¡°Hiciste de mi vida un infierno¡±: Hollywood ya delata a los malos compa?eros, ?por qu¨¦ Espa?a no se atreve?
La crisis de imagen que atraviesan figuras sagradas de la televisi¨®n en Estados Unidos como Ellen Degeneres o estrellas como Lea Michele dejan claro que ya no hay miedo a hablar de la crueldad en el set de rodaje, pero en nuestro pa¨ªs todav¨ªa no hemos abierto esa puerta
Un solo tuit del c¨®mico Kevin Porter sirvi¨® el pasado marzo para hacer que la imagen de Ellen Degeneres, "la mujer m¨¢s divertida de Am¨¦rica", una de las presentadoras y c¨®micas m¨¢s queridas y poderosas de la televisi¨®n en Estados Unidos, cayese por los suelos. "Ellen Degeneres es una de las personas m¨¢s crueles que hay. Contesta a este hilo con la peor historia que hayas escuchado sobre Ellen siendo cruel y por cada respuesta donar¨¦ dos euros al banco de alimentos de Los ?ngeles". Cinco mil respuestas despu¨¦s, Ellen sufre una crisis de relaciones p¨²blicas y publicaciones especializadas como Variety han dedicado art¨ªculos para dar voz a empleados y compa?eros que han dibujado una cara muy distinta de la que conoce el p¨²blico.
"En Espa?a, enemistarte en p¨²blico con alguien puede dejarte sin trabajo. Nadie quiere ser tachado de conflictivo o de tener la piel fina, as¨ª que en esos casos lo m¨¢s com¨²n es apretar los dientes", afirma una trabajadora de la industria del entretenimiento
Es la eterna historia de lo que se sabe, pero no se cuenta. O de lo que se cuenta en camerinos, en pasillos, en bares o en fiestas privadas, pero no tiene proyecci¨®n m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito profesional. Algo que sucede en todos los ¨¢mbitos: el jefe que te hace la vida imposible o el compa?ero que pisar¨ªa tu cabeza para conseguir un ascenso lo ha sufrido, m¨¢s o menos, todo el mundo. Pero en el mundo del espect¨¢culo el poder no solo impon¨ªa a la hora de hablar, sino que una calculada estrategia de relaciones p¨²blicas (de la que adem¨¢s depend¨ªan millones en publicidad) opacaba cualquier intento de desenmascarar a alguien. ?Se dice en los c¨ªrculos televisivos que la todopoderosa Oprah Winfrey puede ser d¨¦spota, calculadora y cruel? S¨ª. ?Trasciende a los medios? Apenas. Cuando en 2011 Kitty Kelley public¨® una escandalosa biograf¨ªa de la presentadora y empresaria, casi ning¨²n programa ni canal quisieron dedicarle un solo segmento de su programaci¨®n. Enfadar a Oprah era enfadar al monstruo.
Pero est¨¢ ocurriendo ahora. Paralelamente al movimiento #MeToo, obviamente de implicaciones mucho m¨¢s profundas y graves, en el mundo del espect¨¢culo se est¨¢ normalizando que artistas y trabajadores hablen sin tapujos de qui¨¦n fue un dolor de muelas en un rodaje o quien les hizo la vida imposible cuando estaban comenzando su carrera. Hoy es actualidad Lea Michele, cantante y actriz conocida sobre todo por Glee. El 29 de mayo escribi¨® un tuit donde lamentaba la muerte de George Floyd con su correspondiente hashtag "black lives matter". Muy poco despu¨¦s, el pasado martes 2 de junio, la actriz Samantha Marie Ware (que hizo de Jane en la temporada 6 de la serie de Ryan Murphy) respondi¨® lo siguiente y en may¨²sculas (que, en Internet, indica que est¨¢s gritando):
"?Me parto! ?Te acuerdas de cuando hiciste de mi primer papelito en televisi¨®n un infierno en la tierra? Porque yo nunca lo olvidar¨¦. Creo que le dijiste a todo el mundo que, si ten¨ªas oportunidad, cagar¨ªas sobre mi peluca, entre otras microagresiones traum¨¢ticas que hicieron que me cuestionase si quer¨ªa una carrera en Hollywood", escribi¨® la actriz. Leah no tard¨® en responder con un comunicado oficial un d¨ªa despu¨¦s, lo cual da una idea de que la historia hab¨ªa dado donde le dol¨ªa y, tal vez, hab¨ªa verdad en ella. Pese a que, seg¨²n afirma en el comunicado, publicado por la revista People, no recordaba ese incidente en particular al que se refer¨ªa la actriz, Lea remataba: "He escuchado esas cr¨ªticas y estoy aprendiendo a la vez que pido perd¨®n. Ser¨¦ mejor persona en el futuro tras esta experiencia".
