As¨ª se condena y se despide por Zoom
Crueldad, humillaci¨®n y sentido pr¨¢ctico se mezclan en la decisi¨®n de algunas empresas de despedir a sus empleados por videollamada. Incluso hay sentencias de muerte anunciadas as¨ª.
Aunque usted crea que estos meses ha vivido una experiencia extrema y dist¨®pica, si no ha sido despedido o condenado a muerte v¨ªa Zoom, ya puede ir desescalando adjetivos.
El 15 de mayo en Singapur, Punithan Genasan, considerado culpable de un delito de drogas, fue condenado en un juicio remoto. El acusado se conect¨® a Zoom desde la prisi¨®n; lo mismo hicieron desde sus respectivos confinamientos el tribunal y su abogado defensor, y dictaron v¨ªa Zoom su sentencia de muerte. Una noticia que tambi¨¦n hubiera sido nefasta en anal¨®gico, pero que v¨ªa telem¨¢tica adquiere una crueldad por la que ya han protestado Human Rights Watch y Amnist¨ªa Internacional. ?De verdad era tan urgente?
Pero no solo hablamos de casos extremos como condenas de muerte. La edad de la inocencia ¡ªesa idea na¨ªf de que por Zoom solo llegaban buenas noticias¡ª acab¨® para Paula, empleada de una start-up especializada en salud y bienestar, a media ma?ana mientras preparaba la comida para sus hijas. Un correo electr¨®nico le conminaba a unirse a una reuni¨®n imprevista. Raro. Paula se incorpor¨® a Zoom tarde y en tromba haciendo un repaso mental de lo que podr¨ªa haber hecho mal, pero todos sus colegas estaban en mute y sus c¨¢maras apagadas. Dicen los expertos en el asunto que se hace as¨ª para evitar la humillaci¨®n de ver y ser visto en el trance. En la pantalla, un se?or de traje estaba por acabar su intervenci¨®n: ¡°Lo siento. Recibir¨¢n la documentaci¨®n por e-mail. Les deseo lo mejor¡±. Paula emiti¨® un par de sonidos, pero ella estaba tambi¨¦n en mute. Llamada finalizada. No sab¨ªa cu¨¢ntos de sus compa?eros estaban online, as¨ª que se fue al grupo de WhatsApp y pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ ha pasado?¡±. All¨ª complet¨® la informaci¨®n: estaba en el 30% que su empresa recortaba por la pandemia. ¡°Tragu¨¦ en seco. Mir¨¦ a las ni?as, me puse la mascarilla y dije que iba a pasear al perro¡±, cuenta.
Daily Mail y Forbes publicaron que Uber hab¨ªa anunciado el despido de 3.500 empleados en una ¨²nica llamada de Zoom de tres minutos. El v¨ªdeo est¨¢ disponible en YouTube. WW International, la antigua ?Weight Watchers, despidi¨® a 4.000 empleados de todo el mundo con una videoconferencia simult¨¢nea, tan as¨¦ptica y expedita que el CEO Nicholas Hotchkin acab¨® dando explicaciones en The New York Times: ¡°No era pr¨¢ctico tener una conversaci¨®n con cada uno de ellos¡±, se excus¨®. Bird, fabricante de esc¨²teres el¨¦ctricas, se deshizo del 30% de su equipo, 400 personas, con una llamada de Zoom que los afectados creen que era un v¨ªdeo pregrabado. ¡°Pensamos que es m¨¢s humano¡±, dijo a la BBC su CEO, Travis VanderZanden.
Para las malas noticias, el simulacro de interacci¨®n humana que son las videollamadas es demoledor. Jeremy Bailen, director del laboratorio de virtual-human interaction de la Universidad de Stanford, investiga el coste fisiol¨®gico de la falta de sincron¨ªa de los videochats. ¡°Que te despidan por Zoom, sin las claves que da el contacto visual, magnifica el surrealismo de la situaci¨®n¡±, opina. Que cada quien reciba la noticia con minutos de retraso y problemas de sonido crea una secuencia de caras y reacciones que el speaker se ahorra si desactiva c¨¢maras y micr¨®fonos.
Si a usted lo echan y le toca dar la cara ante la familia sin soluci¨®n de continuidad, est¨¢ protagonizando un acto de ¨¦pica dom¨¦stica. Estaba por acabar este art¨ªculo cuando me llegaron noticias de despidos v¨ªa Zoom en multinacionales estado?unidenses con sede en Madrid. La liturgia es casi exacta: call no planificada, interlocutor cuasi desconocido, micros y c¨¢maras en off y, si la diferencia horaria lo permite, un viernes antes de comer.?
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