Certezas
Informaci¨®n de fuentes calificadas como un ¨²nico salvavidas para actuar por encima de las vanidades de los mandatarios: as¨ª debemos entender esta labor
En ¨¦poca de pandemia son pocas las certezas. Pero hoy tengo tres. Ya no soy libre en mis decisiones individuales, la opini¨®n a menos que sea especializada es bazofia y la informaci¨®n tiene un valor privilegiado y, por lo tanto, el periodismo tiene en la actual coyuntura su principio y su fin filos¨®fico y pr¨¢ctico.
Solo en la guerra fratricida de Colombia en su profundo conflicto, hab¨ªa experimentado un desaf¨ªo y compromiso como los que nos plantea una situaci¨®n como la actual, que escasamente depende de nosotros, y llama a despertar necesariamente lo ¨¦tico en todas sus dimensiones. Por desgracia, que no por sorpresa, la pandemia est¨¢ mostrando a muchos l¨ªderes del mundo aterrados y vulnerables, vanidosos y encantados con los reflectores de la televisi¨®n. A otros y otras en diversas partes del mundo, en cambio, nos ha permitido conocer de su rigor como el caso Angela Merkel y las gobernantes de Nueva Zelanda y Finlandia.
Y no es que, en Colombia, lo hayan hecho mal. Bastante bien para ser equilibrados. O por lo menos en lo que los n¨²meros de las pruebas nos dicen sobre el porcentaje de contagiados con la covid -19. Pero realmente poco acertado en lo que tiene que ver con la comunicaci¨®n consensuada por donde se ha filtrado las debilidades m¨¢s contundentes y en general, naturales de los hombres y mujeres, que escogen el escenario p¨²blico y pol¨ªtico como plataforma laboral.
?C¨®mo desarrollar un postulado tan arriesgado y tan poco mesurado o considerado con quienes toman las decisiones con las mejores intenciones, pero esclavos al fin de sus vulnerabilidades humanas en el ejercicio de la pol¨ªtica? Lo intentar¨¦ so pena de la vanidad de mi propio ejercicio, desde el cual es mucho m¨¢s f¨¢cil juzgar sin suficientes datos pues ni la ciencia en pleno siglo XXI los ofrece. O al menos a m¨ª, me ha parecido surrealista ir de una explicaci¨®n a otra, de un s¨ªntoma a otro, de medicamentos que un d¨ªa funcionan y otros no, de tantas teor¨ªas que solo muestran el fracaso de la comprensi¨®n o de lo superados por el pat¨®geno que nos lleg¨®.
No hay mayores certezas ni siquiera de parte de los epidemi¨®logos e infect¨®logos de las mejores universidades del mundo, y de qui¨¦nes hoy depende la humanidad. Por ahora solo sirve pensar que estamos ante otro virus que pone a prueba nuestra evoluci¨®n como especie. Aunque por lo menos a m¨ª, me parece obligatorio adentrarse en una investigaci¨®n rigurosa sobre la aparici¨®n de este virus en Wuham y todos los manejos que China hizo del mismo.
Los pol¨ªticos van tomando sus decisiones, dicen apoyados en los cient¨ªficos de cabecera, hablan de aplanar la curva, de reactivar algunos sectores, defienden a capa y espada sus decisiones; los empresarios usan su sentido pr¨¢ctico por la reactivaci¨®n, de la que dependen nuestros salarios, los educadores se ilusionan con los escritos humanos de sus pupilos en crecimiento, a los m¨¢s realistas se les corta la voz en medio de su esperanza vital, los que tienen hambre desaf¨ªan el orden y la sensatez que se les reclama.
Y entonces queda la informaci¨®n y el reto inspirador de cada d¨ªa por darles a nuestras audiencias una respuesta. Quienes esperaban encontrarla en las redes, los invito a que las usen para otras cosas. Solo est¨¢ el periodismo serio, capaz de cuestionar, en busca respuestas, que cuenta las historias de quienes han sido v¨ªctimas o recuperados, que debe investigar sin recato las teor¨ªas de la conspiraci¨®n, advertir al mundo la estupidez de Trump proponiendo tragar desinfectante, saber si Ecuador se llen¨® de cad¨¢veres por negligencia o ignorancia, porque la informaci¨®n que hoy llega a cada hogar en su diversidad determina c¨®mo se toman decisiones, que tienen consecuencias directas sobre la vida o la muerte.
Colombia empieza una semana en la que las dos autoridades m¨¢s importantes se comunican por una carta. A esta hora no sabemos si los dos sectores de la econom¨ªa, construcci¨®n y manufactura, que implican a aproximadamente a cuatro millones de trabajadores, empezar¨¢n a reactivar su labor, saldr¨¢n a la calle cumpliendo los protocolos de bioseguridad que anunci¨® el presidente ni cu¨¢ntos podr¨¢n transportarse sin poner en riesgo a los dem¨¢s.
Me apena que estemos en una discusi¨®n alimentada por las diferentes maneras de aproximarse al mismo problema, con la misma intenci¨®n de hacerlo bien, y que, sin embargo, las lecturas de hoy se centren en la opini¨®n de los expertos en acusar a los otros de acuerdo con el lugar del espectro pol¨ªtico donde est¨¦n acomodados por su fracaso o triunfo electoral. De ah¨ª que nos queda la b¨²squeda rigurosa de informaci¨®n que nos ayude a ayudar a tomar decisiones sensatas.
Informaci¨®n de fuentes calificadas como un ¨²nico salvavidas para actuar por encima de las enormes vanidades de los mandatarios y quienes tenemos las letras y los micr¨®fonos, as¨ª debemos entender esta labor que nos dejar¨¢ muchas heridas y hasta quiebras en los medios de comunicaci¨®n m¨¢s peque?os, pero al menos habremos vuelto a encontrar el sentido de la profesi¨®n escogida y a honrarla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.