Olafur Eliasson quiere restaurar la belleza en el arte y devolver el arte al pueblo. Puede que lo est¨¦ consiguiendo
'In real life/En la vida real', la exposici¨®n del artista dan¨¦s en el Museo Guggenheim de Bilbao, reabre sus puertas este lunes 1 de junio tras la pausa de la cuarentena: "Quiero creer que ante mis obras la gente piensa: 'Lo he cogido, soy bienvenido en este museo", dice
¡°Si quieres triunfar en el mercado del arte no hagas lo que yo¡±. Lo dec¨ªa Olafur Eliasson (Copenhague, 1967) el pasado febrero, mientras un peque?o ej¨¦rcito prusiano de montadores pon¨ªa en pie las complejas instalaciones de In real life/En la vida real en el Guggenheim Bilbao. Seguramente aquella fuera la ¨²ltima gran exposici¨®n de arte contempor¨¢neo que se inaugur¨® en la Espa?a precovid. Diga lo que diga, Eliasson es uno de los artistas europeos m¨¢s mimados por el mercado. Su obra alcanza precios de seis cifras en subastas y en galer¨ªas: un estatus reservado al m¨ªnimo club de artistas contempor¨¢neos cuyo nombre reconoce un p¨²blico global, como Damien Hirst o David Hockney. El mero hecho de que exista esta retrospectiva, que antes hab¨ªa sido el ¨¦xito de la temporada en la Tate de Londres, es prueba de ello. Como tambi¨¦n lo es que su estudio consista en un n¨²mero indefinido de arquitectos, dise?adores, artesanos, documentalistas, t¨¦cnicos, realizadores e historiadores del arte que, desde Berl¨ªn, trabajan para idear, dise?ar y producir las piezas que llevan su firma. Hoy en d¨ªa, Olafur Eliasson no es tanto un artista como una pir¨¢mide cuya c¨²spide la ocupa una persona llamada Olafur Eliasson.
¡°Vale, el mercado siempre ha estado de mi parte, pero intento evitar que eso influya en mi arte¡±, precisa el dan¨¦s. Y a?ade: ¡°Hoy sabemos que es posible tener en un museo obras hechas con agua, pero te aseguro que antes no era as¨ª¡±. Eliasson ha tra¨ªdo al Guggenheim varias piezas l¨ªquidas, como una catarata que ahora queda frente a la r¨ªa bilba¨ªna y que antes estuvo en el R¨ªo Este de Nueva York (con un coste de 15 millones y medio de d¨®lares, fue uno de los proyectos de arte p¨²blico m¨¢s caros en toda la historia de la ciudad). Tambi¨¦n hay obras fabricadas con l¨ªquenes, niebla o luz. Desde que en 2003 se atreviera a meter un sol artificial en la sala de turbinas de la londinense Tate Modern ¨Cuna instalaci¨®n que hoy se considera hist¨®rica¨C, sus trabajos m¨¢s conocidos han oscilado entre la delicadeza de la escuela de Barbizon, la agreste concepci¨®n de la naturaleza del land art y el v¨¦rtigo de una atracci¨®n de feria. De todo eso hay un poco en Bilbao: la sala Your atmospheric colour atlas sumerge al espectador en color, literalmente. Ninguna forma, ninguna noci¨®n espacial, solo color.
Llama la atenci¨®n que, en pleno 2020, no utilice medios digitales en sus obras. ?Pretende devolvernos al mundo real en estos tiempos de im¨¢genes virtuales?
Bueno, IRL [In real life] es una referencia al mundo digital. Se dirige a la gente m¨¢s joven, que incluye ese hashtag en las redes sociales. Se caen de una bici y escriben: ¡°Me he ca¨ªdo #irl¡±. Me gusta esa idea tomada de lo digital para reclamar que el arte es tambi¨¦n #irl. Adem¨¢s, muchos creen que hay una divisi¨®n entre el interior y el exterior del museo, y yo siempre digo que el museo nos acerca a la realidad m¨¢s que alejarnos de ella. Quiero creer que un museo es como un microscopio donde lo ves todo con m¨¢s definici¨®n.
Usted ha logrado remar a favor del mercado del arte, pero no siempre ocurre as¨ª. ?Qu¨¦ opina del modo en que este eleva los precios de determinados artistas?
Hace poco se vendi¨® una obra de Hockney por 31 millones de d¨®lares. ?Y mi primer pensamiento fue que era barata! Dada su relevancia en el contexto hist¨®rico y art¨ªstico, para m¨ª era a¨²n m¨¢s valiosa. Pero luego pens¨¦: qu¨¦ locura, me he convertido en una v¨ªctima del sistema. As¨ª que, como me gusta tanto Hockney, lo que puedo decir es m¨¢s bien que esa obra no tiene precio. Una de las mayores amenazas para el arte ha sido el ¨¦xito de ferias como ARCO, que se presentan como instituciones culturales por su gran cantidad de contenido curatorial y su elevada calidad. Lo que no se dice es que son plataformas comerciales, donde toda la construcci¨®n se basa en la comercializaci¨®n del arte. Luego podremos decir si est¨¢n bien o no, pero lo primero es admitir que ir a un museo e ir a una feria de arte son dos cosas distintas.
Sus piezas alcanzan precios elevados en esas ferias.
Pero el 90% de lo que llamamos ¡°mercado del arte¡± siguen siendo pinturas, esculturas de bronce y conservadurismo y especulaci¨®n. Aunque s¨¦ que s¨ª, que estoy muy presente en el mundo comercial.
