Texturas alucinatorias
Est¨¢s desayunando, con la mirada un poco ida, cuando tu mujer te pregunta qu¨¦ te pasa.
¡ªEs que he tenido un sue?o muy turbador ¡ªrespondes.
¡ª?Una pesadilla?
¡ªCasi. O eso creo, porque no recuerdo de qu¨¦ iba, de unas negociaciones o algo as¨ª. Pero conservo una imagen curiosa: una especie de foto que combinara las calidades del color con las del blanco y negro. En el primer plano, que pertenec¨ªa a la zona del color, hab¨ªa una mujer con una chaqueta roja y una mascarilla que me miraba fijamente, como queriendo decirme algo o advertirme de un peligro.
¡ª?Se parec¨ªa a tu madre?
¡ªNo, se parec¨ªa a Merkel.
¡ª?Qu¨¦ raro! ¡ªdice tu mujer mordisqueando una fruta y desentendi¨¦ndose del sue?o, porque los sue?os, para el que nos los ha so?ado, resultan aburridos.
T¨² acabas de desayunar y contin¨²as observando la foto que crees haber so?ado, pero que ha salido en la primera p¨¢gina del peri¨®dico, a tres columnas. Ahora tu mirada se dirige al segundo plano de la imagen donde cuentas ocho hombres en blanco y negro con la boca y la nariz cubiertas. Embozados. Dan la impresi¨®n de conversar entre s¨ª en voz baja. Todos llevan trajes oscuros y camisas blancas, con corbata.
?Qu¨¦ se estar¨¢n diciendo?, te preguntas.
Regresas entonces al primer plano, al de la mujer que se parece a Angela Merkel, e imaginas que dice:
¡ªHablan de ti.
Hay realidades que poseen texturas alucinatorias. He aqu¨ª, pues, una fotograf¨ªa on¨ªrica, una fotograf¨ªa que, perteneciendo a la realidad, parece sin embargo extra¨ªda de un sue?o cuyo significado no hemos logrado descifrar.
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