Kathleen Turner: triste historia de una ¡®sex symbol¡¯ que prefiri¨® ser considerada alcoh¨®lica a revelar su enfermedad
Enamor¨® al mundo entero en 'Fuego en el cuerpo' y fue una de las actrices m¨¢s aclamadas de los ochenta. Pero poco despu¨¦s todo cambi¨®. Cuando cumple 66 a?os, repasamos la historia de ¨¦xito, enfermedad y superaci¨®n de una de las mujeres m¨¢s magn¨¦ticas de la pantalla
En apenas una d¨¦cada, Kathleen Turner pas¨® de ser ¡°la actriz m¨¢s deseada de Hollywood¡± al hazmerre¨ªr de la prensa. Hace 25 a?os su erotismo de mujer fatal se transform¨® en un sobrepeso intolerable para la industria y lo m¨¢s memorable que ha hecho desde entonces es parodiar su envergadura f¨ªsica interpretando al padre de Chandler en Friends. Turner decidi¨® ocultar el verdadero motivo de su deterioro f¨ªsico, una enfermedad autoinmune que iba a dejarla en silla de ruedas de por vida, y prefiri¨® dejar que el mundo creyese que era alcoh¨®lica. ¡°Los productores saben lo que son las adicciones y est¨¢n acostumbrados a gestionarlas. Pero si yo dec¨ªa 'tengo una enfermedad misteriosa incurable y no s¨¦ si ser¨¦ capaz de caminar ma?ana' nadie iba a contratarme. As¨ª que cuando intentaba agarrar una taza y no lo consegu¨ªa todo el mundo asum¨ªa que estaba ebria¡±, confesar¨ªa la actriz a?os despu¨¦s. Hoy Kathleen Turner cumple 66 a?os y, en contra de aquel primer diagn¨®stico, sigue caminando. Aunque no sea en la direcci¨®n que los dem¨¢s esperaban de ella.
Su debut en el cine marc¨® su imagen para la posteridad. En Fuego en el cuerpo (Lawrence Kasdan, 1981), Turner se encerraba en su mansi¨®n para intentar contener sus deseos pero William Hurt entraba rompiendo la puerta de cristal con una silla. En la escena m¨¢s ic¨®nica de la pel¨ªcula, la actriz agarraba el pene de Hurt tray¨¦ndolo a la cama para un segundo coito. De este modo, la actriz entr¨® en el imaginario colectivo como una mujer con una iniciativa sexual insaciable, una de esas mujeres fatales manipuladoras del cine negro por las que merecer¨ªa la pena perderlo todo.
¡°Los productores saben lo que son las adicciones y est¨¢n acostumbrados a gestionarlas. Pero si yo dec¨ªa 'tengo una enfermedad misteriosa incurable y no s¨¦ si ser¨¦ capaz de caminar ma?ana' nadie iba a contratarme. As¨ª que cuando intentaba agarrar una taza y no lo consegu¨ªa todo el mundo asum¨ªa que estaba ebria¡±
Y luego estaba aquella voz. Turner llevaba practicando su dicci¨®n desde la adolescencia poni¨¦ndose gomas de borrar en la boca de modo que cuando irrumpi¨® en el cine no sonaba como el resto de actores de la ¨¦poca, que aspiraban a parecer personas normales: Kathleen Turner sonaba como alguien que hab¨ªa modulado su voz profesionalmente para ser algo a¨²n mejor que una actriz. Quer¨ªa ser una estrella. El cr¨ªtico Richard Schickel la describi¨® como ¡°la primera presencia aut¨¦nticamente misteriosa del cine desde Greta Garbo¡±. Turner era el tipo de mujer que en las entrevistas aseguraba que cuando entraba en una habitaci¨®n los ¨²nicos hombres que no se fijaban en ella eran gais o estaban muertos. Jack Nicholson, Warren Beatty y Michael Douglas apostaron cu¨¢l de los tres se la ligar¨ªa primero. Ninguno lo consigui¨®.
