Entre Benito Ju¨¢rez y Chicharito Hern¨¢ndez
Da la impresi¨®n de que el presidente ha estado m¨¢s inclinado a mostrar la fuerza de su voluntad que en sumar, negociar y convencer a otros factores de poder
El presidente que en medio de la crisis por la pandemia se lamenta porque Thal¨ªa, Eugenio Derbez o el Chicharito Hern¨¢ndez hablen en su contra, no es el mismo presidente que el d¨ªa de su toma de posesi¨®n convoc¨® a todo el pa¨ªs a una enorme cruzada para cambiar M¨¦xico. En la noche de la victoria y en el primer acto de gobierno en el Congreso, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador invit¨® al pa¨ªs en su conjunto a hacerse cargo de la situaci¨®n de los pobres. Por el bien de todos, dijo, conven¨ªa dar prioridad al combate a la corrupci¨®n, la desigualdad y la injusticia social. Y para conseguirlo ofrec¨ªa un liderazgo a favor del perd¨®n, la unidad, el amor, la transparencia y la solidaridad.
Eso fue hace 17 meses. Hoy sus banderas siguen siendo las mismas, pero el mandatario parece haber modificado las v¨ªas para conseguirlo. Lo que parec¨ªa una estrategia orientada a la b¨²squeda de consensos, termin¨® convertida en un pulso entre la presidencia, por un lado, y la mayor¨ªa de los factores de poder, por el otro.
No est¨¢ claro si la v¨ªa de la confrontaci¨®n es un dise?o de estrategia o simplemente fue resultado de la personalidad del inquilino de Palacio Nacional. Para pelearse se necesitan dos, desde luego, y al mandatario nunca le faltaron enemigos. Los ten¨ªa antes y despu¨¦s de tomar posesi¨®n. Pero fue una decisi¨®n suya convertir a sus adversarios en el principal interlocutor de su Gobierno. Las palabras ¡°conservadores, neoliberal, adversarios¡± fueron adue?¨¢ndose de su discurso en detrimento de ¡°solidaridad, pobreza, justicia social¡±. El espacio dedicado a responder a los peri¨®dicos y columnistas cr¨ªticos, y en general a sus enemigos, comenz¨® a formar parte obligada del men¨² de la conferencia diaria, la famosa Ma?anera. El estadista que se intuy¨® el d¨ªa de la elecci¨®n, dio paso a un pugnaz impulsor de su propio proyecto.
Hace una semana se?al¨¦ en este espacio que la imposibilidad de las ¨¦lites y una parte de los sectores medios para entender a L¨®pez Obrador reside en el hecho de que habitan universos distintos. El tabasque?o habla desde el M¨¦xico profundo, el que no fue capaz de insertarse en los sectores punta y qued¨® cada vez m¨¢s rezagado del M¨¦xico moderno y distorsionado, activado por la globalizaci¨®n.
En su discurso inaugural AMLO se present¨® a s¨ª mismo como el puente para unir a esos dos M¨¦xicos en beneficio de los pobres. Por desgracia su propia tendencia a la confrontaci¨®n contribuy¨® a torpedear esas intenciones y termin¨® echando en brazos de los radicales a muchos que le conced¨ªan el beneficio de la duda.
A la cancelaci¨®n del nuevo aeropuerto, que podr¨ªa justificarse por razones ecol¨®gicas y presupuestales, se fueron sumando otros desacuerdos que pudieron evitarse si se hubieran abordado con m¨¢s mano izquierda. La rifa del avi¨®n presidencial, un d¨ªa sin mujeres o la estrategia econ¨®mica contra el coronavirus, son temas en los que termin¨® confront¨¢ndose con los que pudieron haber sido aliados. Da la impresi¨®n de que, en esta y otras coyunturas, el presidente ha estado m¨¢s inclinado a mostrar la fuerza de su voluntad que en sumar, negociar y convencer a otros factores de poder.
Me parece un error, primero porque coincida o no con ellos, son una realidad. El M¨¦xico pudiente ignor¨® durante a?os al M¨¦xico oprimido; ahora ser¨ªa un absurdo pretender lo inverso. Y segundo, porque en esta confrontaci¨®n me parece que L¨®pez Obrador sobreestima el peso de la Presidencia. Probablemente tiene la fuerza para que no lo derriben, considerando la debilidad de los partidos pol¨ªticos de oposici¨®n, pero la posibilidad de realizar un cambio real pasa por la participaci¨®n de muchos otros actores. Vivimos en un mundo globalizado y en una sociedad de mercado. Una presidencia inteligente puede introducir en ese mercado los matices para hacerlo menos desigual y relativamente m¨¢s justo. Para eso necesita la complicidad de los factores que inciden en la actividad productiva. Por v¨ªa de la confrontaci¨®n y la fuerza se conseguir¨¢ muy poco; su ansiada cuarta transformaci¨®n podr¨ªa quedar en una versi¨®n min¨²scula de s¨ª misma.
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador tendr¨ªa que decidir qu¨¦ le resulta m¨¢s importante: ganar un round m¨¢s a sus adversarios, una y otra vez, o hacer algo decisivo y duradero a favor de los pobres. Porque no debe quedarnos duda, la transferencia masiva que ¨¦l busca en beneficio de los que tienen menos, se quedar¨¢ en subsidios marginales si no va acompa?ada de un crecimiento real y equilibrado en el empleo. Algo que el gobierno por s¨ª solo es incapaz de generar. Y tampoco aseguran nada los cambios introducidos en la Constituci¨®n o en el presupuesto; la experiencia muestra que as¨ª como entraron, as¨ª pueden salir en manos de otro r¨¦gimen.
Sigo pensando que las banderas de L¨®pez Obrador son las correctas. Muchas de las lecciones que est¨¢ dejando la crisis de la covid-19 en el mundo, apuntan a la necesidad de un reordenamiento m¨¢s justo, m¨¢s autosuficiente, menos subordinado a la acci¨®n salvaje del mercado. La mayor¨ªa de los mexicanos, supongo, no desea la reinstalaci¨®n del viejo orden de corrupci¨®n y desigualdad que tutelaron gobiernos anteriores. Pero tampoco se quiere la instalaci¨®n de un nuevo modelo basado exclusivamente en la voluntad del presidente, convencido de que todas sus ideas son innegociables porque proceden del pueblo.
Quiero pensar que no se ha llegado al punto de no retorno. Le quedan m¨¢s de cuatro a?os de vida a este Gobierno. Basta que L¨®pez Obrador se vuelva a poner de nuevo la banda presidencial, deje a Benito Ju¨¢rez y las frases de bronce en paz por un rato, salga de la burbuja polarizada en la que se ha metido, poblada de aduladores en la Ma?anera y adversarios ¡°perversos¡± el resto del d¨ªa, y comience a gobernar con todos de los actores sociales, buenos, malos y regulares con los que le ha tocado en suerte tripular este pa¨ªs. L¨®pez Obrador nunca podr¨¢ ser el estadista en el que quiere convertirse, mientras siga preocupado d¨ªa tras d¨ªa por lo que haga o deje de hacer Loret de Mola, Derbez o el Reforma y los enemigos que a su juicio est¨¢n detr¨¢s de ellos. ?l piensa que la historia habr¨¢ de juzgarlo por lo que quiso hacer, aun cuando sus adversarios a la postre se lo impidan; pero no es as¨ª. Se le juzgar¨¢ por el ¨¦xito o el fracaso en concretar la oportunidad hist¨®rica que tuvo en sus manos.
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