Un presidente que no soporta equivocarse
Lo sucedido en Culiac¨¢n nos manda a todos la se?al de que el crimen organizado silente no es inexistente: cuando la urgencia manda, se activa y toma de reh¨¦n a una ciudad entera
Lo vimos todos y en todo el mundo: calles tomadas, incendios provocados, presos en fuga convocada. El M¨¦xico de los narcos de las series. Ah¨ª, en tiempo real, en vivo, con una autoridad ausente.
Y deficiente.
El problema no es equivocarse. El problema es insistir en tu narrativa a pesar de todas las evidencias. Salvo que las evidencias no importen. Entonces puedes aferrarte a la narrativa que te satisfaga.
La semana pasada, M¨¦xico sac¨® las garras. Si alguien pensaba que este monstruo se iba a aplacar a golpe de manazos y llamados a la reconversi¨®n moral, estaba equivocado. Las ecuaciones no son tan simples y quien las enuncia lo sabe. Tambi¨¦n quien las niega. O quien juega con ellas.
La semana pasada, M¨¦xico mostr¨® su peor cara o su cara m¨¢s realista: hay estados del pa¨ªs en donde gobierna el crimen organizado que solo se mantiene replegado hasta que necesita asomar cabeza. Y cuando lo hace, no es precisamente t¨ªmido. A veces, incluso, gobierna a la intemperie.
Entonces, ?cu¨¢l es la sorpresa?
Eso, que fue sorpresa. Y evidencia. Y exhibici¨®n de realidad.
El operativo de seguridad que incendi¨® una ciudad y el ¨¢nimo nacional no fue en Michoac¨¢n o Guerrero, dos estados en ebullici¨®n conflictiva. Ni en Veracruz, puerto de salida de malas utop¨ªas, o Morelos, espacio de indeterminaci¨®n de nostalgias trastocadas. Ni siquiera Tamaulipas, territorio de pesadillas s¨®rdidas para migrantes y locales, o el Estado de M¨¦xico que triunfa en la amarga realidad de los feminicidios m¨¢s c¨ªnicos.
No, fue en Culiac¨¢n.
Me lleg¨® hace unas semanas la invitaci¨®n a participar en un di¨¢logo por la paz. Cumpl¨ªa 30 a?os de muerto esa destacada figura opositora de los 80 que fue Manuel ¡°Maqu¨ªo¡± Clouthier. Hombre de vocaci¨®n liberal, padre de un mont¨®n de hijos hoy en la pol¨ªtica desde diferentes colores, Maqu¨ªo fue esperanza de una clase media que quer¨ªa imaginarse un futuro menos obvio. Compiti¨®, trastoc¨® la narrativa y luego muri¨® en un accidente que a¨²n alimenta suspicacias. 30 a?os despu¨¦s transmuta en pretexto para reunirnos a varios a hablar de paz.
En Culiac¨¢n.
La pasamos muy bien. Noche c¨¢lida en una ciudad reinventada y de abrazos cercanos sin dejar de ser norte?os. Sal¨ª con buen sabor de boca: ac¨¢ se cocinan mejores horizontes.
Y de pronto todo revienta: calles tomadas, ni?os en resguardo, presos en fuga. El gobierno de mi pa¨ªs, desde un operativo que nadie se ha tomado la molestia de explicar, incendia Culiac¨¢n. A lo pendejo. Un operativo mal planteado y peor ejecutado, en contra de uno de los hijos de ese ser que lleva meses acaparando la atenci¨®n medi¨¢tica por un juicio en su contra y la exhibici¨®n de una vida criminal: Joaqu¨ªn Guzm¨¢n Loera, el Chapo. A todos nos agarr¨® de sorpresa, incluidos a quienes operaron la acci¨®n: rebasados, tuvieron que soltar al aprehendido y h¨¢ganle como puedan.
Ahora viene el tiempo de reacomodar la narrativa.
Lo sucedido en Culiac¨¢n nos manda a todos la se?al de que el crimen organizado silente no es inexistente: cuando la urgencia manda, se activa y toma de reh¨¦n a una ciudad entera. Sin miramientos. Dej¨¦monos de fantas¨ªas de supuesta bonhom¨ªa.
Lo sucedido en Culiac¨¢n exhibe al gobierno de L¨®pez Obrador: la inseguridad y la criminalidad son reales, m¨¢s all¨¢ de las mejores intenciones de los gobernantes en turno. Cierto, el presidente podr¨¢ librar a golpe de giros ret¨®ricos este tropiezo narrativo. Y tendr¨¢ a¨²n apoyo social para el momento que corre. Pero que no se nos olvide que la semana pasada M¨¦xico sac¨® las garras: feas, afiladas y coordinadas.
De lo sucedido en Culiac¨¢n al d¨ªa de hoy, hemos visto a un presidente irritado, que no le gusta saberse exhibido como errado, que se pinta como intolerante a cierta cr¨ªtica. Pero los hechos no mienten y los datos no son eternamente maleables. Bien manejado, Culiac¨¢n puede ser punto de inflexi¨®n para reconducir destinos. Mal manejado puede ser tropiezo infinito de un presidente que no soporta equivocarse.
Solo que en medio queda M¨¦xico.
De ese tama?o el momento que vivimos.
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