Los tesoros ocultos de Gaud¨ª
La obra del genial arquitecto guardaba secretos en forma de dibujos desconocidos y de proyectos nunca realizados. Un libro monumental los rescata
Se han escrito oc¨¦anos sobre el personaje, el merchandising a que dio lugar su universo est¨¦tico es inacabable, no existen referencias claras de comparaci¨®n o equiparaci¨®n entre su obra y la de otros grandes arquitectos de la historia, y turistas de todo el mundo siguen agolp¨¢ndose (o mejor, seguir¨¢n agolp¨¢ndose, vacuna mediante) ante criaturas suyas como la Sagrada Familia, el parque G¨¹ell, La Pedrera o la Casa Batll¨®, todas ellas en Barcelona y todas ellas declaradas ya hace a?os patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Hablamos de un verdadero fen¨®meno de masas y de un icono universal del llamado turismo cultural. Hasta que explot¨® la pandemia, la Sagrada Familia recib¨ªa una media de 4,5 millones de visitas al a?o. El parque G¨¹ell, m¨¢s de tres millones. La Casa Mil¨¤ (La Pedrera), m¨¢s de un mill¨®n. Hasta ah¨ª, lo sabido. Pero para acercarse de verdad a la esencia de lo que fue un personaje inasible como Antoni Gaud¨ª (Reus, 1852-Barcelona, 1926), resulta aconsejable trascender el arte de pensar y erigir edificios y avanzar por zonas mucho menos evidentes: el ascetismo religioso, cierto car¨¢cter ermita?o, un ecologismo avant la lettre, un catalanismo incondicional y una irrenunciable mezcla de conservadurismo en las ideas y rebeld¨ªa en las actitudes. Es lo que, grosso modo, hace de Gaud¨ª un tipo incomparable en toda la expresi¨®n de la palabra. Y es lo que, muy probablemente, explica en parte su genialidad creativa sin l¨ªmites, inseparable de sus complejos rasgos de personalidad.
Todo ello transita por las p¨¢ginas de Gaud¨ª en primer plano (editorial Artika), un libro que es mucho m¨¢s que un libro y que, en buena medida, marca un antes y un despu¨¦s en la aproximaci¨®n al universo del maestro modernista. Fruto de una investigaci¨®n de a?os que incluye tanto la pesquisa y el rastreo de documentos en una docena de instituciones de dentro y fuera de Catalu?a como la profundizaci¨®n en la vida y obra de Gaud¨ª a trav¨¦s de art¨ªculos escritos por algunos de sus mayores expertos, este artefacto de papel, cart¨®n, tinta, polvo de cemento y hierro troquelado es un pelda?o m¨¢s en la labor de este sello editorial especializado en libros de artista. Un libro de arte, un libro de estudios y una carpeta de arquitecto ¡ªtodo ello a bordo de un descomunal estuche que incluye la reproducci¨®n de uno de los c¨¦lebres guerreros/chimenea de Gaud¨ª en la azotea de la Casa Mil¨¤¡ª conforman esta lujosa sobredosis gaudiniana, con una tirada de 4.998 ejemplares y un precio que rondar¨¢ los 2.000 euros.
El mayor inter¨¦s de este proyecto radica en el car¨¢cter in¨¦dito o pr¨¢cticamente desconocido de gran parte de esos documentos y dibujos, nada o muy poco vistos por el gran p¨²blico y desde luego nunca reunidos en un mismo corpus. Fueron detectados y reproducidos a trav¨¦s de los a?os en instituciones como la C¨¢tedra Gaud¨ª de la Universidad Polit¨¦cnica de Barcelona, la Fundaci¨®n Junta Constructora del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, el Archivo Municipal Contempor¨¢neo del Ayuntamiento de Barcelona, el Archivo Municipal del Distrito de Gr¨¤cia (Barcelona), la Fundaci¨®n Espa?a-Duero, en Le¨®n; el Archivo Municipal de Matar¨®, el monasterio de Montserrat, el Archivo Municipal del Distrito de Sant Mart¨ª (Barcelona) y el Museo Municipal de Reus.
