La sociedad de la distancia
Los momentos de 'shock' provocan que tendencias ya existentes se manifiesten de forma m¨¢s clara y abrupta
Dicen que las crisis no cambian la Historia, sino que la aceleran. Es decir, que los momentos de shock no suponen un volantazo hacia direcciones nuevas ni desconocidas, sino que provocan que tendencias ya existentes se manifiesten de forma m¨¢s clara y abrupta, sin apenas tiempo para reaccionar. Tanto las fases anunciadas en el plan de desescalada como lo que se puede intuir de la ¡°nueva normalidad¡± invitan a imaginar una sociedad de la distancia, algo que no es ajeno a la progresiva individualizaci¨®n que se ha vivido en las ¨²ltimas d¨¦cadas. El desaf¨ªo ahora consiste en evitar que la distancia f¨ªsica mute en distancia social hasta llegar a comprometer la misma idea de sociedad.
Esta distancia que el virus impone ha trasladado buena parte de los espacios de socializaci¨®n a entornos digitales. Escuelas, universidades, empresas y centros de trabajo est¨¢n migrando al ciberespacio, que, al mismo tiempo que despliega todo su potencial, tambi¨¦n muestra de forma clara c¨®mo la brecha digital va a multiplicar otras brechas, salvo que se evite con pol¨ªticas p¨²blicas destinadas a tal fin. En el ¨¢mbito laboral est¨¢ emergiendo con fuerza una nueva brecha social, la que se abre entre quienes pueden teletrabajar ¡ªgeneralmente empleos asociados a la ¡°sociedad del conocimiento¡±¡ª y aquellos que inexorablemente necesitan poner el cuerpo, arriesgar su salud acudiendo f¨ªsicamente a su lugar de trabajo. Entre los primeros, las habilidades y el manejo de cada cual en los nuevos entornos crean oportunidades diferentes. Entre los segundos, abren distancias insalvables.
El mundo educativo afronta tambi¨¦n desaf¨ªos que van m¨¢s all¨¢ de los problemas de acceso a la tecnolog¨ªa, adaptaci¨®n de plataformas y formaci¨®n del profesorado y de las familias. La clave aqu¨ª para evitar que esa distancia f¨ªsica se traduzca en social es conseguir mantener la funci¨®n de socializaci¨®n de la escuela y su vocaci¨®n de cerrar las brechas todo lo posible para que el ascensor social vuelva a funcionar, incluso en modelos a distancia o semipresenciales.
Tambi¨¦n el espacio p¨²blico se est¨¢ trasladando al ciberespacio. Desde un punto de vista democr¨¢tico, la sociedad de la distancia corre el peligro de implosionar dando lugar a una mir¨ªada de burbujas homog¨¦neas y autorreferenciales, como en buena medida ocurre ya en las redes sociales. Si as¨ª fuera, el espacio p¨²blico, y con ¨¦l el debate, se fragmentar¨ªa en una multiplicidad de miniespacios a los que cuesta llamar p¨²blicos. Si las sociedades, que no son sino ¨¢mbitos de comunicaci¨®n, se dividen de esta manera, los efectos sobre la conversaci¨®n p¨²blica no se har¨¢n esperar, y sobre la democracia tampoco.
De forma temporal primero, y es posible que para siempre despu¨¦s, la sociedad que ya se vislumbra obliga a revisar las prioridades y los desaf¨ªos para seguir consider¨¢ndose como tal. Ser¨ªa ¨²til empezar por elaborar un cat¨¢logo de estos retos y las pol¨ªticas p¨²blicas con las que se van a abordar.
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