Catalu?a, entre la pandemia y las urnas
La crisis sanitaria y econ¨®mica del coronavirus a?ade nuevas incertidumbres al complejo panorama pol¨ªtico catal¨¢n ante la nueva cita electoral
En otra ¨¦poca, hace tan solo una d¨¦cada, Antoni Castell¨® hubiera sido un arquetipo eficaz del burgu¨¦s catal¨¢n: laborioso y emprendedor, poco amigo del riesgo, contenido en las formas y en el fondo, y siempre partidario de la entente. Con una cerveza en una mano y la mascarilla en la otra, vestido de manera sobria e informal, Castell¨® saluda a todo el mundo en el bar del club deportivo Egara, en Matadepera (Barcelona). Procede de unas de las familias m¨¢s conocidas de la vecina Terrassa: su abuelo, Antoni Escud¨¦, fue el pionero local del deporte que dio fama ol¨ªmpica a esta ciudad, el hockey hierba. Matadepera tambi¨¦n fue noticia en 2020 al convertirse en el municipio con la renta per capita m¨¢s elevada de Espa?a. En este pueblo, el independentismo arras¨® en las elecciones auton¨®micas de 2017: obtuvo el 71% de los votos.
Castell¨® es un exitoso empresario de instrumental m¨¦dico de alta calidad: fabrica, entre otros, pr¨®tesis para incontinencia urinaria femenina en una planta de Calatayud (Zaragoza). A este m¨¦dico de formaci¨®n sobre todo le cuesta entender el proc¨¦s, el movimiento por el cual casi la mitad de sus conciudadanos dieron apoyo a la independencia unilateral. ¡°En Catalu?a las cosas progresaban, avanz¨¢bamos como un di¨¦sel, en autogobierno tambi¨¦n. Pero de repente decidimos que quer¨ªamos viajar en un Porsche y a 400 kil¨®metros por hora. Y eso, si no sabes ad¨®nde vas, tiene consecuencias¡±, dice.
El nacionalismo catal¨¢n moderado y pactista, adjetivos que sol¨ªan caracterizar a la extinta Converg¨¨ncia i Uni¨®, parece cosa del pasado. El catalanismo, tal como lo conocimos, ha muerto. Esa fue la opini¨®n expresada por el escritor Valent¨ª Puig tras la declaraci¨®n unilateral de independencia de 2017 y la inmediata intervenci¨®n de la Generalitat por parte del Gobierno. En unas declaraciones a EL PA?S de 2019, Puig dudaba de que el catalanismo cl¨¢sico tenga mucho recorrido electoral y vaticinaba que aquel pragmatismo lo est¨¢ asumiendo hoy, sobre todo, Esquerra Republicana (ERC).
En el momento en el que este reportaje fue a imprenta, a¨²n no se sab¨ªa si las elecciones auton¨®micas se iban a celebrar o no el 14 de febrero. El Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a suspendi¨® cautelarmente el aplazamiento de los comicios por su ¡°inter¨¦s p¨²blico¡±, pero dej¨® abierta la puerta a un cambio de criterio mediante una nueva sentencia en el caso de que las medidas y restricciones para contener el virus se vean endurecidas. En cualquier caso, se celebren las elecciones auton¨®micas cuando se celebren, lo que se dilucidar¨¢ en ellas es si el giro posibilista de ERC, un partido que hasta hoy hab¨ªa representado al nacionalismo m¨¢s inflexible, le sirve para imponerse al PSC y a los herederos de CiU, Junts per Catalunya, el partido independentista liderado por Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat y eurodiputado hoy fugado en B¨¦lgica para evitar ser juzgado en Espa?a.
Para algunos, el proceso de independencia qued¨® enterrado cuando cay¨® el meteorito del coronavirus; para otros, solo se trata de un cambio moment¨¢neo en el orden de las prioridades. ¡°La pandemia ha desviado la atenci¨®n, pero ahora se ver¨¢, cuando estalle la crisis econ¨®mica, si se ha olvidado o se ha enquistado¡±, dice Antoni Castell¨®. ?l y otros ocho ciudadanos son las voces que se incorporan a este reportaje con el fin de radiografiar la Catalu?a que acudir¨¢ a las urnas para elegir el Parlamento y el nuevo inquilino del Palau de la Generalitat. Los entrevistados tienen trayectorias vitales variopintas, pero a todos les une la incertidumbre ante el futuro que dejar¨¢ la covid-19. Catalu?a, seg¨²n las ¨²ltimas predicciones de la Generalitat, iba a cerrar 2020 con una ca¨ªda del PIB de un 12% y un desempleo pr¨®ximo al 16%. Las v¨ªctimas mortales que dej¨® el virus el a?o pasado ascendieron a m¨¢s de 17.000, adem¨¢s de 66.000 personas que tuvieron que ser hospitalizadas y un total de 370.000 infectados confirmados, el 5% de la poblaci¨®n.