Al introducir la naturaleza dentro del museo, como es aqu¨ª el caso, ?busca otra v¨ªa?
Uso la naturaleza como una caja de herramientas. No creo en el esencialismo y no creo en dios, as¨ª que tampoco creo en las narrativas centralizadoras. Y la naturaleza posee ese potencial de descentralizaci¨®n. Estoy particularmente interesado en seducir, en democratizar el acceso al arte. Disfruto de lo l¨²dico, incluso de hacer el tonto. En el buf¨®n puedes encontrar la p¨¦rdida de control, el hedonismo, el sexo, el comportamiento no normativo. Por el contrario, a veces un museo puede infundir miedo.
?Y c¨®mo se sortea la solemnidad del museo?
Quiero desmitificar el arte, que sea accesible, y que a¨²n haya espacio para lo impredecible. Algunas obras de arte nos hacen pensar que no somos lo bastante buenos o lo bastante listos para entenderlas. Pero quiero creer que ante mis obras la gente piensa: ¡°Lo he cogido, soy lo bastante listo, soy bienvenido en este museo¡±.
?Cree que a la gente, de manera general, le interesa el arte y la cultura?
Mu¨¦strame una ciudad con m¨¢s de mil habitantes donde no haya una banda de m¨²sica, baile, poes¨ªa, pintura¡ Es decir, cultura. La cultura es un producto de la sociedad civil. Y siempre he cre¨ªdo en la colaboraci¨®n entre el sector p¨²blico y el privado. Pero lo p¨²blico, es decir los pol¨ªticos, infravaloran el arte. ?Y a qu¨¦ se debe?
?A qu¨¦ cree usted?
?A vosotros, chicos! La prensa no ha sido capaz de ense?ar a los pol¨ªticos que si dedicas un euro al arte recibes tres a cambio. ?No pod¨¦is esperar que los artistas les eduquemos! Yo hago arte, vosotros deber¨ªais ense?arles eso. Vuestros peri¨®dicos tienen m¨¢s art¨ªculos sobre subastas que sobre exposiciones.
"La prensa no ha sido capaz de ense?ar a los pol¨ªticos que si dedicas un euro al arte recibes tres a cambio. Yo hago arte, vosotros deber¨ªais ense?arles eso. Vuestros peri¨®dicos tienen m¨¢s art¨ªculos sobre subastas que sobre exposiciones"
Pero el arte tambi¨¦n puede educar. Y hacer pol¨ªtica. ?Usted transmite un mensaje pol¨ªtico en su obra?
En principio, s¨ª. Pero en la pr¨¢ctica, si decimos eso, infravaloramos lo lista que es la gente. Yo solo contribuyo con la mitad de la narrativa, y el visitante es un coautor que aporta la otra mitad con sus propias ideas y opiniones. Yo presento un modelo de realidad. Y es un modelo deconstruido, no centralizado. Se produce del mismo modo que el feminismo, que es m¨¢s productivo que el patriarcado.
Tambi¨¦n hay en su obra una clara preocupaci¨®n est¨¦tica, algo que hoy no es com¨²n. ?Cree en la belleza?
Depende de c¨®mo la definamos. Como artista me equivocar¨ªa si dijera que la belleza no es para m¨ª, porque soy libre de ocupar cualquier ¨¢mbito. Pero se ha utilizado de forma muy contraproducente y elitista, por ejemplo en la moda. Y no hay que olvidar que la moda ya la tom¨® prestada del arte. As¨ª que lo que digo es: t¨² ya has usado bastante la belleza, ahora me toca a m¨ª recuperarla.
En su juventud fue bailar¨ªn de breakdance. ?Influy¨® esa experiencia en su posterior trabajo como artista?
Cuando eres joven sientes que no te escuchan, y al bailar aprend¨ª que ten¨ªa una oportunidad para expresarme. Expresaba una idea con mi cuerpo con m¨¢s precisi¨®n que con la palabra. Aunque, sinceramente, en aquellos tiempos no sab¨ªa decir nada con ninguna precisi¨®n.
No parece el entorno m¨¢s apropiado para alguien con inquietudes art¨ªsticas.
Por aquel entonces era medio hom¨®fobo y no muy sofisticado. Pero el modo en que el bailar¨ªn de breakdance construye el espacio es haciendo expl¨ªcita la fricci¨®n, y eso viene de Marcel Marceau y de la tradici¨®n italiana del mimo, que ten¨ªa un enfoque social. Es una reacci¨®n contra el ballet, donde parece que puedes volar, no hay fricci¨®n, vives en un mundo ideal. El breakdance es lo contrario de ese tipo de escapismo.
No acomodarse en el escapismo est¨¢ bien, pero tambi¨¦n hay que vivir con esperanza, ?no?
Creo que tengo esperanza. Es mejor eso que tener miedo. Desmond Tutu dec¨ªa que somos prisioneros de la esperanza, que en ella hay ingenuidad. Pero, ?qu¨¦ arte, qu¨¦ comunicaci¨®n y qu¨¦ art¨ªculo de prensa instigan la acci¨®n? ?Los de la esperanza o los del miedo?
?Sentir miedo es conservador?
Si pensamos que el ma?ana es mejor que ayer, queremos ir hacia el ma?ana. Si no, queremos volver al ayer. Esa es la diferencia entre conservadurismo y progreso.
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