Los refugiados de Azraq se preparan para la pandemia
En el campamento de Azraq viven casi 40.000 sirios que ya estaban all¨ª confinados antes del coronavirus. Ahora han de adaptar su vida a m¨¢s restricciones
Vivimos momentos de incertidumbre. La pandemia de la Covid-19 se ha extendido r¨¢pidamente por todo el mundo y ha demostrado que no importa en qu¨¦ pa¨ªs estemos, si es del norte o del sur, desarrollado o en desarrollo, peque?o o grande; todas las personas somos vulnerables ante esta emergencia. Ninguno de nosotros es inmune.
Las medidas adoptadas por los pa¨ªses para combatir la propagaci¨®n del virus obedecen a una simple realidad: los Gobiernos est¨¢n actuando para proteger a su ciudadan¨ªa. Pero no todos tenemos el privilegio de que nuestros gobernantes act¨²en para protegernos. Algunas personas son ap¨¢tridas y fueron obligadas a huir de sus hogares, provincias y pa¨ªses para tratar de mantenerse a salvo como refugiadas.
El campamento de refugiados de Azraq, en Jordania, alberga a 36.826 ciudadanos sirios que huyeron de su pa¨ªs intentando escapar del violento conflicto que se ha prolongado durante a?os.
En un intento de frenar la propagaci¨®n del brote, el Gobierno de Jordania ha impuesto uno de los cierres m¨¢s estrictos que se han visto en los pa¨ªses de todo el mundo. Hasta el momento no se han registrado casos de Covid-19 en este campamento y las autoridades pretenden mantener la situaci¨®n como hasta ahora, implementando una serie de medidas. El asentamiento de Azraq est¨¢ densamente poblado, sus habitantes viven hacinados y existen deficiencias en el acceso a agua y saneamiento. Esto, unido a la escasez de servicios de asistencia sanitaria, anticipa un desastre sin precedentes que est¨¢ a punto de ocurrir.
El campamento est¨¢ dividido en cuatro sectores principales, con centros de operaci¨®n de Plan Internacional en tres de ellos. Cada uno tiene una escuela, un centro de salud y un mercado que atiende las necesidades de sus residentes locales.
Los residentes se alojan en casas de chapa. Las familias de menos de siete integrantes reciben una, y las que superan ese n¨²mero, reciben dos. Generalmente, hay un solo retrete por cada ocho familias, aunque algunas personas han encontrado soluciones innovadoras para mejorar esta situaci¨®n.
En una de mis visitas al campo conoc¨ª a Abu Omar*, un refugiado sirio que lleva colaborando con mi organizaci¨®n desde 2017 como voluntario. En 2016 lleg¨® al campo de refugiados de Azraq junto con su familia de siete miembros, despu¨¦s de pasar seis meses en la zona de Rukban, ubicada entre la frontera de Jordania y Siria.
Ahora me cuenta c¨®mo es la vida en el confinamiento: "casi todos tiene una televisi¨®n y est¨¢n pegados a las pantallas viendo las noticias sobre coronavirus. La situaci¨®n es estresante, eso es cierto, tal vez la gente se siente m¨¢s sola ahora, pero creo que la mayor¨ªa es consciente de los riesgos y por eso evita las reuniones y el contacto f¨ªsico".
Es m¨¢s esencial que nunca que los grupos de poblaci¨®n m¨¢s vulnerables de nuestra sociedad est¨¦n involucrados, conectados y protegidos
Durante este periodo, hemos llevado a cabo numerosas campa?as de sensibilizaci¨®n en las aldeas, informando a la poblaci¨®n sobre los riesgos del coronavirus y sobre c¨®mo evitarlos. Al igual que en el resto del pa¨ªs, se ha impuesto un estricto toque de queda. Ahora, a quienes viven en el campamento solo se les permite salir a hacer la compra cada d¨ªa entre las 10 de la ma?ana y las seis de la tarde.
Huda me confiesa que estos d¨ªas han sido un poco estresantes. "La gente tiene miedo de quedarse sin productos b¨¢sicos. Se ve a la gente correr a la ¨²nica tienda de comida que hay en el campamento, y eso no va a ayudar a prevenir la propagaci¨®n del virus", dice.
Esta mujer es una madre originaria de Al Raqa, una ciudad situada en el norte de Siria, que lleg¨® al campamento de refugiados de Azraq en 2016 con sus diez familiares. Desde 2017 nos ayuda en las charlas sobre crianza positiva de los hijos e impartiendo talleres comunitarios.
