El sombrerero de Dior
A punto de cumplir 25 a?os al frente del legendario taller de sombrerer¨ªa de Dior, Stephen Jones vuelve la vista atr¨¢s para celebrar el legado de la firma francesa. Una herencia de la alta costura en v¨ªas de extinci¨®n que sus ¨²ltimos directores creativos han sabido prolongar en las colecciones de pr¨ºt-¨¤-porter gracias al maestro brit¨¢nico.
El sombrerero se lleva las manos a la cabeza. Es un gesto jocoso que da a entender que est¨¢ a cubierto, y por partida doble: inevitablemente bajo techo (el de su casa de Londres) y coquetamente tocado (por una boina de m¨®rbida y brillante piel negra). De tanto hablar de comodidad y funcionalidad en los ¨²ltimos meses, se nos estaban olvidando las formas. Que s¨ª, que entre ch¨¢ndales, mallas y pijamas, el confinamiento habr¨¢ terminado de dinamitar las reglas de la etiqueta laboral y social, pero lo remoto y aislado no quita lo elegante. O no deber¨ªa. ¡°Es una experiencia interesante esta de encontrarnos y observarnos los unos a los otros a trav¨¦s de una pantalla. No puedo ver tus zapatos, pero s¨ª lo que hay de la l¨ªnea del cuello hacia arriba. Lo que eliges y muestras para comunicarte es muy importante¡±, dice v¨ªa Zoom. Y repite el adem¨¢n ladeando el vistoso complemento. ¡°Para contar una historia y hacerla personal, ponte un sombrero¡±.
La vestimenta como herramienta de comunicaci¨®n es una idea que Stephen Jones (Cheshire, Reino Unido, 1957) tiene bien metida en su prodigiosa cabeza. Adem¨¢s, en calidad de sombrerero mayor del reino, ha contribuido como pocos a su propagaci¨®n desde hace ya cuatro d¨¦cadas. ¡°El poder de transformaci¨®n de la indumentaria resulta innegable, pero cuando se trata de sombreros es a¨²n m¨¢s fant¨¢stico. Porque no te muestran c¨®mo eres en realidad, sino c¨®mo quieres que te vean los dem¨¢s. Por eso siempre me han fascinado, hasta el punto de dejar mis estudios de moda femenina [en Central Saint Martins, cantera de dise?adores brit¨¢nica donde las haya] por ellos¡±, explica el creador, director art¨ªstico de la divisi¨®n de sombrerer¨ªa de Dior desde 1996. ¡°No hay mejor forma de expresar tu personalidad¡±, escribe a prop¨®sito en el prefacio de Dior Hats. From Christian Dior to Stephen Jones, el exquisito libro de sobremesa (editado por Rizzoli) que ha concebido en homenaje a los 70 a?os de excelencia sombrerera de la firma francesa. Una celebraci¨®n de la quintaesencia de la elegancia que muestra el legado de la casa al completo, de las piezas que coronaron las 22 colecciones de su fundador, entre 1947 y 1957, a las m¨¢s recientes bajo la supervisi¨®n de Maria Grazia Chiuri, pasando por los turbantes de la breve era de Yves Saint Laurent, los buqu¨¦s florales de Marc Bohan, los vol¨²menes brutales de Gianfranco Ferr¨¦, las extravagancias de John Galliano y la po¨¦tica de Raf Simons. Adem¨¢s de im¨¢genes de archivo hist¨®ricas, el fot¨®grafo S?lve Sundsb? se ha encargado de retratar los modelos m¨¢s emblem¨¢ticos, poni¨¦ndolos en perspectiva actual. La exposici¨®n a la que iba pareja su publicaci¨®n, Chapeaux Dior!, comisariada por la historiadora del vestir Florence M¨¹ller para el Museo Christian Dior de Granville (Normand¨ªa), ha tenido que posponerse debido a la pandemia de la covid-19.
Para el caso, la conexi¨®n entre Jones y el propio Dior ¡ª?¨¦l mismo sombrerero antes que modista, igual que lo fueron Chanel o ?Halston¡ª resulta tan evidente que trasciende todos los cambios y convulsiones socioculturales que los separan en el tiempo: el sombrero como continuaci¨®n natural, org¨¢nica, del atuendo. ¡°Por supuesto, por s¨ª solo puede contar una historia, pero es en conjunto con el resto de las prendas cuando cobra todo su sentido. Creo que esa fue la principal contribuci¨®n de monsieur Dior al respecto, hacerlo formar parte de un todo, m¨¢s all¨¢ del mero adorno¡±, expone el creador, que todav¨ªa recurre a aquellos modelos seminales en busca de inspiraci¨®n. ¡°Puedo saber perfectamente c¨®mo son por fuera, pero siempre vuelvo al interior, para observar su magn¨ªfica t¨¦cnica. Es un gran proceso de aprendizaje que nunca termina¡±.
