Mon¨®logo exterior: sobre el nuevo n¨²mero de ICON Design
Una colecci¨®n desprejuiciada de ideas, historias, casas, lugares, muebles y objetos, y de los talentos que los hacen posible. Disponible en tu kiosco
En 1978, antes del rodaje de Interiores, Woody Allen tuvo que descartar 50 localizaciones hasta decidirse por el hogar de Vincent y Ann Caristo: una casa de principios de siglo con 30 habitaciones, fachada de madera y estupendamente ubicada entre las dunas de la playa de Southampton, al norte de Nueva York. Cuando la encontraron, el proceso de dar con la decoraci¨®n adecuada fue hasta peor. Hizo falta un mes de obras para levantar la moqueta, abrillantar la madera, quitar contraventanas para no tapar las vistas, pintar, despejar habitaciones y sustituir los muebles de la familia por unas pocas piezas sobrias y perfectas. Pero, cuando el director lo vio, se vino abajo. ¡°Esto no es lo que ten¨ªa en la cabeza. Es demasiado duro. Estos no son los muebles¡±.
Supongo que en ese momento Mel Bourne, el director de arte, se quiso pegar un tiro. Pero una pared blanca no dice lo mismo que una pared beis, e Interiores era el primer drama de Allen: una historia sobre el declive psicol¨®gico y emocional de una interiorista, sobre la deriva de su familia y sobre los espacios que habitaban, que adquir¨ªan un protagonismo equiparable al de Diane Keaton, Geraldine Page y el resto de los actores.
En la pel¨ªcula, la casa de los Caristo en Southampton es una absoluta estrella. Bourne termin¨® amuebl¨¢ndola con antig¨¹edades francesas, inglesas y americanas, y pint¨¢ndola en un crema gris¨¢ceo casi indescriptible. En su af¨¢n por retratar el gusto simple y preciso de la protagonista, y la tensi¨®n que provoca en los suyos, lleg¨® al borde del trastorno: en una habitaci¨®n puso una alfombra de Aubusson de 10.000 d¨®lares. Pero dada la vuelta.
Yo, por supuesto, vi Interiores durante el confinamiento, dividido entre el placer que me produc¨ªa la pureza casi heroica de las casas que habitan los personajes y una cambiante relaci¨®n con la m¨ªa propia. Porque estos meses, como cualquiera, he visto mi sal¨®n desdoblarse como despacho y gimnasio, las cocinas de mis amigos reencarnarse en guarder¨ªa o el cuarto de los ni?os de mis compa?eros de trabajo cumplir como sala de reuniones (con suspicaces visitas de sus peque?os caseros).
Ahora que, adem¨¢s, hemos dejado de viajar, nuestro horizonte se ha hecho m¨¢s dom¨¦stico que nunca.Todo lo cual refuerza la misi¨®n que cada seis meses pretendemos que cumpla ICON Design: ser una ventana al mundo. Una colecci¨®n desprejuiciada de ideas, historias, casas, lugares, muebles y objetos, y de los talentos que los hacen posible. Que d¨¦ gusto leer pero tambi¨¦n pasar p¨¢ginas. Esperamos haberlo conseguido. Nos vemos en octubre.
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