¡°La mujer m¨¢s codiciada de Hollywood¡±, seg¨²n People, encaden¨® una racha que pocas estrellas han igualado: Un genio con dos cerebros (Carl Reiner, 1983), para cuyo casting tuvo que luchar porque el director no la ve¨ªa como c¨®mica y en la que Steve Martin alababa que tuviese ¡°un trasero en el que querr¨ªas comer tu almuerzo¡±; Tras el coraz¨®n verde (Robert Zemeckis, 1984), donde tambi¨¦n tuvo que derribar los prejuicios de unos productores que no la cre¨ªan capaz de interpretar a una mujer normal y corriente con inseguridades; El honor de los Prizzi (John Huston, 1985), en la que interpretaba a una asesina de la mafia y Jack Nicholson la admiraba diciendo ¡°no s¨¦ si matarla o pedirle matrimonio¡±; Peggy Sue se cas¨® (Francis Ford Coppola, 1986), que le dio una nominaci¨®n al Oscar, y ?Qui¨¦n enga?¨® a Roger Rabbit?, donde dio voz a otro sex symbol, Jessica Rabbit. La voz de Kathleen Turner fue uno de los fetiches del Hollywood de los ochenta, ¡°tan llena del timbre grave de la tentaci¨®n que podr¨ªa llevar a un obispo a patear una ventana¡± seg¨²n la describi¨® la periodista Maureen Dowd en el New York Times parafraseando a Raymond Chandler. ¡°Tiene el pelo de Lauren Bacall, las caderas de Rita Hayworth y el humo de nicotina de Susan Hayward¡±, admiraba Stephanie Mansfield en The?Washington Post, tras dedicar los siete primeros p¨¢rrafos del reportaje a describir su aspecto. El mito de Kathleen Turner se forj¨® mediante dos frases de Fuego en el cuerpo (una que dec¨ªa ella: ¡°No eres muy listo, me gusta eso en un hombre¡±; y otra que le dec¨ªa William Hurt: ¡°No deber¨ªa estar permitido salir a la calle con ese cuerpo¡±) hasta el punto de que cuando su prometido, el agente inmobiliario Jay Weiss, le dec¨ªa a sus amigos que se iba a casar con ella, la mayor¨ªa reaccionaba pregunt¨¢ndole si era as¨ª de zorra en la vida real.
¡°Jam¨¢s me plante¨¦ casarme con un actor. Nunca he visto a un actor pasar por delante de un espejo sin mirarse a s¨ª mismo. ?Qui¨¦n necesita dos personas as¨ª en una familia?¡±, se preguntaba Turner. la actriz reconoci¨® que se cas¨® porque se sent¨ªa deprimida tras el rodaje de Tras el coraz¨®n verde, en el que recibi¨® ¡°una cantidad de atenci¨®n que la mayor¨ªa de personas no recibe en toda su vida¡± en una experiencia irreal que lleva a muchos actores a pasarse toda su vida buscando m¨¢s atenci¨®n. Cuando la actriz se neg¨® a rodar la secuela, La joya del Nilo (Lewis Teague, 1985), Paramount la demand¨® por incumplimiento de contrato pidi¨¦ndole 22 millones de euros. ¡°[Su personaje, Joan Wilder] era una endeble de repente. Ni siquiera intentaba salvarse a s¨ª misma y eso no encajaba con el personaje. Adem¨¢s, hab¨ªa di¨¢logos de dudoso gusto como: 'Si nos dais a la mujer durante una hora os dejaremos vivir'. No me gustan las bromas de violaciones¡± argumentaba entonces la actriz. Hasta que Douglas, que tambi¨¦n era productor, no accedi¨® a traer de vuelta a la guionista de la primera parte Turner no se comprometi¨® a rodarla. Pero para entonces su reputaci¨®n yac¨ªa en la fosa com¨²n de las ¡°actrices dif¨ªciles¡±.
