cancele de un plum¨®n el TLCAN. De hecho, el nuevo tratado, el T-MEC, cuya aprobaci¨®n parece inminente, reflejando las reticencias de la administraci¨®n Trump nace como un proyecto que paraliza ante el futuro el fortalecimiento ulterior de la integraci¨®n entre los tres pa¨ªses firmantes.
A su vez, adem¨¢s del debilitamiento general del paradigma neoliberal, el Mercosur se ha resquebrado por tres fen¨®menos espec¨ªficos. En primer lugar, este proyecto de integraci¨®n econ¨®mica sudamericana qued¨® debilitado al acabarse el s¨²per-ciclo mundial de los precios de los principales ¡°commodities¡± exportados desde el Sur hacia 2012. En segundo lugar, los Gobiernos del expresidente de Argentina, Mauricio Macri, el presidente de Chile, Sebasti¨¢n Pi?era, y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, intentaron quitarle protagonismo al marco institucional del Mercosur, destinado a impulsar una futura integraci¨®n pol¨ªtica. Finalmente, este proyecto de integraci¨®n sufri¨® por una d¨¦cada la competencia de modelo de integraci¨®n bolivariano, UNASUR, subvencionado ricamente por las entradas generadas por el petr¨®leo venezolano. Ahora en franca decadencia, UNASUR gener¨®, sobre todo entre 2015 y 2017, una fuerte polarizaci¨®n regional que socav¨® los proyectos de integraci¨®n.
El alejamiento estadounidense del multilatralismo y la erosi¨®n del unipolarismo han ido abriendo ventanas de oportunidad hasta hace poco inexistentes para que nuevos actores se asomen, o vuelvan a hacerlo, en la regi¨®n. Empujada por la fortaleza de su extraordinario ¨¦xito econ¨®mico, China, en los ¨²ltimos a?os, ha incrementado su capacidad de proyecci¨®n en la regi¨®n. Adem¨¢s de mantener un creciente comercio con Latinoam¨¦rica, los enormes bancos y empresas chinas est¨¢n en proceso de incrementar sus pr¨¦stamos e inversiones directas en la regi¨®n. De hecho, los ¨²ltimos reportes econ¨®micos del a?o 2019 indican que China se ha convertido en la principal fuente de financiamiento de proyectos de desarrollo regional, superando a organismos tradicionales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. A ellos se agregan las inversiones cuantiosas de empresas como el gigante petrolero Sinopec en Argentina, Ecuador o Venezuela, de m¨²ltiples empresas mineras chinas en Chile, Per¨², Colombia, Brasil y M¨¦xico, o del coloso tecnol¨®gico Huawei, en todas partes. No es casual que la CELAC haya incorporado entre sus objetivos estrat¨¦gicos la ampliaci¨®n de las relaciones pol¨ªticas, econ¨®micas y comercial con Beij¨ªn.
Menos cre¨ªble, a pesar de su ret¨®rica, es la capacidad de un pa¨ªs como Rusia de aumentar su presencia econ¨®mica y pol¨ªtica en la regi¨®n. Aunque pa¨ªses como Venezuela y Cuba han experimentado en a?os recientes un aumento importante de la interacci¨®n con el gigante eurasi¨¢tico, Mosc¨² no parece tener los recursos necesarios ni, probablemente, el inter¨¦s geopol¨ªtico suficiente para sostener un aumento considerable de su presencia en Am¨¦rica Latina. No obstante, Rusia se perfila como un actor con capacidades militares y de inteligencia que no son deleznables, especialmente a trav¨¦s de las soterradas guerras cibern¨¦ticas.
La Uni¨®n Europea, por el otro lado, dotada de un potencial econ¨®mico portentoso, ha ido tejiendo importantes acuerdos comerciales con numerosos pa¨ªses de la regi¨®n y, sin embargo, su cr¨®nica ausencia de una pol¨ªtica exterior coordinada merma su influencia en Latinoam¨¦rica. Es evidente que ello puede atribuirse en parte a la prolongada agon¨ªa del Brexit y a las complejas negociaciones que esto ha implicado, al igual que la dificultad en responder a las olas de migrantes de ?frica y Medio Oriente, que han absorbido muchas energ¨ªas y recursos de las naciones europeas en los ¨²ltimos a?os.
Sea como sea, el comienzo del nuevo milenio ha visto a la regi¨®n latinoamericana moverse en un entorno internacional donde el debilitamiento del unipolarismo estadounidense y del multilateralismo neoliberal han producido una importante diversificaci¨®n de las posibilidades de interacci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica. La geopol¨ªtica latinoamericana post-Guerra Fr¨ªa se transfigura y se despedaza, sin que emerja, sin embargo, un nuevo orden. Es por ello que el momento actual no permite vislumbrar con claridad hacia donde se mover¨¢ la regi¨®n. Entre otros motivos porque los grandes actores, como China y Rusia, no parecen tener un proyecto ideol¨®gico atractivo y realmente alternativo al estadounidense. Es m¨¢s, queda claro que apostar en exceso por un acercamiento a China plantea riesgos, en tanto su modelo o posible proyecto de hegemon¨ªa no parece ser m¨¢s benigno que el estadounidense, por lo cual no produce incentivos estructurales para transitar hacia ella.