Pero la situaci¨®n actual ha cambiado la din¨¢mica en su hogar, aumentando el sentimiento de presi¨®n y de responsabilidad que siente: "Como toda la familia est¨¢ en casa, no me queda tiempo para m¨ª... Y con todas las tareas dom¨¦sticas extra, ahora tengo que vigilar a los ni?os y asegurarme de que atienden las clases que se transmiten por televisi¨®n. Es mucho trabajo".
Desde que se cerraron las escuelas, s¨¦ que Reem, de 16 a?os, hija de Huda, consigue estar al d¨ªa con sus estudios viendo las clases que el Gobierno transmite por televisi¨®n en todo el pa¨ªs. "Quedarse en casa todo el d¨ªa no es muy sano, echo de menos ver a mis amigos y salir con ellos", me dice Reem, que est¨¢ especialmente afectada por no poder salir, ya que est¨¢ acostumbrada a participar activamente en nuestro Comit¨¦ Juvenil. Lo normal era encontrarla por ah¨ª, con sus compa?eras, dise?ando campa?as y trabajando en iniciativas que ahora mismo est¨¢n paralizadas debido a la prohibici¨®n de las reuniones sociales.
Antes de la emergencia, los residentes en el campamento depend¨ªan, en gran medida, de los programas y actividades que llevamos a cabo las numerosas ONG y organismos internacionales aqu¨ª presentes. Aunque las medidas aplicadas por el Gobierno para garantizar su seguridad han tenido un impacto en la prestaci¨®n de algunos de estos servicios, las actividades esenciales siguen funcionando gracias a los permisos otorgados por las autoridades a los trabajadores indispensables. La raz¨®n de esta medida tiene que ver con que, en la actualidad, el campo de refugiados de Azraq es un entorno controlado y las ¨²nicas variables que podr¨ªan exponer a los y las residentes a la Covid-19 ser¨ªan las personas que entran y salen; por lo que es fundamental limitar el n¨²mero de visitas.
Con el fin de intentar reducir la sensaci¨®n de aislamiento que tienen quienes viven aqu¨ª, hemos adaptado los programas y servicios que ya estaban operativos para que nuestros beneficiarios puedan recurrir a ellos a distancia. En el momento en el que estall¨® la crisis, empezamos a distribuir kits que contienen los materiales sanitarios necesarios para que las ni?as y las mujeres elaboren sus propias mascarillas, as¨ª como otros materiales de protecci¨®n. Tambi¨¦n se han llevado a cabo algunas sesiones de capacitaci¨®n a trav¨¦s de llamadas en grupo para orientarlas sobre c¨®mo hacer estos materiales manualmente.
Sumaya, de 37 a?os, es otra de las personas que est¨¢n participando en actividades a distancia y que est¨¢ siendo testigo del impacto positivo que est¨¢n teniendo en su hija, Hind. "Las clases son geniales. Mi hija puede dedicar su tiempo y canalizar su energ¨ªa en algo productivo... Y tambi¨¦n me ayuda a que se quede en casa y as¨ª evitar infecciones", me explica. Su hija est¨¢ contenta: "Es la primera vez que produzco algo y me encanta. A veces mi madre me ayuda a trabajar en los materiales. Creo que ella lo disfruta incluso m¨¢s que yo".
Para todos es dif¨ªcil mantener la normalidad en medio de esta situaci¨®n excepcional, por eso mantener felices y ocupadas en cosas productivas a chicas como Hind es uno de los principales objetivos durante esta crisis.
Adem¨¢s, hemos realizado una evaluaci¨®n de los riesgos espec¨ªficos a los que se enfrentan las personas en el campamento de refugiados, para determinar los obst¨¢culos y problemas que nos podemos encontrar ante esta nueva situaci¨®n. Cuando los ni?os pasan m¨¢s tiempo dentro de casa, muy cerca de sus familiares, tambi¨¦n somos conscientes de los posibles problemas de protecci¨®n a los que se pueden enfrentar. Mis colegas coordinadores de proyectos han recibido capacitaci¨®n para estar al tanto y detectar los indicios m¨¢s sutiles de angustia que los peque?os pudieran mostrar durante las sesiones en l¨ªnea.
Ahora me doy cuenta de que es m¨¢s esencial que nunca que los grupos de poblaci¨®n m¨¢s vulnerables de nuestra sociedad est¨¦n involucrados, conectados y protegidos. Por eso s¨¦ que tiene m¨¢s sentido a¨²n que sigamos trabajando para llegar a las personas que m¨¢s nos necesitan y asegur¨¢ndonos de que nadie se quede atr¨¢s o sea olvidado durante esta crisis.
*Los nombres de las personas entrevistadas han sido cambiados para proteger sus identidades.
Hiba Alhejazi es responsable de incidencia de Plan Internacional en Jordania.
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