Estoy vivo y quiero un funeral de muerte
Ritos y documentales reflexionan sobre el ¨²ltimo adi¨®s para romper tab¨²es y vivir con m¨¢s plenitud
En plena pandemia, conscientes de que el virus ha arrebatado la vida a casi un mill¨®n y medio de personas en todo el mundo, es inevitable tener presente m¨¢s que nunca el memento mori. Pero para paliar el miedo y la amargura que produce pensar en el final de la vida, cada vez son m¨¢s las iniciativas que se llevan a cabo para educar sobre la mortalidad y ayudar a trabajar la aceptaci¨®n de nuestra impermanencia. Y uno de los fen¨®menos que m¨¢s se est¨¢n extendiendo son los funerales para vivos.
En la primera cumbre mundial de death doulas, que se celebr¨® en noviembre, Michael Hebb, autor del libro Let¡¯s Talk about Death (over Dinner) ¡ªHablemos de la muerte (durante la cena)¡ª, cont¨® c¨®mo celebr¨® su 40? cumplea?os presenciando su propio funeral. A lo largo de tres horas, 40 amigos y familiares compartieron lo que Hebb significaba para ellos. ¡°Las cr¨ªticas fueron estupendas porque pod¨ªa salir de mi tumba y ocuparme de resolver los problemas que ten¨ªa pendientes¡±, explic¨®, ¡°aunque me result¨® muy inc¨®modo escuchar todo lo bueno que ten¨ªan que decirme¡±.
Este tipo de eventos se hicieron notorios en la d¨¦cada de 1990 en Estados Unidos y en algunos pa¨ªses de Asia (donde se denominan seizens¨) al ser protagonizados por celebridades y retransmitidos en televisi¨®n, con tintes de fantas¨ªa narcisista y voyerista. En Espa?a, el programa televisivo El cielo puede esperar (Movistar+) parte de esta premisa, pero se hace en clave de humor.
Sin embargo, la industria mortuoria se toma los funerales para vivos muy en serio, incluso los plantean adecuados para personas que van a morir de forma inminente, ya que confieren la oportunidad de poder despedirse de los seres queridos.
Descansa en paz, Dick Johnson, el reciente documental estrenado en Netflix, es un buen ejemplo. Su directora, Kirsten Johnson, no solo imagina las posibles muertes de su padre, un expsiquiatra enfermo de Alzheimer (con la complicidad de ¨¦l para recrearlas), sino que le organiza adem¨¢s un funeral al que ¨¦l mismo asiste y en el que familiares, amigos y pacientes comparten los mejores recuerdos que han disfrutado a su lado. Una dulce despedida.
Otra representaci¨®n de estos ritos prefunerarios ¡ªen los que no faltan las imprescindibles y saludables dosis de humor negro¡ª es la procesi¨®n de ata¨²des que se celebra en Santa Marta de Ribarteme, en Pontevedra. Cada a?o, aquellos que sufren o que superaron una enfermedad grave desfilan en romer¨ªa metidos en un f¨¦retro en agradecimiento a su patrona por seguir con vida.
En Corea del Sur, meterse en un ata¨²d tambi¨¦n ha empezado a ser popular, ya que consideran que meditar sobre la muerte hace que se viva con m¨¢s plenitud. Es una de las actividades que ofrece el Hyowon Healing Center, inaugurado en 2012 en Se¨²l y en el que los participantes pueden escribir su testamento, su epitafio o asistir a su propio funeral.
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