Paisajes fascinantes para despu¨¦s del confinamiento: seis dehesas espa?olas que revientan en primavera
Son el ecosistema m¨¢s singular del occidente peninsular. Una interacci¨®n del hombre y la naturaleza en la que esta ¨²ltima no pierde, como siempre. Aqu¨ª van seis zonas adehesadas para deleitarse con sus colores en cuanto volvamos a viajar
El Diccionario de la Lengua dice que son ¡°tierras acotadas y por lo com¨²n dedicadas a pastos¡±, pero tan parca explicaci¨®n resulta un tanto desilusionante para abarcar uno de los ecosistemas m¨¢s representativos del centro y sur peninsular y el que mejor define la interacci¨®n benefactora entre el hombre y la naturaleza. Mucho m¨¢s po¨¦tico ser¨ªa decir que Dios cre¨® el bosque mediterr¨¢neo y luego el hombre lo transform¨® en dehesa. Porque una dehesa es un ejemplo mod¨¦lico de equilibrio entre la extracci¨®n de productos y el mantenimiento de valores ambientales gracias a la tala selectiva del bosque mediterr¨¢neo, sustituyendo el sotobosque por pastizales, pero dejando las especies arb¨®reas ¡ªalcornoque, encina y quejigo, en su mayor¨ªa¡ª para que creen una cubierta vegetal y protejan el suelo.
Dehesas hay en muchos lugares de la Espa?a y Portugal con clima mediterr¨¢neo, hasta un total estimado de cinco millones de hect¨¢reas solo en nuestro pa¨ªs. Se prolongan durante cientos de kil¨®metros en Extremadura o en Andaluc¨ªa occidental, suben hacia el norte para alcanzar la sierra de Gata, se instalan sin problemas a los pies del Sistema Ib¨¦rico o despliegan su manto por buena parte de Castilla-La Mancha.
Pero todas sin excepci¨®n provocan en el viajero la misma sensaci¨®n de paz y armon¨ªa. La dehesa es la sencillez de l¨ªneas llevada a su m¨¢xima expresi¨®n, la evoluci¨®n forzada por el hombre del bosque mediterr¨¢neo, un escenario austero y simple modelado por la mano humana, pero sin aporte de elementos extra?os. Como si las gigantescas tijeras de un barbero mitol¨®gico hubieran podado unos arbustos por ac¨¢, cardado otros matorrales por all¨¢, para componer un peinado limpio, minimalista, con enormes herbazales despejados sobre lo que puntean las siluetas copudas de encinas, alcornoques, acebuches, casta?os o quejigos como sombrillas naturales desplegadas al viento para proteger la campi?a de los rigores del est¨ªo. Estas son seis zonas adehesadas que te recomiendo visitar:
Dehesas de Sierra Morena (C¨®rdoba, Ja¨¦n y Sevilla)
Sierra Morena se alza como una barrera alomada en la que el clareo de especies arbustivas cre¨® grandes dehesas en torno a Sierra Madrona o en las llanuras sin fin del valle de Alcudia, aunque otras zonas m¨¢s occidentales de la sierra sufrieron la terrible secuela de la pol¨ªtica forestal de los a?os sesenta y setenta, cuando lo pr¨®spero era arrancar bosque mediterr¨¢neo natural para sustituirlo por eucaliptos y pinos. Los Pedroches, en C¨®rdoba; las serran¨ªas de And¨²jar, en Ja¨¦n ¡ªun parque con una inmensa riqueza de ciervos, gamos y jabal¨ªes en el que tambi¨¦n vive una comunidad de linces¡ª o el parque natural de la Sierra Norte de Sevilla ¡ªque ocupa un 25% de la superficie de la provincia¡ª son buenos ejemplos para disfrutar la primavera en una dehesa, un espect¨¢culo natural y una experiencia sensorial inigualable.
Monfrag¨¹e (C¨¢ceres)
Algo similar a lo de Sierra Morena ocurri¨® en Monfrag¨¹e, uno de los parques adehesados de Extremadura de mayor valor ecol¨®gico, donde los ingenieros de montes del franquismo aterrazaron y desmontaron miles de hect¨¢reas de espeso bosque de quejigos, encinas, madro?os, cornicabras, acebuches, majuelos y robles para plantar... ?eucaliptos! Por fortuna, la presi¨®n social y ecologista logr¨® parar el destrozo y salvar del expolio 18.000 hect¨¢reas que se protegieron bajo la figura de parque natural en un rect¨¢ngulo de unos treinta kil¨®metros de largo paralelo al r¨ªo Tajo, entre el Salto del Gitano y la localidad de Casas de Miravete, aunque el bosque mediterr¨¢neo relicto solo se conserva en la ladera norte de la sierra de las Corchuelas.
