Y la liberaci¨®n de los ni?os, ?para cu¨¢ndo?
A estas alturas de la crisis, y a pesar de que el virus sigue en circulaci¨®n, tal vez sea un buen momento para que jueguen entre ellos
Sin colegio, sin amigos y sin toboganes, pero s¨ª haciendo los deberes en casa, con sus padres y con miedo. Estas son las circunstancias que han definido a grandes rasgos la vida de los ni?os durante esta crisis sanitaria de coronavirus. Un camino recorrido con ah¨ªnco y gracias a esa capacidad de adaptaci¨®n que les define como grandes succionadores de experiencias y aprendizaje, sobre todo de los m¨¢s peque?os. Han aprendido a convivir durante muchas m¨¢s horas con sus padres y hermanos en un espacio reducido; han asumido la rutina de hacer los deberes en casa con unos profesores nuevos; han aprendido a jugar, a ser creativos, a aburrirse. Se han enfadado, han re¨ªdo, han chillado, han llorado y han disfrutado. Pero tambi¨¦n han sido los grandes olvidados de esta pandemia.
Desde que cerrasen los colegios el pasado 11 de marzo, los ni?os han vivido distintos tipos de reclusi¨®n. Lo m¨¢s duro sobrevino en las primeras nueve semanas de encierro total, en las que los ni?os solo vieron el sol desde su ventana o jugando en un peque?o balc¨®n, los m¨¢s afortunados, mientras dibujaban entregados grandes arco¨ªris en los que felicitaban por su labor a los sanitarios de nuestro pa¨ªs. A pesar de que se agotaran tanto las existencias de manualidades como la paciencia de los padres, que pugnaban por teletrabajar mientras cuidaban, criaban y ense?aban, a la vez que recurr¨ªan a una creatividad que menguaba con el paso de los d¨ªas, los m¨¢s peque?os siempre nos ense?aban algo de luz al final del t¨²nel, gracias al poder de su imaginaci¨®n. No olvidemos que la movilidad de los adultos era muy reducida: tan solo se nos permit¨ªa salir a realizar tareas esenciales como comprar comida o ir a la farmacia, entre otras pocas cosas.
Eso s¨ª, ni el decreto del estado de alarma ni sus sucesivas ampliaciones les mencionaron en ning¨²n momento, y solo fue gracias a la presi¨®n de familias y expertos que los ni?os consiguieron el ansiado permiso para salir a dar un paseo, a partir del pasado 26 de abril. Pero cost¨®. Las redes se hab¨ªan incendiado poco antes por el mensaje err¨®neo de un Gobierno que, en un primer momento, indic¨® que los ni?os solo podr¨ªan salir con sus padres a hacer tareas esenciales. Una espont¨¢nea y airada reacci¨®n popular propici¨® entonces la rectificaci¨®n del Ejecutivo, para que por fin los menores de 14 a?os pudieran pasear. Pero, eso s¨ª, solo una hora al d¨ªa, con un solo progenitor y en un radio de un kil¨®metro de su casa. Cabe recordar que la primera salida de aquel domingo tampoco qued¨® exenta de pol¨¦mica, cuando cientos de ni?os y padres tomaron la nueva normativa como si de un d¨ªa festivo se tratase. Pero desde entonces se cumplieron las normas, y comenz¨® la vuelta a la normalidad en Espa?a. ?Ser¨ªa este momento de los ni?os?
La desescalada, organizada en fases sucesivas, marca los avances y la apertura de la econom¨ªa y de la movilidad. Pero no de los ni?os, que siguen inm¨®viles. Es cierto que en la fase 2 (en la que, por ejemplo, Madrid entra esta semana) ya no tienen horarios ni l¨ªmite de tiempo, salvo los de aquellos dirigidos a los mayores, los m¨¢s castigados por esta pandemia. Pero tampoco, en esta ocasi¨®n, hay clase; tampoco hay amigos; tampoco hay parques infantiles. Se han abierto los bares, los peque?os comercios e incluso las plazas de toros y las discotecas. Pero los ni?os, los de cero a seis a?os, siguen sin poder subirse a un columpio, y siguen sin regresar a las aulas.
La poca evidencia cient¨ªfica acumulada en estos meses respecto a la infancia ha desmentido que los ni?os sean supercontagiadores. Tambi¨¦n ha confirmado que, aunque se puedan contagiar, el virus no es en ellos m¨¢s agresivo que cuando se infecta un adulto. Entiendo la dificultad de limpiar un parque infantil cada vez que un ni?o se baje o el riesgo de que los chupen o se besen y abracen entre ellos, y que esto pueda causar cierto recelo y preocupaci¨®n. Ese miedo natural sobre que no sean capaces de respetar la distancia de seguridad es una responsabilidad tambi¨¦n de los padres que, por cierto, son los ¨²ltimos que quieren que sus hijos enfermen. Y s¨ª, seguramente, haya alg¨²n despistado que incumpla la norma, pero, por desgracia, tambi¨¦n los hay en fiestas familiares o en botellones clandestinos.
A estas alturas de la crisis, a pesar de que el virus sigue en circulaci¨®n, tal vez sea un buen momento para probar, para hacer un experimento social que permita a los ni?os jugar entre ellos; para liberarlos, porque alg¨²n d¨ªa tienen que salir y socializar. Se puede pensar como una prueba previa para cuando vuelvan a las aulas en este tan ansiado septiembre, y que as¨ª se les tenga en cuenta.
En serio, ?nadie se pregunta c¨®mo es posible que se pueda ir a un supermercado o a una terraza con un ni?o y no a un parque infantil? ?Es que esos sitios est¨¢n exentos de contagio? Que alguien lo aclare, porque ayudar¨ªa mucho a entenderlo, a comprender la diferencia. Pero si hay algo que esta pandemia ha dejado claro, es que los ni?os, sobre todo los m¨¢s peque?os, no son del Estado, son de sus padres. Ellos han cuidado, criado y ense?ado a sus hijos, sin por ello dejar de producir. Ellos solos, sin sus gobernantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.