Z¨²rich: el secreto del lujo cotidiano
Un lago, un r¨ªo y menos de medio mill¨®n de habitantes, el 98% de ellos felices de vivir aqu¨ª. El secreto de Z¨²rich incluye prosperidad econ¨®mica, s¨ª, pero tambi¨¦n multiculturalidad, innovaci¨®n universitaria y una escena cultural digna de una metr¨®poli. Recorremos sus calles una semana antes del refer¨¦ndum en Suiza sobre la libre circulaci¨®n de personas con la Uni¨®n Europea.
Ocho girasoles cabizbajos de una misma planta rodeada de maleza miran en lo que se convertir¨¢n: en el girasol vecino con corazones de semillas negras de p¨¦talos a¨²n amarillos que caen sin terminar de caer. Algunos lo hacen en la fuente de piedra semicircular que tienen debajo.
Es un rinc¨®n asilvestrado del centro de Z¨²rich que parece rebelarse contra el orden de la ciudad. Un peque?o caos de belleza inesperada en una placita que cuenta con una de las m¨¢s de 1.200 fuentes con agua potable de esta ciudad que lidera listas tan codiciadas como la de mayor prosperidad o inclusi¨®n, y que ocupa el segundo lugar de rankings como el de ciudades inteligentes o de mejor calidad de vida, despu¨¦s de Viena. Z¨²rich condensa el esp¨ªritu de Suiza, segundo pa¨ªs con mayor esperanza de vida del mundo: 82,9 a?os, solo detr¨¢s de Jap¨®n, con 83,9 a?os, seg¨²n la Unesco.
Aunque para muchos es sin¨®nimo de bancos, negocios, dinero, money, argent, Geld, i soldi¡, Z¨²rich quiere ser m¨¢s que el motor financiero de la Confederaci¨®n Helv¨¦tica y uno de los epicentros del capitalismo mundial. Buena parte de su presupuesto anual, de unos 9.000 millones de euros, lo invierte, desde hace 25 a?os, en ser una ciudad amigable, multicultural, abierta y diversa.
La milenaria g¨¦nesis bab¨¦lica de Z¨²rich ha vuelto para que lidere el futuro. Su metamorfosis es la herencia ancestral de viajeros de los cuatro puntos cardinales que pasaban por all¨ª en armon¨ªa de culturas, lenguas, negocios y conocimientos y hoy con la inmigraci¨®n, que representa la tercera parte de sus 434.000 habitantes.
En el siglo XXI su prestigio no para de crecer gracias a ser pionera en ¨¢reas como educaci¨®n superior, tecnolog¨ªas emergentes, ciencia, creaci¨®n de proyectos y empresas innovadoras, integraci¨®n, oferta cultural y una gran complicidad con la sostenibilidad y la naturaleza convertidas all¨ª en lujos cotidianos para¡
antes de ir al trabajo, o en cualquier momento, ba?arse, nadar o bucear en mitad de la ciudad en alguno de los once balnearios del lago o en su r¨ªo cristalino¡
descubrir bajo el sol o la luna los secretos de la ¡®Puerta del infierno¡¯, de Auguste Rodin y Camille Claudel, una de las 1.300 obras de arte al aire libre¡
Como el resto de los suizos, los zuriqueses hablan tres o cuatro idiomas: de base, el alem¨¢n (y el dialecto suizo-alem¨¢n), el franc¨¦s o el italiano, seg¨²n su cant¨®n, pero entienden uno o dos de los que no les corresponde; m¨¢s el ingl¨¦s y otro idioma m¨¢s, como el espa?ol.
El esp¨ªritu multicultural de Z¨²rich se ha potenciado a¨²n m¨¢s desde 2008, cuando Suiza entr¨® al espacio europeo Schengen. Doce a?os despu¨¦s, eso podr¨ªa estar en peligro por el Swixit: este 27 de septiembre los suizos decidir¨¢n en una votaci¨®n sobre el control de la inmigraci¨®n, lo cual significar¨ªa el fin del acuerdo sobre la libre circulaci¨®n de personas con la Uni¨®n Europea. Dudan de que la iniciativa salga adelante, pero no se f¨ªan vistos los resultados de recientes votaciones diferentes en otros pa¨ªses y por las circunstancias de la covid-19. Sobre esta iniciativa advierte, incluso, J?el Mesot, presidente de la Escuela Polit¨¦cnica Federal de Z¨²rich o Universidad ETH (1854), sexta del mundo, primera de la Europa continental y pionera en investigaciones en diferentes campos:
¡ªSi la iniciativa se aprueba, otros acuerdos bilaterales importantes entre Suiza y la UE, como el de investigaci¨®n, pueden estar en peligro. Agregar¨ªa incertidumbre innecesaria a una situaci¨®n ya fr¨¢gil y pondr¨ªa en peligro la innovaci¨®n y la investigaci¨®n en Suiza a largo plazo.
