Esculturas en movimiento
La dise?adora de moda neerlandesa Iris van Herpen mezcla ciencia, naturaleza y arquitectura en busca de materiales y texturas ins¨®litas. Su objetivo es crear una identidad que supere la servidumbre de las tendencias de cada temporada.
IRIS VAN HERPEN no dibuja sobre papel. Prefiere moldear ?sobre el maniqu¨ª, o en un cuerpo real, los tejidos con los que trabaja. Necesita el tacto de unas texturas ins¨®litas que sobrepasan el reino de las sedas. Usa, por ejemplo, Dragon Skin, la silicona con la que en los efectos especiales del cine recrean la piel, y ha probado fibras magn¨¦ticas, corte con l¨¢ser, soldadura ultras¨®nica e impresoras?3D. Para lograr ¡°el material deseado¡±, colabora con artistas, arquitectos y cient¨ªficos, y luego vuelve a las manos. Como si bailara, su pasi¨®n durante a?os antes de dedicarse a la costura, hasta dar con el movimiento de la prenda. Es un proceso donde todo debe encajar, hasta el color, incorporado por fin a sus colecciones. Antes le bastaba el blanco, piedra o gris, las hileras ondulantes en negro y la ilusi¨®n del brillo del caucho en sus vestidos. Solo cuando encontr¨® lo que buscaba, ha subido a la pasarela tonos rojo, rosa, azul y lila.
Esta dise?adora neerlandesa explica que le llev¨® a?os acercarse a los colores. No estaba segura de que fuera un valor a?adido a su trabajo, o mejor dicho, que pudiera armonizar con los elementos que usa. ¡°El color es un lenguaje en s¨ª mismo, y en la mezcla de naturaleza y tecnolog¨ªa de mi trabajo todo guarda relaci¨®n. Lo pens¨¦ mucho, tal vez porque estaba centrada en la forma y las texturas, y porque no acababa de encontrar los tonos que buscaba. Pero el color ha llegado y es un reto, y volver¨¢¡±, dice, mientras su equipo se mueve con soltura del ordenador a la mesa de corte; del maniqu¨ª, donde levantan unas mangas que parecen alas, al patr¨®n sobre tela o papel, en su taller situado en el puerto de ?msterdam.
Naci¨® en Wamel, una peque?a localidad en el centro de los Pa¨ªses Bajos. Pensaba en ser bailarina. Algo le queda en su postura, cuando se sienta en ¨¢ngulo muy recto. Y en su pisada, que apenas roza el suelo. ¡°Cuando era ni?a, la moda no exist¨ªa como tal a mi alrededor: toda la ropa era pr¨¢ctica. En la escuela secundaria, que estaba en otra ciudad m¨¢s grande, empec¨¦ a darme cuenta del poder de expresi¨®n de una prenda. Cuando llegu¨¦ a la Academia de Arte, comprend¨ª que con la moda pod¨ªa combinarlo todo: escultura, pintura y danza. Podr¨ªa expresar un lenguaje, generar un di¨¢logo especial y hasta crear una identidad a trav¨¦s del cuerpo, que es el mejor lienzo. La mujer que lleva el vestido le da vida, como si fuera una escultura en movimiento¡±. Muchas de sus prendas lo parecen. Y ha expuesto en museos de Estados Unidos, Canad¨¢ y en su propia tierra. Un escenario poco frecuente para una profesional de 36 a?os que no trabaja atada a las temporadas cl¨¢sicas de las pasarelas.
¡°Acudo desde 2011 a la Semana de la Moda de Par¨ªs, y no sigo lo que entendemos por tendencias. Cada pieza tiene una ficha y podemos repetirla aunque haya pasado una d¨¦cada. Es as¨ª porque mi forma de trabajar es algo distinta. Lo cl¨¢sico es tener una idea, plasmarla en un dibujo, buscar el tejido adecuado y luego llega confecci¨®n, pero yo no dibujo. Tengo en la cabeza un tipo de material y lo que me gustar¨ªa hacer, y luego el proceso creativo va cambiando porque hay g¨¦neros, sean o no telas, que requieren un abordaje distinto al que pensaba. Y esos cambios me ayudan a evolucionar. A crecer¡±, explica, sentada en una sala de reuniones donde se alinean algunos vestidos frente a una cristalera. La tarde amarillea e ilumina el conjunto con tonos que hasta ella abrazar¨ªa.
Esos modelos devuelven con creces la intenci¨®n de la dise?adora, en di¨¢logo constante con la ciencia para lograr el vuelo o la ca¨ªda deseada, una ruta futurista que describe como la m¨¢s cercana a la naturaleza. ¡°Mucha gente suele tener una idea del futuro lleno de rob¨®tica, pero las cosas han cambiado en la ¨²ltima d¨¦cada, y el futurismo es ahora estar cerca de la naturaleza. Y yo intento mezclarla con la tecnolog¨ªa en mi trabajo¡±. Es un proceso que requiere clientas con un estilo, un ojo, que supere las presiones de lo que se lleva. Una mujer que Van Herpen tiene a veces en la cabeza, y en otras ocasiones llega despu¨¦s de un desfile. No todas son famosas, porque su ropa pretende superar la prueba del tiempo. Han reclamado sus creaciones cantantes como Lady Gaga, Beyonc¨¦ y Bj?rk; las actrices Tilda Swinton y Eva Green; las modelos Natalia Vodianova y Naomi ?Campbell. Este julio, la actriz neerlandesa Carice van Houten, que interpret¨® el papel de la sacerdotisa Melisandre de Asshai en la serie Juego de tronos, se convirti¨® en la musa del v¨ªdeo que ha publicado para presentar un nuevo vestido, Transmotion. Es la ¨²nica pieza de la colecci¨®n de oto?o-invierno y est¨¢ confeccionada en organza blanca, sat¨¦n negro y cristales que emulan semillas de flores. Presentado con motivo de la Semana de la Moda de Par¨ªs, llevada a cabo esta vez de forma virtual, se inspira en los dibujos del artista neerland¨¦s Maurits Cornelis Escher. Van Herpen admira a la actriz porque es capaz de reflejar a la vez fuerza y vulnerabilidad, ¡°algo relevante en estos momentos¡±. Por eso la eligi¨®.
En un taller que semeja un laboratorio, dada su entrega a la obtenci¨®n de la textura adecuada, la pregunta final es casi obligada: ?qu¨¦ piensa de sus colegas? ¡°Es imposible imaginar el oficio sin Balenciaga o Karl Lagerfeld, aunque la moda crea ahora un di¨¢logo entre disciplinas y es una herramienta de comunicaci¨®n, y tal vez antes lo fuera menos¡±.
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