Trampa para ratones

Esta foto de una familia plastificada, obtenida en la estaci¨®n de Shangh¨¢i y que apareci¨® en la portada de EL PA?S del 10 de febrero, todav¨ªa nos hizo gracia. Imagin¨¢bamos ret¨®ricamente que quiz¨¢ el futuro de la humanidad fuera ese: el del envasado al vac¨ªo, como si la humanidad fuera un cuarto de kilo de jam¨®n de York, incluso un cuarto de kilo de ch¨®ped, seg¨²n la autoestima de cada cual. Conjetur¨¢bamos tambi¨¦n, siempre en plan de broma, que a no mucho tardar sobrar¨ªan los aviones y los trenes porque viajar¨ªamos de un sitio a otro como meros paquetes, con las etiquetas, claro, de Fr¨¢gil y de Mant¨¦ngase en Posici¨®n Vertical. Dicen que la paqueter¨ªa ha sido la gran triunfadora de la crisis y que quienes invirtieron en empresas de env¨ªo a domicilio se han forrado. Enhorabuena.

Pues plastificados todav¨ªa no, pero chapados en nuestros domicilios, seg¨²n la terminolog¨ªa carcelaria, s¨ª. Observado el relato del coronavirus con la perspectiva que proporciona el tiempo, nos damos cuenta de que parece copiado de una de esas peripecias fant¨¢sticas cuyos protagonistas no son capaces de ver lo que tienen delante de los ojos. Ni siquiera parecen conscientes de su ceguera.

¡ª?Por qu¨¦ tropezamos con los muebles? ¡ªse preguntan mientras chocan con la realidad como las moscas contra el cristal de la ventana.

Hay novelas en las que el lector anticipa las cat¨¢strofes antes que sus v¨ªctimas. Nos gustar¨ªa saber si esta especie de ficci¨®n en la que hemos ca¨ªdo como en una trampa para ratones la est¨¢ leyendo alguien, para que nos advierta de lo que viene a continuaci¨®n. Gracias.