Z¨²rich parece no escapar a su sino de avanzar en medio de la tensi¨®n. Ni de la fama de ciudad cara, pero as¨ª mismo son sus sueldos: de media, un alba?il gana 5.500 euros mensuales; un maestro de primaria, 7.000, y un diplom¨¢tico, 13.555 (aunque los suizos asumen las cotizaciones), seg¨²n el informe Lohnbuch (n¨®mina de sueldos) de 2018. Gratis, la ciudad da sorpresas como¡
extraviarse en el laberinto de callejuelas por el casco antiguo y pasar de una ¨¦poca a otra en un minuto¡
sentarse en los muelles de las aguas que la atraviesan con un s¨¢ndwich y jugar con los pies descalzos con el agua cerca de alg¨²n pato desde?oso¡
A mediod¨ªa, el sol cubre de purpurina de colores el lago y el r¨ªo Limmat, que nace all¨ª rumbo al norte. A lado y lado de las aguas, la ciudad se encarama sobre monta?as hasta perderse en bosques. Solo las agujas de las casi 60 iglesias, protestantes y cat¨®licas, rompen su arquitectura de elegante serenidad desde la terraza de la ETH, en el costado oriental del r¨ªo.
M¨¢s de 50.000 estudiantes de todo el mundo van y vienen en el peque?o funicular que lleva a la ETH y la vecina Universidad de Z¨²rich, o suben hasta aqu¨ª por calles sombreadas de ¨¢rboles a pie o en bicicleta. Y 20.000 estudian en otros puntos de la ciudad, en universidades de ciencias aplicadas. Viven, asegura Mesot, el mundo dual, anal¨®gico y digital, que ya empez¨® en ETH:
¡ªDurante d¨¦cadas hemos invertido en tecnolog¨ªas digitales. Tratamos de combinar la ense?anza digital con experimentos pr¨¢cticos anal¨®gicos para los estudiantes. Esta forma h¨ªbrida preparar¨¢ a nuestros estudiantes para el futuro. Un proceso que se ha acelerado con la covid-19.
El ¨¦xito del progreso de Z¨²rich se debe al acceso abierto a una educaci¨®n p¨²blica de alta calidad, defiende J?el Mesot. Hasta hoy, 21 premios Nobel, como Albert Einstein, han tenido v¨ªnculo con la ETH de Z¨²rich:
¡ªCasi el 88% de los adultos ha completado la educaci¨®n secundaria superior. Z¨²rich es uno de los centros tecnol¨®gicos m¨¢s importantes de Europa. El pr¨®spero ecosistema tecno permite que en la ETH se hayan originado entre 25 y 30 empresas start-up en informaci¨®n y tecnolog¨ªa de las comunicaciones, materiales avanzados o biotecnolog¨ªa. En el ¨²ltimo a?o, GetYourGuide se convirti¨® en el primer proyecto escindido de la ETH en lograr el estatus de puntero con una valoraci¨®n de mil millones de d¨®lares antes de que se publicara.
Son muchos los proyectos de la ETH que han transferido conocimiento y bienestar a la sociedad. Cuatro a punto de salir son liderados por Vanesa Rocha Mart¨ªn, de Argentina; Etienne Jeoffroy, de Francia, y Yurena Segu¨ª Femenias y Alejandro Garc¨ªa, de Espa?a. Los estudiantes-investigadores hablan de sus hallazgos en la planta abuhardillada del Laboratorio de Innovaci¨®n y Emprendedores de la ETH. De salir el proyecto de Vanesa Rocha, los futuros padres la podr¨ªan poner en un peque?o altar:
¡ªLos beb¨¦s en sus primeros meses lloran sin que se sepa por qu¨¦. Parte de ese llanto puede deberse a c¨®licos. Yo estudio c¨®mo utilizar bacterias para tratar el c¨®lico de los beb¨¦s y que no tengan dolor. Es un efecto ya probado.