El poder transformador de los sombreros es fant¨¢stico: no muestran c¨®mo eres de verdad, sino c¨®mo quieres que te vean los dem¨¢s¡±
La cuesti¨®n de c¨®mo se maneja la muy peculiar idiosincrasia sombrerera brit¨¢nica en un taller de alta costura francesa la zanja sin miramientos: ¡°Todo el mundo asocia los sombreros con mi pa¨ªs por la reina y las duquesas, las carreras de caballos y dem¨¢s clich¨¦s, pero en mi mente siempre han sido una cosa muy francesa. En el Reino Unido son s¨ªmbolo de individualidad, algo divertido y exc¨¦ntrico; en Francia representan la culminaci¨®n de la imagen, eso que llaman allure. Y son mucho m¨¢s sexis¡±. Dice Jones que cuando era punk, all¨¢ por 1976, el combustible de su imaginaci¨®n eran las fotograf¨ªas de los fabulosos tocados que luc¨ªan las mujeres en las revistas de los a?os cincuenta, que coleccionaba compulsivamente.
Aquella intoxicaci¨®n de actitudes poderosas y glamour dar¨ªa forma pocos a?os despu¨¦s a sus creaciones iniciales, destinadas a su c¨ªrculo de amistades alrededor del legendario club Blitz de Londres, meca de los nuevos rom¨¢nticos a principios de la d¨¦cada de los ochenta. Los cantantes Steve Strange (Visage) y Boy George se contaban entre sus primeros clientes (de hecho, el dise?ador aparece en el c¨¦lebre v¨ªdeo de Do You Really Want To Hurt Me?, de Culture Club). Fue entonces tambi¨¦n cuando se rap¨® la cabeza para descubrir que su contorno daba la medida perfecta como talla de sombrero femenino. A partir de ah¨ª no hubo vuelta atr¨¢s, ni para su cr¨¢neo pelado, ni para su ¨¦xito profesional. Puso la guinda en desfiles de Jean Paul Gaultier, Thierry Mugler, Vivienne Westwood y Comme des Gar?ons; se hizo indispensable en las cabezas de Diana de Gales (como ahora en las de Kate Middleton y Meghan Markle) y Sarah Ferguson (y de sus hijas despu¨¦s), en la de Isabella Blow y en la de Madonna.
Cerca de un centenar de colecciones lo contemplan desde su firma hom¨®nima ¡ªcon divisi¨®n espec¨ªfica para Jap¨®n¡ª, am¨¦n de innumerables creaciones para coronar conciertos de pop/rock (Bj?rk, Lady Gaga, Rihanna, Rolling Stones, Kylie Minogue), exposiciones y pel¨ªculas. Y sin embargo es su trabajo al frente de Dior Hats el que mayores satisfacciones parece reportarle: ¡°He de decir que, para m¨ª, entrar en el 30 de la avenida Montaigne de Par¨ªs [sede de Dior] es como acceder al centro del universo de la moda. Hay algo en esas escaleras que atrapa. Tengo grabadas las im¨¢genes de monsiuer Dior posando con sus oficialas en ellas, de Marlene Dietrich sentada en esos sillones¡ Es la iconograf¨ªa con la que crec¨ª. Todav¨ªa hoy me emociono cuando voy, igual que la primera vez¡±.
Con John [Galliano] todo giraba en torno a la mujer. Raf [Simons] era m¨¢s sutil. Quer¨ªa hallar su camino despu¨¦s de Galliano¡±
El pr¨®ximo a?o, el creador cumplir¨¢ 25 como sombrerero jefe de la casa. Un cuarto de siglo durante el que ha sido testigo no solo de giros de tim¨®n creativos, sino tambi¨¦n de aut¨¦nticos terremotos empresariales y medi¨¢ticos. No olvidemos que lleg¨® all¨ª de la mano de John Galliano. ¡°Ya trabaj¨¢bamos juntos en Givenchy. Aunque yo me enter¨¦ de su nombramiento en Dior por la prensa. Un d¨ªa me llam¨® para invitarme a comer en las oficinas y fue muy formal en su propuesta. Me dio una vuelta por el taller, que est¨¢ en la ¨²ltima planta, y para m¨ª fue como encontrar el tesoro al final del arco iris¡±, recuerda. ¡°Con John todo giraba alrededor de la mujer y de la historia que deseaba contar sobre ella. Cuando hac¨ªa las presentaciones de lo que iban a ser sus colecciones y hablaba de una princesa china de viaje en tren a Egipto, t¨² estabas en ese convoy con ella. Te lo cre¨ªas¡±. Seg¨²n Jones, el quid de su trabajo consiste en saber interpretar la visi¨®n del director creativo: ¡°Cada cual tiene su propio lenguaje, claro. El de Raf [Simons], por ejemplo, era m¨¢s sutil. Sobre todo, le gustaban los velos, como los que hice para su debut en la firma, porque para ¨¦l evocaban un sentido de la elegancia muy de mediados del siglo pasado. Supongo que tambi¨¦n quer¨ªa hallar su camino, su forma personal de expresi¨®n, despu¨¦s de Galliano¡±. Quiz¨¢ por eso su colaboraci¨®n no result¨® tan fruct¨ªfera: ¡°Yo era al ¨²nico que conoc¨ªa personalmente cuando lleg¨®. Le serv¨ª de gu¨ªa y le expliqu¨¦ las complejidades de una organizaci¨®n tan enorme como esta y lo mucho y extraordinario que podr¨ªa conseguir aqu¨ª, sobre todo con la alta costura. Pero la verdad es que hice pocos sombreros para ¨¦l¡±.