Gaud¨ª no dej¨® mucho escrito m¨¢s all¨¢ de los documentos de licitaci¨®n de obra y de las cartas de exposici¨®n de proyectos, algunas de las cuales se recogen en el libro. Y lo que es m¨¢s importante: tampoco dej¨® una gran cantidad de planos ni de dibujos ¡ªprefer¨ªa las maquetas¡ª, pero los que aqu¨ª se incluyen dan cuenta de un asombroso talento como dibujante expresado mediante el l¨¢piz, las tintas, las acuarelas, las aguadas, los cianotipos¡
Estamos ante un mal estudiante diplomado en 1878 por la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona que, para entonces, ya llevaba tiempo por libre, colaborando con arquitectos consagrados o aspirando a hacerlo, e incluso presentando proyectos propios. Estaba naciendo un creador superdotado y, sobre todo, distinto a todo lo visto hasta entonces. De hecho, los dibujos de sus trabajos de estudiante que se conservan en la C¨¢tedra Gaud¨ª revelan a las claras su inquietud creativa y su rebeld¨ªa intelectual. Como apunta el catedr¨¢tico Juan Jos¨¦ Lahuerta en uno de los textos del libro, busca siempre ¡°la novedad con respecto a los modelos tipol¨®gicos corrientes, y el inter¨¦s por la decoraci¨®n y por el uso arquitect¨®nico de materiales nuevos, como el hierro, o inesperados, como el agua¡±.
En la escuela perdi¨® el tiempo estrictamente necesario. En la actividad y el aprendizaje arquitect¨®nicos, emple¨® todo el del mundo, siempre obsesionado por calzar su obra sobre tres patas innegociables (lo que puede parecer obvio en un arquitecto, e incluso en un arquitecto-estrella, pero que no siempre se confirma, y no hay m¨¢s que ver algunos ejemplos actuales e ilustres): estructura, funcionalidad, decoraci¨®n.
Su cabeza era privilegiada y ¡°fabricaba¡± mentalmente lo mismo mansiones para la aristocracia catalana y templos religiosos que edificios civiles, fuentes monumentales, embarcaderos, puertas de cementerios o paraninfos de universidad¡ que se ejecutaban o no, y lo hac¨ªa dot¨¢ndolos ya de volumen. No es extra?o, pues, que para presentar esos proyectos a sus colaboradores y a hipot¨¦ticos contratadores prefiriera la maqueta al dibujo. Y de ah¨ª el extraordinario valor de esta colecci¨®n de im¨¢genes gr¨¢ficas que, en cierta forma, viene a continuar el colosal trabajo publicado en 1983 por los catedr¨¢ticos Joan Bassegoda ¡ªentonces director de la C¨¢tedra Gaud¨ª¡ª y George R. Collins ¡ªde la Universidad de Columbia¡ª en su cat¨¢logo razonado de Gaud¨ª, titulado The Designs and Drawings of Antonio Gaud¨ª.
Juan Jos¨¦ Lahuerta, actual responsable de la C¨¢tedra Gaud¨ª, explica as¨ª lo que la alta sociedad barcelonesa de finales del XIX esperaba del nuevo arquitecto que ten¨ªa que crear para ellos un mundo in¨¦dito: ¡°Ten¨ªa que ser, a la vez, un t¨¦cnico y un artista, un arque¨®logo, un historiador y un inventor, un ide¨®logo presente siempre en las pol¨¦micas ciudadanas, alguien capaz de interpretar en im¨¢genes poderosas y originales, por no decir exc¨¦ntricas ¡ªun concepto que, desde el punto de vista del ¡®genio art¨ªstico¡¯, entendido como culminaci¨®n de la liberalidad burguesa, no pod¨ªa sino tener connotaciones positivas¡ª, la ideolog¨ªa de una burgues¨ªa en expansi¨®n, que hab¨ªa empezado a sustituir la tradicional ¨¦tica del trabajo y del ahorro por la nueva y m¨¢s rabiosa est¨¦tica del consumo y del gasto¡±.
En otras palabras: en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XIX, los nuevos ricos de la alta sociedad catalana, hijos de quienes hab¨ªan logrado las primeras grandes acumulaciones de capital, quieren edificios no solo bellos y funcionales, sino rodeados de un halo de novedad y a ser posible con un toque extravagante cuando no estrafalario que les permita equipararse con las burgues¨ªas avanzadas de las grandes capitales europeas. Uno de ellos fue Eusebi G¨¹ell, amigo ¨ªntimo y verdadero mecenas de Antoni Gaud¨ª, la persona que dio un impulso definitivo a lo que ya era evidente: un gran arquitecto en ciernes.