La futura deuda con Alejandro Garc¨ªa, aliado con la inteligencia artificial, ser¨¢ porque se podr¨¢n comprar productos en una tienda sin tener que pasar por caja:
¡ªNuestro sistema consiste en que al entrar al establecimiento se pasa por una m¨¢quina una tarjeta de pago mientras un sistema 3D crea un c¨®digo para reconocer al cliente y seguirlo para ver qu¨¦ productos pone en la cesta. Al salir del local se efect¨²a el pago autom¨¢ticamente.
Los dos proyectos de Yurena Segu¨ª Femenias y Etienne Jeoffroy son del campo de la construcci¨®n y la seguridad de viviendas y edificios.
¡ªHago la supervisi¨®n de la durabilidad de las infraestructuras; del riesgo de corrosi¨®n y previsi¨®n de estructuras de hormig¨®n para detectar un posible fallo ¡ªexplica Yurena Segu¨ª.
¡ªLo m¨ªo se centra en minimizar la huella de carbono, la toxicidad y la inflamabilidad de un edificio ¡ªcuenta Etienne Jeoffroy.
El porvenir pasa por Z¨²rich. En 1932 la FIFA fij¨® su sede en la ciudad. Lo sabe Google, que instal¨® aqu¨ª sus oficinas m¨¢s grandes despu¨¦s de las de Estados Unidos, y lo sabe Tyler Br?l¨¦, fundador de Monocle, la revista de referencia de estilo de vida que, tras el Brexit en el Reino Unido en 2016, abri¨® aqu¨ª su ¨²nica sede de Europa continental al considerarla un nido del futuro y dadora de placeres al¡
entrar en cualquiera de las m¨¢s de cien galer¨ªas o tiendas de arte, muchas de ellas en calles escondidas¡
subirse a uno de sus ¡®Trams¡¯, tranv¨ªas blancos con azul, sentarse en el ¨²ltimo vag¨®n y ver c¨®mo la ciudad se aleja al sonido de sus timbres antiguos¡
La socialista Corine Mauch, primera alcaldesa (lo es desde 2009), tiene su despacho en un edificio medieval junto al r¨ªo, donde se cas¨® en 2014 con su pareja de toda la vida, la m¨²sico Juliana M¨¹ller (el matrimonio homosexual es legal en Suiza desde 2005). Recuerda momentos vividos tras los desvelos de los ochenta y primeros noventa:
¡ªVivimos tres problemas fundamentales: la escena abierta de la droga, una dif¨ªcil situaci¨®n financiera por asumir gastos de municipios pr¨®ximos y la escasez de vivienda que trajo la inmigraci¨®n. A partir de 1995, cuando se controlaron las drogas, Z¨²rich se recuper¨® de d¨¦cadas de estancamiento gracias a nuevas pol¨ªticas y acuerdos bilaterales con la UE. Hoy, el 98% de sus habitantes dice que les gusta vivir en Z¨²rich.
Uno de ellos es Max Rabinovich, de 21 a?os, estudiante de Ciencias Pol¨ªticas y Filosof¨ªa en la Universidad de Z¨²rich:
¡ªMi generaci¨®n le tiene mucho cari?o a Z¨²rich. El verano es muy especial, cuando uno se puede ba?ar en el lago y el r¨ªo, y encontrarse con amigos. Aunque no es muy poblada, tienes la sensaci¨®n de estar en una gran ciudad con mucha oferta cultural.
Es la comuni¨®n de dos elementos del ADN de la ciudad: naturaleza-agua y su vocaci¨®n hist¨®rica de multiculturalidad que se remonta a sus or¨ªgenes hacia el a?o 15 a. C. Los romanos levantaron en este valle, en el extremo occidental de un lago con forma de luna creciente, el puesto de aduana Turicum. De su posici¨®n geogr¨¢fica y pol¨ªtica procede el esp¨ªritu de ciudad abierta y capacidad de integraci¨®n con los migrantes, cree Peter Haerle, secretario de Cultura y Turismo:
¡ªAdem¨¢s, tiene una gran tradici¨®n de comercio con pueblos extranjeros. Destaca el de la seda en el siglo XIX, de donde proceder¨ªa buena parte del sustrato econ¨®mico de hoy. Hacia 1850 era el segundo productor de seda en el mundo. Y por ¨²ltimo, Z¨²rich tiene tradici¨®n republicana: todas las personas tienen la capacidad de ascender, todos pueden formar parte de la sociedad.
