Lucha de clases, terroristas suicidas y la humanidad casi exterminada: olv¨ªdate de 'Los Simpson', todo lo predijo 'Battlestar Galactica'
Esta serie de culto, que desde hace unas semanas se puede ver en Amazon Prime Video, es mucho m¨¢s que ciencia ficci¨®n. Se trata de una 'space opera' visionaria que merece la pena recuperar
En el primer cap¨ªtulo de la tercera temporada de Battlestar Galactica un terrorista suicida se inmola en la ceremonia de graduaci¨®n de una academia de polic¨ªa. El episodio, titulado Ocupaci¨®n, se emiti¨® en octubre 2006 en la cadena estadounidense Syfy. Tuvo m¨¢s de dos millones de espectadores y las cr¨ªticas fueron entusiastas. Lo curioso, el terrorista es uno de los buenos. Un miembro de la resistencia? a la ocupaci¨®n de los cylon, m¨¢quinas inteligentes que han exterminado casi toda la civilizaci¨®n humana.
S¨ª, Battlestar Galactica, que desde hace unas semanas se puede ver en Amazon Prime Video, es una serie de ciencia ficci¨®n. Una space opera que se meti¨® en el jard¨ªn de ser la primera serie en intentar explicar qu¨¦ hace que alguien se inmole poni¨¦ndose en el lugar del suicida. No parec¨ªa el mejor momento para eso. El pa¨ªs estaba sumido en la segunda invasi¨®n de Irak, iniciada en 2003, tras acusar sin pruebas el gobierno estadounidense al r¨¦gimen de Sadam Hussein de poseer armas de destrucci¨®n masiva, colaborar con el terrorismo y ser c¨®mplice de los atentados del 11-S. Alrededor de 160.000 soldados estadounidenses estaban desplegados en Irak. Durante 2006 se hab¨ªan producido m¨¢s de cien atentados suicidas indiscriminados con centenares de v¨ªctimas. En los primeros seis meses del a?o hab¨ªan muerto por ataques de la insurgencia iraqu¨ª m¨¢s de 300 militares americanos.
Y, de repente, Battlestar Galactica, el remake de una serie de ciencia ficci¨®n familiar emitida originalmente en 1978, se convirti¨® en la conciencia del pa¨ªs. Hasta tal punto que cuando se present¨® su ¨²ltimo episodio, en 2009, se celebr¨® una mesa redonda en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Acudieron los dos protagonistas principales, Edward James Olmos, el almirante Adama en la ficci¨®n, y Mary McDonnell, que interpretaba a la presidenta Laura Roslin, junto con el creador de la serie, Ron D. Moore. Tambi¨¦n estaba el Representante Especial del Secretario General de la ONU para la cuesti¨®n de los ni?os y los conflictos armados y un portavoz del Alto Comisariado para los Derechos Humanos. El tema a tratar eran: ¡°Los derechos humanos, el terrorismo, los ni?os y los conflictos armados, y la reconciliaci¨®n y el di¨¢logo entre civilizaciones y religiones¡±.
Nadie lo hubiera esperado antes de su estreno viniendo de d¨®nde ven¨ªa. El original solo hab¨ªa durado una temporada. Emitida en 1978, hab¨ªa sido un intento de replicar el ¨¦xito de La guerra de las galaxias. No se hab¨ªan molestado demasiado en disimularlo. El dise?o de las naves, los rayos l¨¢ser, los uniformes o la armadura de los extraterrestres cylon se parec¨ªan tanto a los de Star Wars que solo les faltaba empezar cada cap¨ªtulo con aquello de ¡°hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana¡±, que b¨¢sicamente era la idea. En Galactica, los humanos viven en 12 planetas, las colonias, a los que llegaron miles de a?os antes procedentes de un mundo originario, Kobol. Llevan un milenio en guerra con una raza de robots extraterrestres, los cylon. Cuando creen que van a firmar la paz definitiva, los cylon, con la ayuda de un traidor, el conde Baltar, destruyen las doce colonias. Es una completa masacre. Solo consigue escapar del genocidio una de las grandes naves de combate, la Galactica, y un pu?ado de naves civiles. Una flota con 50.000 supervivientes que huye de los cylon buscando un nuevo hogar. Un decimotercer mundo en el que una leyenda cuenta que se asent¨® una tribu humana perdida. Un legendario planeta llamado Tierra.
La original, una especie de Star Trek para los adolescentes de finales de los setenta, hab¨ªa creado un peque?o culto, lo bastante grande como para que casi 25 a?os despu¨¦s se ponga en marcha una nueva versi¨®n, que cae en manos de Richard D. Moore, que ven¨ªa precisamente de Star Trek. Y ¨¦l ve en esos refugiados huyendo algo que nadie hab¨ªa visto. ¡°Era una oportunidad perfecta para hablar de las cosas que estaban sucediendo en ese momento en el mundo¡±, dijo en una entrevista de 2017. Ese mundo era el que hab¨ªa surgido despu¨¦s de los atentados del 11-S. La administraci¨®n de Bush hijo hab¨ªa demonizado al Islam, el nuevo enemigo de occidente. Una idea que ahora perpet¨²a la ultraderecha con el concepto de la islamizaci¨®n de occidente.