Las pesquisas para dar con estos peque?os tesoros secretos no fueron sencillas, ni breves. Se trata de un proyecto editorial cuyo primer germen se remonta a hace cosa de 13 a?os y que se ha topado en ocasiones con la habitual maquinaria burocr¨¢tica de negociaci¨®n y cesi¨®n de derechos por parte de las instituciones, tal y como dejan entrever las palabras de Marc Bull, director de Artika: ¡°Hubo un trabajo que se prolong¨® mucho en el tiempo de investigaci¨®n en archivos e instituciones y de petici¨®n de derechos. No es hacer un libro sobre Botero, que hablas con ¨¦l y te pones de acuerdo en las condiciones y ya est¨¢¡ Aqu¨ª tienes que tratar con much¨ªsima gente, resolver temas de burocracia de contratos, derechos, etc¨¦tera¡±. Ninguno de los anteriores proyectos de libros de artista puestos en pie por este sello ¡ªChillida, Botero, Plensa, Barcel¨®, Mir¨®, Dal¨ª, Picasso, T¨¤pies, Sorolla y Lita Cabellut, entre otros, hasta un total de 27¡ª requiri¨® tanto tiempo y desgaste. Para su editora, Macarena de Eguilior, ¡°se trataba de hacer un homenaje a un gran artista al que, en su momento, se mir¨® con bastante desprecio. La Pedrera, por ejemplo, es un nombre despectivo. Solo con el tiempo ha habido una especie de consenso en el reconocimiento a su obra, aunque siempre con una parte de la intelectualidad en su contra¡±.
El libro recoge, siempre a tama?o original, detalles de los dibujos que se conservan de Gaud¨ª, que no es precisamente mucho. Entre otras cosas por culpa del incendio que en 1936, durante la Guerra Civil, provocaron escuadrones anarquistas en su estudio de la Sagrada Familia, donde el arquitecto hab¨ªa vivido dos a?os, hasta su fallecimiento en 1926, y que qued¨® devastado. En total, el volumen presenta 48 ilustraciones salidas de la mano de Gaud¨ª. Algunas de ellas son aut¨¦nticas tarjetas de visita de un superdotado del dibujo y la acuarela, como es el caso de las ejecutadas para el dise?o de la capilla de la Colonia G¨¹ell ¡ªcuyas torres prefiguran el esp¨ªritu de lo que acabar¨ªa siendo su obra cumbre, el templo expiatorio de la Sagrada Familia¡ª o el de un paraninfo para la Universidad de Barcelona, proyecto de rev¨¢lida de Gaud¨ª fechado en 1877. Tampoco faltan en este recorrido por el Gaud¨ª menos conocido viejas reproducciones de dibujos hoy desaparecidos, como los del pabell¨®n de la Compa?¨ªa Transatl¨¢ntica para la Exposici¨®n Universal de Barcelona de 1888 o los del boceto para la puerta de un cementerio en Barcelona, de 1875.
¡°El material que queda estaba muy desperdigado y en bastante mal estado de conservaci¨®n, pero tiene un punto de misterio, de escondido, porque los dibujos son un poco la trastienda, esa parte m¨¢s ¨ªntima del artista, y l¨®gicamente eso es muy evidente en los pintores, pero tambi¨¦n ocurre con los arquitectos, que tienen una obra reconocible, monumental, y luego hay esta otra parte m¨¢s secreta, escondida. En ese sentido, este es un Gaud¨ª como nunca lo hab¨ªamos visto, un Gaud¨ª que trata de huir de los t¨®picos¡±, explica Macarena de Eguilior mientras despliega con orgullo los tres planos originales incluidos en la carpeta de arquitecto de Gaud¨ª en primer plano: el proyecto de un embarcadero para un lago que el artista firma en 1876 y que nunca lleg¨® a construirse, el trabajo original de fachada para la Casa Mil¨¤-La Pedrera, de 1906, y el primer plano de demostraci¨®n de visibilidad de la Sagrada Familia y su entorno urbano, firmado en 1916.
