No seremos mejores despu¨¦s de esto
O no en autom¨¢tico ni por inspiraci¨®n divina
Para ser mejores se necesita, primero, reconocer que somos unos gilipollas. Cosa que no hemos hecho o por lo menos no como aut¨¦ntico acto de contrici¨®n. Digo, en una de esas nos ha entrado el no deber¨ªamos de consumir tanto o un miren c¨®mo tratamos a flora y fauna o un brev¨ªsimo lamento porque hemos atizado polarizaciones. Reflexiones as¨ª, m¨¢s bien ef¨ªmeras. Pero un mea culpa frente a dioses, mundo y Parten¨®n¡ pues tampoco. Luego, para eso de ser mejores se necesita energ¨ªa que permita corregir, reinventarse. Y yo nos noto a todos, desde el confinamiento, m¨¢s bien con ganas de que se abran las puertas para salir corriendo y tomar el coche y regresar al restaurante a?orado y volver a tomar el coche y no ver a la familia un buen rato porque ya la vimos mucho y volver a tomar el coche y si no lo tenemos pues cosa de comprarlo para tomar el coche y salir a la fiesta y a las tiendas y a donde sea que nos lleve el coche que tomaremos. Todo as¨ª muy r¨¢pido y sin pensarle demasiado. Como cuando de peque?os, en vacaciones, pasaba el toque de queda maternal tras la comida y, hecha la digesti¨®n, te dejaban y corr¨ªas y brincabas a la alberca y te zambull¨ªas sin saber siquiera si quer¨ªas meterte al agua en ese momento.Para ser mejores se necesita, en resumen, reconocer que hoy somos peores. Y eso no te lo da virus alguno. La tarea del bicho es ponerte contra las cuerdas. Pero ponerte frente al espejo, ponernos frente al espejo, nos toca a nosotros. Y eso es tan doloroso, que tal vez mejor compramos otro coche para huir de nuestra propia conciencia.
No obstante.
[Porque siempre hay un no obstante.]
No obstante, s¨ª creo que estamos frente a una oportunidad de reinvenci¨®n. Ser¨¢ que el encierro me vuelve sensible. Pero preveo, y si me equivoco no me reclamen mucho, que saldremos de esta etapa de la pandemia hu¨¦rfanos de liderazgos pol¨ªticos, pero m¨¢s o menos conscientes del reconocimiento de nuestra propia resiliencia y, si me apuran, atentos a la importancia de la ciencia y del conocimiento. Y urgidos de una nueva narrativa. Eso s¨ª.
Salvo algunos casos que destacan, en general el mundo est¨¢ viviendo un vac¨ªo de liderazgos que entiendan las actuales capas de exigencia en un entorno cambiante y de significados mutantes. En M¨¦xico, por ejemplo, lleg¨® el coronavirus cuando el pa¨ªs no solo estaba asolado por la violencia de d¨¦cadas y por una incertidumbre econ¨®mica a ra¨ªz de decisiones y omisiones acumuladas, sino que la delirante respuesta oficial ante las movilizaciones feministas, por ejemplo, o la incapacidad del Ejecutivo para atender voces de actores sociales inquietos, entre muchas otras cosas, hab¨ªan acorralado el margen de acci¨®n hacia lasperiferias simb¨®licas. De esos liderazgos pol¨ªticos, anclados en el siglo XX, a pesar del barniz de modernidad que da la estridencia medi¨¢tica y digital de los tiempos que corren, no podemos esperar demasiado. Creo, no obstante -porque siempre hay un no obstante- que es tiempo de hacernos preguntas.
?Qu¨¦ sociedad queremos ser? ?A qui¨¦nes nos urge abrazar y besar para seguir vivos? ?Qu¨¦ responsabilidades queremos asumir? ?Qu¨¦ queremos mandar al carajo? ?C¨®mo negociaremos de manera cr¨ªtica con la tecnolog¨ªa para que nos sirva y no se sirva? ?Qu¨¦ liderazgos queremos encumbrar? ?Qu¨¦ volveremos a comer y c¨®mo trataremos de vivir y a qu¨¦ privilegios querr¨ªamos renunciar? ?Cu¨¢ndo estaremos ¨¦ticamente dispuestos a reconocer la existencia de los otros, los diferentes, los que nos descolocan? ?Qu¨¦ queremos ser?
?Qu¨¦ colectivo queremos ser?
No, no seremos mejores despu¨¦s de esto solo porque el corona-bicho nos oblig¨® a refugiarnos en nuestras fantas¨ªas y en alguna que otra miseria. Pero lo seremos en la medida en que tomemos el destino del colectivo global en nuestras manos.
Me atrevo a pensar que son tiempos de un nuevo humanismo.
Y si no, pues que todo esto haya servido, aunque sea, para aprender que si usas Zoom, te pueden hackear en c¨®digo porno.
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