A ver, tampoco exageremos: no deja de ser una serie de naves espaciales de un canal principalmente dirigido al p¨²blico juvenil y los finales de los cap¨ªtulos (76 nada menos, divididos en cuatro temporadas) tiran la mayor¨ªa de las veces hacia el final feliz del cuento de Caperucita. Pero es m¨¢s que llamativo que en vez de centrarse en la tensi¨®n sexual entre los personajes, que la hay, las infidelidades y los amor¨ªos, dediquen episodios a cosas como la natural tendencia del capitalismo a crear sociedades clasistas que perpet¨²an la separaci¨®n entre ricos y pobres dependiendo de si naces en el planeta Sagitarion (algo as¨ª como el Vallecas de las colonias) o en Caprica (Las Rozas, para entendernos). O a plantearse preguntas como cu¨¢l deber¨ªa ser la relaci¨®n entre el poder militar y el civil en caso de crisis, si la tortura es leg¨ªtima para salvar vidas, si hay que respetar las creencias ajenas incluso si pueden llevar a la muerte a los que las ejercen o si el sistema democr¨¢tico funciona cuando se ganan las elecciones mediante mentiras. Recon¨®zcame que no est¨¢ mal.
Para ello, Moore introdujo una serie de cambios. Primero, los cylon eran una creaci¨®n humana que, como los replicantes de Blade Runner, se hab¨ªan rebelado contra sus creadores y hab¨ªan sido expulsados de las colonias. Tras d¨¦cadas escondidos, vuelven para destruir a sus creadores porque creen que, si no, es cuesti¨®n de tiempo que los humanos les destruyan a ellos. En los a?os en el que han estado ocultos han evolucionado, de robots han pasado a ser doce modelos de humanoides indistinguibles de los hombres. Cada modelo tiene miles de copias, cuando uno muere, su mente resucita en otro cuerpo, manteniendo sus recuerdos y experiencias. Algunos saben que son cylon, otros, no. Algunos se enamoran o desarrollan conciencia. Un fil¨®n para plantearse preguntas sobre la identidad o la pertenencia al grupo que el creador de la serie parece disfrutar soltando a las bravas: ?Es alguien culpable de lo que hagan sus iguales? ?Qu¨¦ diferencia a una m¨¢quina de un ser humano? ?Tienen los robots conciencia?. Tambi¨¦n desarrolla una m¨ªstica religiosa de lo m¨¢s peculiar: Los cylon son monoteistas. Los humanos, politeistas. El conflicto es racial y religioso.
A Moore, la cosa de los uniformes, las naves y los efectos parece importarle lo justito. La mayor¨ªa son clavados al original. Pero a los personajes les da un buen arre¨®n. Adama, l¨ªder militar de la flota, es el m¨¢s parecido al original, un l¨ªder militar ¨ªntegro, sensato y razonable. Su lugarteniente, el coronel Tigh, que en el original es poco m¨¢s que un perrito faldero, aqu¨ª representa todos los defectos cuartelarios: es un alcoh¨®lico violento y sin ning¨²n tacto que desprecia a los civiles a los que considera poco menos que una molestia. ?l es el l¨ªder de la resistencia que ordena los ataques suicidas. Laura Roslin es la presidenta. Una antigua funcionaria de bajo rango, que se ve catapultada al poder pol¨ªtico porque los 75 que iban delante de ella no han sobrevivido al genocidio. Y resulta ser una dem¨®crata convencida y escorada a la izquierda para los est¨¢ndares estadounidenses. Baltar, el villano, pasa de noble a genio cient¨ªfico, egoc¨¦ntrico, oportunista y populista. Pero tambi¨¦n rebosante de remondimientos y deseando redimirse.
Los dos principales guerreros tambi¨¦n cambian, Apollo, el reflexivo y moralista hijo de Adama, es en la nueva versi¨®n un personaje lleno de dudas y contradicciones, que carga con el peso de la muerte de su hermano y su pareja. Starbuck, el mujeriego y bebedor as de la aviaci¨®n malote pero adorable, es aqu¨ª una mujer. La nueva Starbuck es tambi¨¦n infinitamente m¨¢s compleja, una indisciplinada y rebelde militar, que arrastra un pasado oscuro de abusos, fumadora de puros, sexualmente activa y capaz de derribar de un golpe a cualquier hombre que se le ponga delante. Con esos mimbres, guiones y personajes complejos. Se construy¨® una historia que, a pesar de que flojea en multitud de ocasiones, incluso ahora resulta sorprendente por lo osado de sus premisas.
?ltimas noticias: Se prepara una nueva versi¨®n. La Battlestar Galactica que ser¨¢ una de las series de Peacock, la plataforma creada por la cadena estadounidense NBCU que se lanza en teor¨ªa el 15 de julio. El productor ejecutivo es Sam Esmail, el creador de Mr Robot y Homecoming. ?l ha afirmado que no ser¨¢ un renacimiento. "Explorar¨¢ la una nueva historia dentro de la mitolog¨ªa, manteni¨¦ndose fiel al esp¨ªritu original". Lo dem¨¢s todav¨ªa es misterio. Echen una mirada a su antecesora para abrir boca.
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