Parque nacional de Caba?eros (Ciudad Real)
Los montes comunales de Caba?eros pertenecieron desde 1246 a la ciudad de Toledo. En ellos se extra¨ªa madera y corcho, se fabricaba carb¨®n vegetal, se produc¨ªa miel en las colmenas, se apacentaba ganado y se cultivaba cereal en las llanuras. Ese aprovechamiento tradicional, unido a las f¨¦rreas normas de uso que inclu¨ªan largos turnos de rotaci¨®n y barbecho, control de talas y duras penas a los infractores de las ordenanzas, permiti¨® la conservaci¨®n hasta principios de siglo XX de buena parte del bosque aut¨®ctono y de enormes zonas de dehesa que empezaron a peligrar a partir de 1950, cuando las ra?as, las llanuras a pie de monte tan caracter¨ªsticas de Caba?eros, fueron taladas y roturadas para plantar en ellas cereal. M¨¢s tarde el Ej¨¦rcito del Aire se empe?¨® en montar all¨ª un parque de tiro que fue muy contestado por todo tipo de estamentos. De aquella lucha surgi¨® la declaraci¨®n de Caba?eros como parque nacional.
Parque natural de los Alcornocales (C¨¢diz)
El parque natural de los Alcornocales es la mayor mancha de bosque aut¨®ctono mediterr¨¢neo de Andaluc¨ªa. La ¨²ltima selva original del sur de Europa, donde alcornoques, acebuches y quejigos forman un manto verde y tupido que parece extenderse hasta el infinito. Hay zonas de bosque denso y primigenio, sobre todo en torno al puerto de Galis. Pero tambi¨¦n amplias fincas adehesadas donde se practican los usos tradicionales de saca y pastoreo desde tiempos inmemoriales. Si desde el puerto de Galis doblamos por la estrecha carreterita que lleva hacia Ubrique, entramos en otro mundo. La vista se pierde entre las copas de los ¨¢rboles mientras la estrecha cinta de asfalto culebrea entre interminables alcornocales. No hay nada m¨¢s ¨¢rboles, miles y miles de ¨¢rboles, y un sotobosque de coscoja, lentisco, matagallo, helechos y madro?o.
Sierra de Aracena (Huelva)
Aracena es un bosque mediterr¨¢neo privilegiado. Por su cercan¨ªa a la costa y por la ausencia de barreras monta?osas que invita a los vientos h¨²medos del Atl¨¢ntico a descargar agua sobre ¨¦l, aliviando el clima y asegurando veranos suaves. Para un profano, el parque parecer¨ªa un manto uniforme y continuo de ¨¢rboles. Para un bot¨¢nico, esa sucesi¨®n de especies es un ejemplo de libro de los diferentes pisos ecol¨®gicos que definen al bosque mediterr¨¢neo. En las llanuras intervenidas por el hombre aparecen olivos y frutales. Despu¨¦s viene la dehesa de encinas para dar paso m¨¢s tarde al alcornocal en las zonas altas y h¨²medas. Subiendo m¨¢s, aparecen los casta?ares. Una biodiversidad bot¨¢nica que ha tenido un buen aliado en el cerdo de pata negra, una de las fuentes de riqueza de la zona, que por fortuna para el bosque necesita de ¨¦l para alimentarse de bellotas a diferencia del ganado lanar, para cuyo pastoreo es m¨¢s pr¨¢ctico talarlo.
Las dehesas de Salamanca y C¨¢ceres en la V¨ªa de la Plata
La antigua calzada romana n¨²mero XXIV, Iter ad Emerita Asturicam, es decir, entre M¨¦rida y Astorga, conocida hoy como V¨ªa de la Plata, ofrece uno de los mejores itinerarios hist¨®ricos a trav¨¦s de la Pen¨ªnsula. Hoy se puede hacer a pie o en bici siguiendo las flechas amarillas que llevan a Compostela (es uno de los Caminos de Santiago), por la vieja N-630 o por la moderna autov¨ªa A-66. El tramo extreme?o, entre la capital auton¨®mica y el puerto de B¨¦jar, que limita las provincias de C¨¢ceres y Salamanca, se convierte cada primavera en un aut¨¦ntico deleite para los sentidos. La m¨¢s salvaje y bella dehesa extreme?a, terrenos ondulados, campi?as mullidas por la hierba y abovedadas por miles de encinas que dan vida a ese ecosistema tan especial que es la dehesa. Tras el puerto de B¨¦jar, se cambia de provincia pero no de paisaje. La dehesa sigue muchos kil¨®metros m¨¢s por Salamanca, donde pastan vacas de una raza aut¨®ctona, (la morucha, salmantina por excelencia), piaras de cerdos ib¨¦ricos y manadas de toros bravos.
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