Desastre y ¨¦pica

Abril fue el mes m¨¢s cruel de 2020 en Gran Breta?a. La covid dejaba p¨¢lidas las cifras del HABER cuando se comparaban con las del DEBE en la contabilidad de la vida. Quiz¨¢ para compensar el desequilibrio entre los alumbramientos y las defunciones, Theo Anderson, el beb¨¦ de la foto, lleg¨® con tres meses de adelanto a su cita con el mundo. Brot¨® en plena pandemia como esas flores indomables que se abren paso en las grietas del asfalto, y con un peso (cont¨¢ndolo todo: piel, v¨ªsceras, huesos) que apenas alcanzaba el kilo. Quiere decirse que lleg¨®, en su apresuramiento, a medio hacer y que hubo de pasar sus primeros meses entre la incubadora y los pechos de su madre, que, si ustedes se fijan, est¨¢ abri¨¦ndose la camiseta del pijama para hacerle un hueco. No se pierdan la insolencia o el ¨ªmpetu con los que el cr¨ªo extiende los brazos y las piernas como un David min¨²sculo frente al Goliat feroz de la existencia. La enfermera que lo traslada del ¨²tero artificial al cuerpo de la madre ejerce de verbo copulativo al unir el sujeto con el predicado nominal, sin que sepamos muy bien si el sujeto es la madre y el predicado nominal el ni?o o viceversa. En todo caso, apreciamos una sintaxis gracias a la cual Theo se incorpor¨® felizmente a la gram¨¢tica de la realidad, pues en el momento de escribir estas l¨ªneas se encuentra ya felizmente en la casa de sus padres. La foto, que apareci¨® en numerosos medios, actu¨® como un contrarrelato ¨¦pico destinado a aliviar el peso de la novela f¨²nebre protagonizada por la contabilidad diaria de los tr¨¢nsitos.