Abecedario animal
Cada vez que desaparece una especie animal es como si se cayera una letra del alfabeto. Imaginen, por ejemplo, que desaparece la te y luego intenten decir sin ella ¡°tres tristes tigres¡±. No les sale, claro. O que se extingue la ese: ?C¨®mo quedar¨ªa aquel verso de Rub¨¦n Dar¨ªo?: ¡°Los suspiros se escapan de su boca de fresa¡±. Y, si suprimi¨¦ramos la eme, ?c¨®mo escribir ¡°mi mam¨¢ me mima¡± en el cuaderno de caligraf¨ªa? Una sola letra, dada la cantidad de combinaciones en las que interviene, modificar¨ªa por completo nuestra lengua. Nos acostumbrar¨ªamos, claro, a decir ¡°res rises igres¡± o ¡°lo upiro e ecapan de u boca de frea¡± y los ni?os escribir¨ªan con primor ¡°i a¨¢ e ia¡±. Pero estas frases habr¨ªan perdido su gracia aliterativa, que constitu¨ªa un modo de significar.
Aqu¨ª tenemos un caballito de mar fotografiado en todo su esplendor gracias a los rayos de sol que atraviesan la masa de agua salada. Se trata de un monstruo bell¨ªsimo cuya cabeza recuerda a la de los equinos. Yo los he visto en el acuario y no pod¨ªa despegar la mirada de ellos. Siempre est¨¢n de pie, como una figura del ajedrez a punto de realizar un movimiento decisivo. Imaginen que al ajedrez le quit¨¢ramos el caballo. Ser¨ªa preciso recomponer las reglas del juego. De hecho, el ajedrez ser¨ªa otra cosa, pues se trata de una pieza fundamental, igual que la eme en ¡°mi mam¨¢ me mima¡±. Todo esto era para decir que este pez tan extra?o se encuentra al borde de la desaparici¨®n en el Mar Menor, donde abundaban. Cada vez que se extingue una especie animal, aunque sea peque?a, perdemos una letra del alfabeto de la realidad.
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