As¨ª se convirti¨® en un cruce de historias, de creaci¨®n, de oportunidades y de caprichos modernos o naturales insospechados por¡
hacer surf en un descanso del trabajo escoltados por el edificio m¨¢s alto de la ciudad¡
toparse con plazas y flores inesperadas como esos girasoles encima de una fuente de piedra¡
Aunque ese decorado seguramente no sea tan espont¨¢neo. Gabriela St?ckli, directora de la Casa de Traductores Looren, piensa que la persona que plant¨® esos girasoles lo hizo con cuidado, buscando que fueran un elemento m¨¢s libre para crear un espacio t¨ªpico m¨¢s que uno excepcional: ¡°Engloba lo que es Z¨²rich hoy: un lugar que da la bienvenida a la pluralidad, siempre y cuando no sea muy extravagante; una ciudad cuyos habitantes tienen el talento y el deseo de cuidar el detalle para convertir la vida cotidiana en una experiencia est¨¦tica¡±.
Desde su casa, en las monta?as orientales, el atardecer broncea la ciudad. St?ckli ocupa la primera planta de un edificio de tres con su marido, Carlos Rabinovich, un arquitecto argentino, y sus hijos Vera y Max (el ya mencionado universitario).
Cenaron macarrones con queso suizo. De postre, sand¨ªa, mientras hablan de Z¨²rich.
¡ªLo que m¨¢s me gusta es que se llega al bosque o a una orilla bonita caminando en 15 minutos, y en el camino hay una fuente donde tomar agua cada dos por tres ¡ªcuenta la madre, y todos asienten con la cabeza.
?Cambiar¨ªan algo?
¡ªCreo que limpiar¨ªa y ordenar¨ªa un poquito menos ¡ªdice St?ckli entre las risas de todos¡ª. Dejar¨ªa las cosas un poco m¨¢s crudas.
¡ªAumentar¨ªa la presencia del humor en la vida cotidiana, tomarse las cosas con un poco m¨¢s de liviandad ¡ªdesea el padre.
Otros pidieron, en un refer¨¦ndum infructuoso, menos campanadas a todas horas, la ¨²nica estridencia que se permite la ciudad. El bienestar aqu¨ª es la suma del tiempo, explica Carlos Rabinovich:
¡ªEn Z¨²rich las fuerzas renovadoras han presentado una batalla ardua. Se ha desempolvado ese estigma de ciudad donde el dinero lo es todo. En ese proceso est¨¢ a¨²n.
Si dos milenios atr¨¢s se enraiz¨® la multiculturalidad y en el siglo XIX, con la seda, habr¨ªa empezado el colch¨®n del dinero, es en los a?os veinte del siglo pasado donde nace parte de este presente-futuro de Z¨²rich.
En el n¨²mero 33 de Langstrasse, en el Distrito 4, el barrio obrero, multirracial, con gran actividad de ocio nocturno y una zona roja de prostituci¨®n (legal en Suiza), vive Bruno Kammerer, de 84 a?os. Su padre ayud¨® a exiliados espa?oles de la Guerra Civil. Habla espa?ol, estudi¨® Bellas Artes, se dedica al dise?o gr¨¢fico y fue concejal de Cultura y Urbanismo por el partido socialista entre 1970 y 1998. Ha sido testigo de casi todo:
¡ªDespu¨¦s de la I Guerra Mundial, Z¨²rich empez¨® a crecer. Los planes de viviendas de cooperativas que se mantienen hoy se formaron con un Gobierno de izquierdas. Eso ha permitido vivienda digna para mucha gente. Tambi¨¦n surgieron cosas m¨¢s raras como un plan de desarrollo que echaba abajo el casco hist¨®rico y convert¨ªa Z¨²rich en un gran centro comercial con rascacielos; es decir, una ciudad para trabajar, no para vivir.