¡°Hay gente que encuentra la seguridad en s¨ª misma de Kathleen Turner un poco fastidiosa¡± arrancaba Barbara Walters en una entrevista con la actriz de 1989, ¡°la mayor¨ªa de los hombres dicen que podr¨ªan escuchar el sonido de su voz incluso aunque no tuviera nada que decir. Pero tiene mucho que decir¡±. Sus criterios para aceptar un papel eran que no interpretaba a v¨ªctimas ni a personajes cuya ausencia, si los eliminabas del guion, no afectar¨ªa a la trama. Tras la demanda de Paramount empez¨® a exigir la aprobaci¨®n del guion. En Detective con medias de seda (Jeff Kanew, 1991), una comedia de acci¨®n cuyo eslogan promocional era ¡°?Es tan sexy como lista!¡±, vet¨® la sugerencia de Disney de ponerle un novio que la salvase al final. ¡°No me he pasado dos horas construyendo a esta hero¨ªna para que aparezca un hombre y diga 'd¨¦jame a m¨ª'¡±, explicaba en plena promoci¨®n de la pel¨ªcula.
Durante el rodaje se rompi¨® la nariz porque se empe?aba en rodar ella misma sus escenas de acci¨®n, para as¨ª lucir aquel f¨ªsico atl¨¦tico y robusto que la diferenciaba del resto de actrices. Cuando en el cl¨ªmax de La guerra de los Rose se liaba a mamporros con Michael Douglas, nadie ten¨ªa ninguna esperanza de que ¨¦l fuese a ganar. Por eso result¨® tan dram¨¢tico que un par de a?os despu¨¦s el cuerpo de Kathleen Turner, objeto de deseo y herramienta de poder, empezase a fallarle. ¡°Hubo un sentimiento de p¨¦rdida. La artritis reumatoide me lleg¨® casi a los cuarenta, los ¨²ltimos a?os en los que Hollywood me considerar¨ªa una protagonista sexualmente atractiva. Lo m¨¢s dif¨ªcil era que gran parte de mi confianza proven¨ªa de mi fisicalidad. Si no la ten¨ªa, ?qui¨¦n era?¡± recordar¨ªa la actriz. Cuando se reuni¨® con el director de Cuidado con la familia Blue (Herb Ross, 1993), este se limit¨® a pedirle que adelgazase 15 kilos.
Decidi¨® hacer Dos tontos muy tontos 2? cuando se enter¨® de que el personaje aparec¨ªa descrito en el gui¨®n como ¡°una Kathleen Turner de segunda¡±: llam¨® a los directores y les inform¨® de que por un m¨®dico precio pod¨ªan tener a la original
Durante el rodaje de Los asesinatos de mam¨¢ (John Waters, 1994), la actriz empez¨® a sentir dolores, a notar hinchazones en sus articulaciones y a no poder mover el cuello. Su m¨¦dico le dijo que quiz¨¢ estaba pas¨¢ndose de vanidosa y que se comprase zapatos m¨¢s grandes. Tras un a?o de pruebas le diagnosticaron artritis reumatoide, una inflamaci¨®n incurable cuyo ¨²nico tratamiento, paliativo, eran entonces los esteroides y la quimioterapia. La actriz empez¨® a hincharse, a olvidar sus di¨¢logos y a mostrarse irascible con sus compa?eros, as¨ª que la prensa altern¨® chistes a costa de su sobrepeso (¡°La secuela de Fuego en el cuerpo se va a titular 'Grasa en el cuerpo'¡±, recuerda la actriz en su autobiograf¨ªa como uno de los m¨¢s hirientes) con rumores de que era alcoh¨®lica. Ella decidi¨® dejar correr las habladur¨ªas para no admitir su enfermedad cr¨®nica. Y entonces se convirti¨® en una vieja gloria: en una galer¨ªa de los mejores pechos de la historia del cine, la edici¨®n estadounidense de GQ alab¨® el desnudo de Turner en Fuego en el cuerpo para a continuaci¨®n insertar el chiste ¡°Luego hizo Los asesinatos de mam¨¢, as¨ª que perd¨®n por arruinar tu erecci¨®n¡±.
En los peores momentos de la enfermedad, su hija Rachel (que entonces ten¨ªa diez a?os) ten¨ªa que acercarle la cuchara a la boca para comer. Pero Turner nunca dej¨® de trabajar, solo opt¨® por papeles secundarios como el de la madre de Las v¨ªrgenes suicidas (Sofia Coppola, 1999) o el padre transformista de Chandler en Friends porque sab¨ªa que no estaba en condiciones de liderar una producci¨®n. ¡°Pero seg¨²n el dolor iba a peor, descubr¨ª que el vodka lo paliaba maravillosamente¡± confesar¨ªa ella misma. Parad¨®jicamente, Turner acab¨® volvi¨¦ndose alcoh¨®lica para soportar la enfermedad que hab¨ªa llevado a la prensa a tacharla de alcoh¨®lica por error.
