Colosal victoria de Kasp¨¢rov
El juego de las blancas es tan preciso y bello que parece magia, pero todo cumple una l¨®gica excelsa
El ajedrez es un juego fundamentalmente l¨®gico: es muy raro que una jugada no pueda explicarse con razonamientos coherentes y f¨¢ciles de comprender para los poseedores de conocimientos t¨¦cnicos de cierto nivel. Sin embargo, hay partidas que incitan a pensar en la magia, o en que los dioses han propiciado un encadenamiento de lances maravillosos que confluyen para lograr no solo la victoria, sino una gran belleza y precisi¨®n.
La de este v¨ªdeo es uno de tales casos excepcionales. Como ya disfrutamos en otros dos muy recientes, los enfrentamientos a mediados de los noventa entre el n¨²mero uno indiscutible, Gari Kasp¨¢rov, y su alumno preferido -que lo destron¨® en 2000-, Vlad¨ªmir Kr¨¢mnik, echaban chispas y causaban enorme placer a los aficionados. Un repaso r¨¢pido de este combate, celebrado en la hist¨®rica ciudad rusa de N¨®vgorod, en 1994, sugiere que Kasp¨¢rov hechiz¨® a su rival y a los espectadores. Pero un an¨¢lisis sosegado demuestra que todo se basa en una l¨®gica tan deliciosa como profunda.
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