Con todo esto, quiz¨¢s pueda sugerirse que el momento actual puede ser propicio para que Am¨¦rica Latina, en lugar de transitar hacia un nuevo paraguas hegem¨®nico, ofrecido por diversas superpotencias, aproveche el relativo vac¨ªo de la coyuntura para reforzar sus procesos de integraci¨®n internos, que ya tienen una larga historia y un complejo marco institucional y que, de salir fortalecidos, podr¨ªan ayudar a proteger en el futuro la autonom¨ªa pol¨ªtica de la regi¨®n. En el caso de Sudam¨¦rica debe observarse que, si bien el Mercosur ha perdido cierto dinamismo, sigue siendo una de las fuentes potenciales m¨¢s grandes para una futura expansi¨®n econ¨®mica de todos los pa¨ªses de la zona. Pero, adem¨¢s, este proyecto no se limita a la dimensi¨®n econ¨®mica y comercial, al contar con iniciativas comunes que abarcan desde la infraestructura hasta las telecomunicaciones, la ciencia y tecnolog¨ªa en la educaci¨®n, la cooperaci¨®n fronteriza en la lucha contra los il¨ªcitos transnacionales y la promoci¨®n integral de los derechos humanos. Estos debieran y podr¨ªan ser retomados con fuerza. La nueva integraci¨®n podr¨ªa articularse dentro de un modelo pol¨ªtico-ideol¨®gico distinto del neoliberal que, si bien ha reducido la distancia en t¨¦rminos de riqueza entre el Sur y el Norte del mundo, ha generado un aumento dram¨¢tico de las desigualdades dentro de los pa¨ªses. Es decir, los Gobiernos de la regi¨®n podr¨ªan apostar por un proyecto de integraci¨®n latinoamericano no neoliberal que, en lugar de apuntalar los fen¨®menos de h¨ªper-liberalizaci¨®n, contribuya a generar nuevas estructuras regionales de gobernanza de los procesos globales pol¨ªtico-econ¨®micos.
En la regi¨®n existen se?ales contradictorias acerca de la posibilidad de una mayor cooperaci¨®n inter-americana dentro de un modelo que no sea el neoliberal. Argentina y M¨¦xico, en particular, por las caracter¨ªsticas de los Gobiernos que se encuentran en este momento en el poder, podr¨ªan liderar un nuevo proyecto de mayor cooperaci¨®n regional en l¨ªnea con las agendas sociales que ambos ejecutivos exhiben. Sin embargo, el presidente L¨®pez Obrador, al margen de la renovaci¨®n del TLCAN, no ha mostrado hasta el momento una sensibilidad particular para los problemas internacionales. Es suficiente se?alar que, durante su primer a?o en el poder, el mandatario no ha realizado un solo viaje en el extranjero, delegando a su secretario de relaciones exteriores, Marcelo Ebrard Casaub¨®n, todas las tareas relacionadas con la diplomacia. A pesar de estas importantes limitaciones, el canciller ha comenzado a generar nuevos di¨¢logos y acuerdos con Gobiernos de Centroam¨¦rica, el Caribe y Am¨¦rica del Sur. En ese contexto, los acercamientos que se han dado recientemente entre M¨¦xico y el ejecutivo del peronismo post-kirchnerista de Alberto Fern¨¢ndez podr¨ªan abrir horizontes prometedores para una superaci¨®n de la integraci¨®n neoliberal liderada por Estados Unidos. Ese proyecto, adem¨¢s, podr¨ªas ser tambi¨¦n alternativo a la geopol¨ªtica bolivariana, que pretend¨ªa sumar en una improbable alianza a Ir¨¢n y Rusia, pasando por China, es decir, todo lo que no fuera Estados Unidos. El hecho de que Fern¨¢ndez realizara su primer viaje como presidente electo a M¨¦xico, el pasado noviembre, parecer¨ªa se?alar la importancia que Argentina otorga a la formaci¨®n de un posible acuerdo con el Gobierno mexicano. Para que ello se concretice, sin embargo, mucho depender¨¢ de la voluntad y capacidad de M¨¦xico en responder a las solicitudes que vienen del sur de la regi¨®n. No queda m¨¢s que esperar que, a m¨¢s de un a?o del comienzo de su presidencia, el primer viaje en el extranjero de L¨®pez Obrador sea, justamente, a la Argentina.
Vanni Pettin¨¤ es profesor investigador del Centro de Estudios Hist¨®ricos de El Colegio de M¨¦xico.
Carlos Marichal?es historiador de El Colegio de M¨¦xico.
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