Ese plan nunca prosper¨®. Pero encareci¨® el suelo, asegura Kammerer. Se perdieron lugares de bienestar, hasta que a principios de los ochenta protestaron los j¨®venes. ¡°En 1980 tuvimos un verano de lucha en las calles. Hubo esl¨®ganes como que la cultura nos asfixia, en referencia a los presupuestos para la alta cultura, pero no para la independiente. Una colaboraci¨®n entre la izquierda y la derecha consigui¨® unas antiguas f¨¢bricas en la orilla oriental del lago para la Rote Fabrik, la f¨¢brica roja¡±. Para Kammerer ¡°se vive bien en esta ciudad¡±, donde se puede¡
comer peque?os chocolates y comprobar por qu¨¦ es un manjar de los dioses¡
en oto?o buscar setas a menos de media hora y en invierno lo que se quiera con la nieve¡
Cinco antiguas f¨¢bricas son laboratorios de m¨²sica, teatro, cine, arte, cualquier expresi¨®n art¨ªstica alternativa y salas de debate. Es la Rote Fabrik. Fuera, la fachada de ladrillo rojo tiene en la parte inferior el colorido de los grafitis. Pablo Niederberger, corresponsable de programaci¨®n de conciertos, cuenta la historia con su espa?ol aprendido en Salamanca (Espa?a):
¡ªEsto es gracias a los j¨®venes que protestaron pidiendo poder expresarse con su teatro y su m¨²sica. Casi no exist¨ªan salas as¨ª. Aqu¨ª se hizo mucha m¨²sica independiente y grandes discogr¨¢ficas instalaron sedes en Z¨²rich. Otras ciudades copiaron el modelo.
La cultura en el centro, s¨ª, pero, St?ckli reflexiona:
¡ªLa cultura est¨¢ muy profesionalizada. Su institucionalizaci¨®n aumenta la necesidad de definir una posici¨®n de independencia y mirada cr¨ªtica sobre el sistema. La sociedad marcada por la migraci¨®n es un importante catalizador en este proceso que vive un momento apasionante.
En Paradeplatz, coraz¨®n de Z¨²rich, est¨¢ lo que podr¨ªa ser el sal¨®n de una nave espacial dominado por el blanco de paredes curvas de la galer¨ªa Gmurzynska, en cuyo ventanal anuncia: ¡°Espacio dise?ado por Zaha Hadid¡±. La compra y venta de arte ha ocupado un lugar clave en Z¨²rich. Entre sus proyectos, seg¨²n Peter Haerle, est¨¢n:
¡ªLa ampliaci¨®n del Kunsthaus (museo de arte), del arquitecto David Chipperfield, que abrir¨¢ en 2021. Con esta extensi¨®n e incorporaci¨®n de colecciones, Z¨²rich ser¨¢, despu¨¦s de Par¨ªs, el segundo centro del impresionismo. Se terminar¨¢ la renovaci¨®n del Tonhalle, la sala de m¨²sica, y reforzar¨¢n los espacios de artistas independientes con un sistema de promoci¨®n para el teatro y la danza.
En una ma?ana lluviosa, Mike M¨¹ller, actor, comediante y figura nacional suiza, indaga en las ra¨ªces del prestigio de la ciudad donde nacieron movimientos como el dad¨¢:
¡ªArtes, clubes e intelligenzia. Z¨²rich tiene el privilegio de albergar a personas interesantes relacionadas con la cultura. La clave no es una gran tradici¨®n de artes y teatro, sino la ruptura de reglas y las relaciones internacionales. En los ochenta se fundaron bares y clubes ilegales que fueron la base de nuevas ideas para socializar.
M¨¹ller est¨¢ sentado en una cafeter¨ªa del Kulturhaus Kosmos: cine, sala de libros y lectura, un escenario, espacio de charlas, bistr¨®, bar. Kosmos organiza debates los lunes. Es la esquina que une el vibrante Langstrasse con la nueva Europaallee, el complejo urban¨ªstico paralelo a las v¨ªas del tren cerca a la estaci¨®n central. Una microurbe, para algunos un poco elitista, se?alada de encarecer la zona y s¨ªmbolo de gentrificaci¨®n. Pero nadie le niega su imantaci¨®n cultural en una ciudad donde la gente¡
pasea para ver escaparates de anticuarios o tiendas artesanales como obras de arte ef¨ªmeras¡
viaja en transporte p¨²blico con horas precisas como si el tiempo se hubiera ordenado all¨ª¡
A Carlos Rabinovich, que tiene junto con dos socios su estudio de arquitectura Bur Architekten, centrado en la construcci¨®n de edificios p¨²blicos ganados en concursos, le preocupa la vivienda:
¡ªLos mecanismos de la democracia directa, clave en este pa¨ªs, han tirado por la borda proyectos grandes. Z¨²rich se encuentra en una dicotom¨ªa entre aceptar su atractivo y su crecimiento o evitar cuestionar las estructuras existentes. Es en el campo de la vivienda donde est¨¢n las manifestaciones m¨¢s interesantes. Particularmente las de algunas cooperativas.