Cuando recibi¨® un gui¨®n que describ¨ªa su personaje como ¡°tiene 37 a?os pero sigue siendo atractiva¡±, Turner decidi¨® mostrar su cuerpo de 46 desnudo sobre el escenario en El graduado en 2000. La funci¨®n vendi¨® todas las entradas. Tras desmayarse en un lavabo (en su d¨ªa libre, aclara, porque su alcoholismo nunca afect¨® a su profesionalidad) se someti¨® a un tratamiento de desintoxicaci¨®n y cosech¨® las mejores cr¨ªticas de su carrera y una nominaci¨®n al Tony por ?Qui¨¦n teme a Virginia Woolf? en 2006. Turner convenci¨® al dramaturgo Edward Albee, que llevaba 30 a?os sin autorizar la representaci¨®n de la obra, de que ella personificaba a esa mujer de apetitos voraces a la que la vida hab¨ªa pasado por encima. Los nuevos medicamentos para la artritis reumatoide consiguieron que su enfermedad remitiese y desde entonces ha vuelto a trabajar, pero Hollywood no tiene sitio para las mujeres como ella.
En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas ha aparecido en cinco pel¨ªculas. Decidi¨® hacer Dos tontos muy tontos 2 (Bobby y Peter Farrelly, 2014) cuando se enter¨® de que el personaje aparec¨ªa descrito en el gui¨®n como ¡°una Kathleen Turner de segunda¡±: llam¨® a los directores y les inform¨® de que por un m¨®dico precio pod¨ªan tener a la original. En aquella comedia parodiaba su pasado como sex symbol al interpretar a una novia de juventud de Jeff Daniels tan explosiva que cuando Jim Carrey la ve¨ªa con su aspecto actual se negaba a creer que esa mujer ¡°con los mofletes como un pez globo¡± pueda ser la t¨ªa buena que recordaban.
En 2005 se separ¨® de su marido, a quien asegura haber sido fiel durante 22 a?os, porque ¨¦l ¡°estaba cansado de ser el se?or Turner¡± y deseaba una vida apacible, mientras que ella quer¨ªa seguir siendo Kathleen Turner. En cuanto se divorci¨® dej¨® de tener tantas ganas de beber. ¡°A veces pienso que me qued¨® mucho por explorar durante mis treinta y mis cuarenta, me encantar¨ªa volver a enamorarme y volver a tener sexo. Sexo del bueno¡±, lament¨® en Vanity Fair. El a?o pasado Turner volvi¨® a los titulares cuando describi¨® la forma en la que Donald Trump estrech¨® su mano cuando se conocieron en los 90: ¡°Cuando te agarra la mano, frota en c¨ªrculos su dedo ¨ªndice contra tu palma. Supongo que ¨¦l lo considera muy sensual o sexy, pero es una sensaci¨®n horrible¡±. Asegura que no se ha operado porque ser¨ªa incapaz de interpretar sin cejas, confiesa que no entiende d¨®nde guardan los intestinos las actrices j¨®venes actuales y critica que Hollywood se siga sorprendiendo cada vez que una mujer no tiene el mismo aspecto a los 60 que a los 30. ¡°En Am¨¦rica somos unos hip¨®critas, utilizamos mujeres desnudas hasta para vender cerveza pero no hablamos sobre el sexo. Y desde luego no hablamos sobre el sexo de las mujeres maduras¡±, denunci¨®.
Ella no ha tenido relaciones desde su divorcio, porque ahora todos los hombres que le interesan son gais o est¨¢n muertos. ¡°Conozco un par de tipos estupendos, pero estaban casados y sus mujeres me ca¨ªan bien. Bueno, una de ellas me ca¨ªa bien¡±. Y aunque no tiene previsto jubilarse, s¨ª ha pensado cu¨¢l ser¨¢ su epitafio: ¡°M¨¢s mujer de la que jam¨¢s podr¨¢s tener, m¨¢s hombre de lo que jam¨¢s podr¨¢s ser¡±.
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