La irrupci¨®n de Maria Grazia Chiuri en 2016 logr¨® finalmente restablecer la fluidez en el taller de sombrerer¨ªa: ¡°Estaba entusiasmada porque, a pesar de su experiencia con los accesorios, nunca hab¨ªa trabajado los sombreros. Ha sido un proceso interesante para ambos. Y muy liberador¡±. La boina de cuero negro con la que aparece tocado para la entrevista, al otro lado de la pantalla en el sal¨®n de su casa, supuso uno de los superventas de la segunda colecci¨®n de pr¨ºt-¨¢-porter de la dise?adora romana en Dior (oto?o/invierno de 2017-2018). ¡°En un viaje a Los ?ngeles se compr¨® una boina bordada. A su regreso me pregunt¨® qu¨¦ me parec¨ªa y estuve una hora en plan mon¨®logo glosando sus virtudes. ?La boina es la camiseta de los sombreros, le va a todo el mundo! Me acord¨¦ de que Johnny Rotten sol¨ªa llevar una de cuero cuando cantaba en Sex Pistols y pens¨¦ en darle una vuelta. Pero no la convenc¨ª. Hasta que la probamos con un traje de chaqueta de silueta Bar, en tafet¨¢n azul marino, y ?voil¨¤! Al final, todo es cuesti¨®n de encontrar el equilibrio¡±.
Aun curtido en el trato con los primeros espadas del negocio, Jones asegura que todav¨ªa le tiemblan las piernas cuando tiene que presentar sus propuestas al director creativo de turno. ¡°La adrenalina del momento siempre est¨¢ ah¨ª. Nunca s¨¦ lo que va a pasar cuando ense?o el resultado. T¨² esperas que guste, pero no existen garant¨ªas¡±, concede. ¡°Es un proceso m¨¢gico de colaboraci¨®n. Suelo compararlo con tocar en una orquesta, con los instrumentos sonando en armon¨ªa bajo la batuta del director. Aunque no, no resulta f¨¢cil, porque hay discusiones¡±. Sea como fuere, su labor en la casa se extiende tambi¨¦n ahora a la colecci¨®n masculina, merced a la visi¨®n de su paisano Kim Jones, e incluso a Baby Dior, la l¨ªnea infantil que comanda Cordelia de Castellane. Todo sin descuidar su propia firma y las colaboraciones con otros dise?adores, en especial Marc Jacobs, Thom Browne y el joven Matty Bovan.
¡°La variedad me hace m¨¢s fuerte¡±, afirma. ¡°Tengo 63 a?os y trabajar con creadores de distintas edades y nacionalidades me revigoriza y ayuda a estar en contacto con el momento. Es como ir a una fiesta y mantener diferentes conversaciones con los invitados. Me resulta fascinante escucharlos y observar sus reacciones. La moda es una cosa muy loca que debe regenerarse cada poco tiempo, y los sombreros son el mejor indicador de novedad, am¨¦n de un elemento inspirador¡±. Y no solo eso: si atacamos la conversaci¨®n m¨¢s recurrente de la industria estos d¨ªas, pocas prendas de moda hay m¨¢s sostenibles que el sombrero. ¡°Aparte del hecho de que se utiliza una cantidad m¨ªnima de materiales en su producci¨®n, el sombrero es algo que nadie tira a la basura. Nuestras memorias, nuestros recuerdos siempre estar¨¢n unidos a ¨¦l: un lugar, un momento, una persona, un beso. La gente los ha convertido en algo que perdura¡±, reflexiona.
Aunque la cuesti¨®n, ahora mismo, es si podr¨ªan convertirse adem¨¢s en objeto/s¨ªmbolo de protecci¨®n. ¡°La situaci¨®n que estamos viviendo me parece demasiado seria como para eso. Me pasa lo mismo con las mascarillas: no son un asunto de moda, sino de seguridad¡±, rebate el creador, fan declarado del casco de Darth Vader. Lo cierto es que al sombrerero nunca le ha entusiasmado la idea de significar el objeto de su pasi¨®n m¨¢s all¨¢ de lo que es: ¡°Aunque puedo apreciar distintas ideas asociadas a ¨¦l y hasta cierta manera de hacer pol¨ªtica con ¨¦l, tampoco es para perder la cabeza. En realidad, no hay nada m¨¢s simple que un sombrero¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.