Otro proyecto que ha llamado la atenci¨®n es Fogo. Una alternativa para refugiados y j¨®venes con viviendas temporales.
Los suizos prefieren el alquiler. Las cooperativas facilitan esta modalidad. El alquiler de un piso de unos 50 metros cuadrados fuera del centro cuesta alrededor de 1.800 euros, y en la zona central, unos 2.400. Comprar s¨ª es un lujo: un piso de unos 50 metros cuadrados puede alcanzar los 600.000 euros a las afueras y 800.000 en el centro.
¡ªTrabajamos para que la tercera parte de la vivienda sea sin fines de lucro. El Gobierno no solo apoya la construcci¨®n de cooperativas proporcionando tierras o pr¨¦stamos a bajo precio, la ciudad tambi¨¦n se est¨¢ construyendo a s¨ª misma. Hay 10.000 apartamentos municipales en construcci¨®n o planeados de aqu¨ª a 10 a?os. Muchos edificios municipales, de teatros a instalaciones de nataci¨®n, est¨¢n disponibles a precios reducidos ¡ªexplica Corine Mauch.
El noroccidente es una de las zonas recuperadas. Est¨¢ la Prime Tower, el edificio m¨¢s alto, donde a sus pies ejecutivos, ni?os y cualquiera puede aprender y practicar surf sobre una ola artificial. Al lado, Freitag, la tienda de bolsos hechos con lonas de camiones, y el Frau Gerolds Garten, para comer y reunirse en un rinc¨®n de jardines.
El turismo representa cada vez m¨¢s. Uliana Shtoyko trabaja con Z¨²rich Turismo, empresa privada asociada con la alcald¨ªa. Naci¨® en Ucrania, se crio en Italia y estudi¨® turismo en Barcelona:
¡ªZ¨²rich era un destino de turismo de negocio, ahora lo es de ocio. Uno de los hitos que empez¨® a cambiar su imagen ocurri¨® en 1992 con la primera Street Parade, el festival de m¨²sica electr¨®nica. Dio una idea de ciudad moderna, joven, alegre¡ Z¨²rich West se ha ido transformando de zona industrial a una de tendencia.
Todos miran la torre de la iglesia de San Pedro, con uno de los relojes murales m¨¢s grandes del mundo (8,7 metros de di¨¢metro). Suma de formas, nombres y tributos, desde su origen como templo de J¨²piter, seguir¨¢ cuando pase el tiempo de la covid-19 que ha subido el desempleo del 2,5% al 3,5%. La estrategia ante la pandemia, seg¨²n la alcaldesa, es perfeccionar lo que ha tra¨ªdo a Z¨²rich hasta aqu¨ª:
¡ªLa ciudad se puso en marcha y dio apoyo financiero a las peque?as empresas y a las culturales. El Gobierno estableci¨® servicios de asistencia de bajo umbral, como una l¨ªnea de asistencia telef¨®nica para mayores, ayuda financiera de emergencia y acceso m¨¦dico para los indocumentados. Nadie sabe c¨®mo se desarrollar¨¢ el corona. Nuestros expertos vigilan la evoluci¨®n de la econom¨ªa, estamos en estrecho intercambio con el Gobierno cantonal y nacional para hallar la mejor manera de salir de la crisis.
El amarillo empieza a colorear las hojas de los ¨¢rboles. Una llovizna fina al atardecer convierte la ciudad reflejada en el r¨ªo en un gran lienzo puntillista. En Paradeplatz la gente saca sus paraguas y empieza a crear una coreograf¨ªa espont¨¢nea al esquivar los tranv¨ªas que se cruzan en varias direcciones y a los que suben cuando otros bajan para continuar la coreograf¨ªa. En una esquina, un hombre con paraguas blanco, camisa blanca, pantal¨®n azul marino, zapatillas blancas y un malet¨ªn ejecutivo pasa junto a una escultura de un inmenso olivo blanco que tiene los a?os de Z¨²rich: 2.000. Esta obra de Ugo Rondinone est¨¢ a los pies de los edificios de Credit Suisse y UBS, dos pilares bancarios de Suiza. En el borde de la acera, el hombre mira a un lado y a otro¡ El trac trac de los Trams no se detiene¡
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