El comunicado era de diez, pero no evit¨® que otras personas que han trabajado con Lea Michele apoyasen a Samantha Marie Ware compartiendo sus propias historias, como Heather Morris, que indic¨® ¨Ctambi¨¦n en Twitter¨C que Michele era "muy desagradable como compa?era".
?Ha creado la pandemia y su consiguiente confinamiento una tormenta perfecta para que empecemos a ver a las celebridades de otra manera? Un compartid¨ªsimo an¨¢lisis de The New York Times habl¨® el pasado abril de c¨®mo el propio concepto de la celebridad se revel¨® no solo in¨²til durante estos tiempos dif¨ªciles, sino desagradable para la gente de a pie: ver a esas superestrellas pedir que todos nos qued¨¢semos en casa desde sus espectaculares jardines con hechuras de parque tem¨¢tico fue un golpe de realidad. ?Pero por qu¨¦ esto apenas ocurre en Espa?a? Mientras en Estados Unidos se ha hecho habitual desenmascarar a esos que crean ambientes t¨®xicos en el mundo del espect¨¢culo, apenas hemos visto una ola correspondiente en Espa?a.
Pocos aqu¨ª se han atrevido a hablar mal de un compa?ero de trabajo. Apenas se recuerda el caso de Pilar Punzano contra Imanol Arias, que en 2015 public¨® una carta contra el actor en su perfil de Facebook que recogieron todos los medios. "Este se?or que a la mayor¨ªa le parece entra?able", escribi¨® Punzano, "jam¨¢s me pregunt¨® c¨®mo estaba en cinco a?os. No sabe nada de los delitos que han cometido contra los derechos de los trabajadores dicha productora en mi caso, ?o s¨ª?". Es una de las pocas que, con raz¨®n o sin ella (en una posterior entrevista a EL PA?S asegur¨® no tener problemas con Imanol y haber aceptado sus disculpas), se han atrevido a dar el paso de criticar p¨²blicamente a una figura sagrada de los medios en Espa?a.
Seg¨²n una trabajadora de la industria de la televisi¨®n en Espa?a, s¨ª hay casos de vacas sagradas en la industria adoradas por el p¨²blico y cuyo comportamiento con el equipo ha suscitado a menudo cr¨ªticas, pero nunca p¨²blicas. "La manera como tratamos a las estrellas en los rodajes, junto a los rasgos narcisistas que en muchos casos van unidos a la vocaci¨®n interpretativa, da lugar a comportamientos tir¨¢nicos por parte de los actores que jam¨¢s se tolerar¨ªan en otros ¨¢mbitos profesionales, ni siquiera a los jefes", explica tras pedir que se mantenga su anonimato. "Y a pesar de que en los ¨²ltimos a?os se ha tomado m¨¢s conciencia de esto (las denuncias de los abusos sexuales son un buen ejemplo), todav¨ªa hay cierta sensaci¨®n de impunidad".
"Los que sufren las consecuencias de estas actitudes, sobre todo trabajadores, pero tambi¨¦n algunos actores, no quieren hablar p¨²blicamente de ello porque su pan est¨¢ en juego", prosigue. "En Espa?a m¨¢s a¨²n, porque se trata de una industria m¨¢s peque?a y m¨¢s precaria en la que enemistarte en p¨²blico con alguien puede dejarte sin trabajo. Nadie quiere ser tachado de conflictivo o de tener la piel fina, as¨ª que en esos casos lo m¨¢s com¨²n es apretar los dientes, aguantar lo que dure el proyecto, y esperar no volver a cruzarte con seg¨²n qu¨¦ personajes". As¨ª, a menudo la charla de colegas tras las c¨¢maras, cuando nadie escucha, se convierte en una especie de recuerdo de guerra en el que t¨¦cnicos, actores secundarios y guionistas se preguntan: "?Y t¨² a qui¨¦n sobreviviste?".
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