Gald¨®s, mi c¨®mplice
Estos d¨ªas, algunos me han preguntado que qu¨¦ dir¨ªas de la Espa?a de hoy. ?Qu¨¦ aprieto! He sido cautelosa, claro. ?Nos atrevemos?
Te preguntar¨¢s, querido amigo, que a qu¨¦ viene esta carta ahora, despu¨¦s de tantos a?os de relaci¨®n sin palabras. Siempre observ¨¢ndonos, sin embargo: t¨², de reojo, con luz en esos ojillos peque?os y una medio sonrisa entre burlona y c¨®mplice; y yo, muy seria, mir¨¢ndote de frente con mucho respeto ¡ªya lo sabes¡ª, pero desafi¨¢ndote con el escalpelo de mi curiosidad sin l¨ªmites que hurgaba por aqu¨ª y por all¨¢. Ahora s¨¦ que siempre estuviste seguro de m¨ª; que me dejabas hacer cuando parec¨ªa alejarme: lo de casa a casa vuelve, dir¨ªas. Y al final de mi camino, ?sabes?, creo haber llegado a comprenderte y a sentirte como ¡°algo m¨ªo¡±. Me siento orgullosa de tu genio sin par y disculpo ¡ªsi lo hubo¡ª cualquier fallo propio del ser humano inmenso que eres. Sin embargo, apenas encuentro un reproche para la construcci¨®n de tu mundo literario, ?qu¨¦ perfecci¨®n!, ?qu¨¦ arte para eternizar con tu genio la imagen de la vida que nos construiste, ese legado inmenso de palabra sabia!
Estos d¨ªas, algunos me han preguntado que qu¨¦ dir¨ªas de la Espa?a de hoy. ?Qu¨¦ aprieto! He sido cautelosa, claro. ?Nos atrevemos?
Veamos. Siempre fuiste liberal. Cre¨ªste en la libertad individual, en la disciplina ligada al respeto de los poderes p¨²blicos, y tuviste la ilusi¨®n de un Gobierno sin caciques: ni peque?os, ni grandes; ni con corona, ni con tonsura. Ya en el siglo XX y Espa?a ped¨ªa a gritos una reconstrucci¨®n general, tu verbo se afil¨® y firmaste con aquella Uni¨®n Republicana de las aguas revueltas consider¨¢ndola la opci¨®n mejor para arrimar tu hombro comprometido en el ¡°hacia adelante¡± que siempre viste como meta. (?Te acuerdas de los ¡°siempre adelante¡± de Teodoro Golf¨ªn? ?1878!). Y diste el gran paso ¡°de los caminos llanos a la cuesta penosa¡± por algo ¡°considerado como rid¨ªcula antigualla: el patriotismo (¡)¡±. Jam¨¢s ir¨ªas ¡ªescribiste¡ª ¡°adonde la pol¨ªtica ha llegado a ser, no ya un oficio, sino una carrerita de las m¨¢s c¨®modas, f¨¢ciles y lucrativas, constituyendo una clase, o m¨¢s bien un famili¨®n vivaracho y de buen apetito¡¡±. ?Qu¨¦ lucidez, Benito! Era el 6 de abril de 1907 y te presentabas en p¨²blico.
En adelante, fuiste cr¨ªtico dentro de tu partido. ?Pod¨ªas serlo: eras nombre reconocido y prestigiado, pluma espl¨¦ndida, persona l¨²cida y de empuje¡ y lo suficiente mayor para no obstaculizar cotas de poder. As¨ª, fuiste excelente presidente de la Conjunci¨®n Republicano-Socialista y conseguiste reservar tu voz para los discursos rubricando en ellos la palabra de la sensatez, de la concordia.
?Hoy? Mirar¨ªas a los lados con desconcierto, amigo del alma; y obviando los nubarrones, recordar¨ªas la llamada final del discurso en Almer¨ªa, diciembre de 1908: ¡°Termino saludando con la efusi¨®n m¨¢s viva a los liberales, a los dem¨®cratas, republicanos y dem¨¢s avanzados de esta noble ciudad, donde tienen su asiento la paz laboriosa, las ideas de la libertad y progreso, y el culto santo de la patria inmortal¡±. ?Ah¨ª es nada!
Si necesitaras amanuense, ya sabes que puedes contar conmigo.
?Yolanda Arencibia ha ganado el ¨²ltimo Premio Comillas de Historia con Gald¨®s. Una biograf¨ªa.
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