La diferencia entre Antoni Gaud¨ª y otros grandes del modernismo catal¨¢n, como Puig i Cadafalch o Dom¨¨nech i Montaner, es que de estos ¨²ltimos s¨ª queda abundante material que explica su obra, porque lo conservaron los herederos. Gaud¨ª muri¨® solo. Sentada en una terraza de la plaza de Catalunya, la catedr¨¢tica de la Universidad de Barcelona Mireia Freixa explica as¨ª el personaje y sus avatares: ¡°Se qued¨® a vivir en su estudio de la Sagrada Familia los dos ¨²ltimos a?os. Viv¨ªa solo y de manera miserable. Era un personaje muy par?ticu?lar, un catalanista hasta sus ¨²ltimas consecuencias y un meapilas absoluto. El mundo religioso le obsesionaba, pero ten¨ªa un concepto de la doctrina muy duro, muy castigado, muy asc¨¦tico. Joan Maragall, que era su amigo, dec¨ªa que Gaud¨ª le daba miedo. Era alguien fascinante¡±.
Sobre el recurrente escepticismo de ciertos sectores intelectuales al¨¦rgicos a las extravagancias y barroquismos de Gaud¨ª, ella lo tiene as¨ª de claro: ¡°Es el ¨²nico arquitecto que rein¨® despu¨¦s de morir, porque se ha continuado su obra a partir de lo que ¨¦l dej¨® dicho, que era algo totalmente pasado de moda. Y a mucha gente no le gusta, y est¨¢ bien que no le guste, yo no digo si me gusta o no, simplemente digo que me fascina. Y cuando ves que todo el mundo lo respeta aunque diga que est¨¢ pasado de moda, quiere decir que es muy muy bueno¡±.
Freixa, autora de un libro de reciente edici¨®n sobre el parque G¨¹ell, tambi¨¦n ha colaborado en este renacimiento editorial del Gaud¨ª secreto. Lo ha hecho con un brillante estudio sobre los temas y t¨¦cnicas de sus dibujos, sus proyectos y sus maquetas. Un trabajo no exento de melancol¨ªa, tal y como reconoce: ¡°De lo que hab¨ªa en la Sagrada Familia no podemos estudiar nada. Hay unas fotograf¨ªas de su estudio all¨ª en el a?o 1935 y est¨¢ lleno de rollos de dibujos. Si se hubiera conservado aquel legado habr¨ªa sido espec?tacular¡ Te da rabia pensar en lo que pod¨ªa haber y c¨®mo podr¨ªamos haberlo estudiado. Yo he sufrido mucho pensando en esto, la verdad, es de los libros que yo he hecho con m¨¢s dolor¡±.
Una interpretaci¨®n menos pesimista ofrece Jordi Faul¨ª, actual coordinador de las obras de la Sagrada Familia, que considera que el material superviviente es abrumador: dibujos del conjunto publicados por Gaud¨ª durante su vida y despu¨¦s publicados entre su muerte y el a?o 1936, cuando se incendia su taller; maquetas de yeso de hasta cinco metros de altura correspondientes a la nave principal, la fachada principal, las cubiertas, la sacrist¨ªa, los claustros; textos publicados en vida de Gaud¨ª y despu¨¦s por sus colaboradores, que contienen sus ideas sobre la obra, frases textuales del arquitecto, ilustraciones de reproducciones de planos, fotograf¨ªas¡ Un material que se aglutina en las p¨¢ginas de Gaud¨ª en primer plano. ¡°Somos buscadores, en el sentido en que definimos el proyecto a construir estudiando toda la informaci¨®n que Gaud¨ª nos dej¨® preparada y tambi¨¦n estudiando las partes que ¨¦l mismo construy¨®. En cierta forma, somos colaboradores suyos para construir su trabajo. Nuestra labor no es la de un proyectista habitual, sino la de buscar c¨®mo debe ser el dise?o seg¨²n toda esta informaci¨®n original de Gaud¨ª¡±, explica Jordi Faul¨ª.
La siguiente pregunta es si se aventura a pronosticar en qu¨¦ a?o, en qu¨¦ siglo, en qu¨¦ era finalizar¨¢n las obras de la criatura m¨¢s universal de Antoni Gaud¨ª, la Sagrada Familia, si es que eso ocurre un d¨ªa. La respuesta es tan breve como obvia: ¡°No¡±.
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