Los destructores de la Amazonia no teletrabajan
Si no se los protege del coronavirus, los pueblos ind¨ªgenas pueden desaparecer del planeta
Mientras la humanidad se preocupa por sobrevivir al nuevo coronavirus en las ciudades, los que son tratados como subhumanidades corren el riesgo de sufrir un genocidio. Son los ind¨ªgenas y otros pueblos que, en la definici¨®n del pensador ind¨ªgena Ailton Krenak ¡ªun cr¨ªtico de la fantas¨ªa perversa de una humanidad ¨²nica, que borra tanto las exclusiones como las diferencias¡ª, permanecieron agarrados a la tierra mientras el capitalismo destru¨ªa el planeta. En pa¨ªses como Brasil, no existe ning¨²n plan consistente para proteger a estos pueblos de la Covid-19. La pandemia puede finalmente completar el proyecto iniciado por los invasores europeos de los siglos XV y XVI en el pedazo de mundo que llamar¨ªan Am¨¦rica: la extinci¨®n.
Historiadores estiman que los virus que llevaron los invasores a una poblaci¨®n sin inmunidad pueden haber exterminado al 95% de los ind¨ªgenas. Hoy, el coronavirus llega a la Amazonia brasile?a en un momento en que la selva ya est¨¢ en un acelerado grado de destrucci¨®n. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha alentado la invasi¨®n de tierras p¨²blicas y la miner¨ªa ilegal. Erigido en villano n¨²mero uno del mundo al instar a la poblaci¨®n a romper el aislamiento, a Bolsonaro no le preocupan los pueblos ind¨ªgenas, sobre quienes ya ha declarado que son casi humanos. Al contrario. Los ¨®rganos de protecci¨®n y de salud ind¨ªgena vienen desmantel¨¢ndose y la Covid-19 ha reducido a¨²n m¨¢s el n¨²mero insuficiente de inspectores ambientales.
En diferentes regiones de la Amazonia, los ind¨ªgenas denuncian invasiones, especialmente de mineros ilegales. La enfermedad ya ha matado a tres ind¨ªgenas y se espera que el pico llegue a la selva profunda a mediados de a?o. El pueblo yanomami, uno de los m¨¢s amenazados, vio a un adolescente morir del virus la semana pasada. A finales de los a?os ochenta, mil yanomamis murieron de enfermedades transmitidas por mineros, que, hoy, vuelven a invadir el territorio. Y se acercan tambi¨¦n a los pueblos aislados, que nunca han tenido contacto ni con blancos ni con sus virus.
La era de las pandemias la inventaron los blancos. Y, de nuevo, pueden ser los ind¨ªgenas quienes m¨¢s la sufran. Urge que el mundo perciba que estos pueblos son los principales guardianes de los sostenes de vida que a¨²n quedan en el planeta. Si son exterminados, lo que se autodenomina humanidad tendr¨¢ pocas posibilidades de sobrevivir al colapso clim¨¢tico. Sin una presi¨®n internacional inmediata sobre Brasil y sin una ayuda concreta a las comunidades, el genocidio ind¨ªgena podr¨ªa convertirse en la mayor tragedia del mundo sitiado por el coronavirus. Ya es hora de que Europa asuma la responsabilidad de los cr¨ªmenes hist¨®ricos que la enriquecieron y, esta vez, ayude a los pueblos originarios a detener a los invasores de sus cuerpos.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza
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