¡°Catalu?a es una veleta¡±
La pandemia no ha acabado con el habitual trasiego del fin de semana en el chalet social del club Egara. J¨®venes uniformados con la indumentaria del equipo de hockey, padres e hijos que vuelven de jugar al tenis, amigas que toman un aperitivo despu¨¦s de la partida de p¨¢del. Matadepera ascendi¨® en 2018 al n¨²mero uno en el ranking de municipios de Espa?a por renta per capita. Los vecinos argumentan que no son tan ricos, que el n¨²mero uno se debe a que la familia Lao, residente en el pueblo, ingres¨® lo obtenido por la venta de su compa?¨ªa, la multinacional de juegos y apuestas Cirsa. Pero lo cierto es que antes de la operaci¨®n de Cirsa, Matadepera ya era un lugar pudiente: el cuarto municipio m¨¢s rico del pa¨ªs. El Egara es un club de esp¨ªritu conservador y ligado desde su fundaci¨®n a la alta burgues¨ªa de la colindante Terrassa. Esta ciudad y la vecina Sabadell fueron el coraz¨®n del textil espa?ol.
La apertura china a partir de la d¨¦cada de los ochenta caus¨® estragos. Luego, recuerda Castell¨®, las normas de protecci¨®n del medio ambiente aceleraron todav¨ªa m¨¢s la crisis industrial en la comarca del Vall¨¨s Oriental. Castell¨® critica que no haya una estrategia industrial de futuro en Catalu?a ni una comunicaci¨®n fluida entre la clase empresarial y la Generalitat. Esto mismo valoraba en septiembre Ant¨®n Costas, expresidente del C¨ªrculo de Econom¨ªa, en la revista Pol¨ªtica & Prosa: ¡°No solo no tenemos pol¨ªtica industrial, sino que en los ¨²ltimos 20 a?os se han desmontado los pocos instrumentos que ten¨ªamos de comunicaci¨®n entre los sectores econ¨®micos y la Administraci¨®n¡±.
Casi todos sus amigos son independentistas, dice Castell¨®. ?l lo ser¨ªa ¡°de coraz¨®n¡±, por sentimiento, pero antes est¨¢ la raz¨®n, el seny catal¨¢n, admite. ¡°Hemos perdido mucho tiempo con el proc¨¦s. Deber¨ªamos saber c¨®mo queremos competir a escala global, no contra Madrid. Con los chinos comi¨¦ndose el mundo, la competitividad de Estados Unidos, con guerras en el Mediterr¨¢neo, al lado de casa, y ahora las amenazas de una pandemia, mirarnos el ombligo debatiendo peque?eces como que si tantas horas de catal¨¢n en la escuela en vez de debatir qu¨¦ quiere ser Catalu?a en el mundo dentro de 25 a?os no es lo que deber¨ªamos hacer. Catalu?a, sin un proyecto a largo plazo, es una veleta¡±.
En el ojo del hurac¨¢n de la epidemia
Santiago Abreu no lo duda: su ciudad, Igualada, asumi¨® una responsabilidad especial al haber sido ¡°el epicentro de la pandemia en Espa?a¡±. ¡°Todos los vecinos conocen a alguien que muri¨®¡±, asegura Abreu, que ha estado en primera l¨ªnea de la tragedia desde su puesto de director de anestesiolog¨ªa y cuidados intensivos del hospital de Igualada. En marzo de 2020, la Generalitat orden¨® el confinamiento de este y otros tres municipios de la comarca de la Anoia, una semana antes de decretarse el estado de alarma en Espa?a.
El hospital de Igualada fue el primer centro sanitario en el que el coronavirus se dispar¨®. ¡°Pr¨¢cticamente la mitad del hospital se infect¨® en la primera ola. La mejora fue radical a partir de la segunda¡±, explica. Para Abreu, un error que se ha producido en Catalu?a, pero tambi¨¦n en otras regiones de Espa?a, es la obsesi¨®n por aumentar camas de UCI, ¡°cuando lo que se ha demostrado m¨¢s efectivo son medidas preventivas agresivas y la adaptaci¨®n de los espacios existentes en los hospitales, tener equipos polivalentes¡±. ¡°Son necesarias m¨¢s camas de UCI, pero ?tantas? ?Qu¨¦ haremos con todas estas camas cuando no haya pandemia?¡±.
Abreu naci¨® hace 40 a?os en Santo Domingo, Rep¨²blica Dominicana. Su abuelo era un indiano de Igualada. Tras estudiar la carrera en su pa¨ªs de origen, su nieto se mud¨® a Barcelona para ampliar sus estudios e iniciar su trayectoria profesional. Por experiencia sabe lo importante que es el hecho de que un pa¨ªs trate bien a su personal sanitario. De lo contrario, sucede lo que est¨¢n experimentando hoy Catalu?a y el resto de Espa?a: la salida al extranjero de profesionales altamente preparados. ¡°Un m¨¦dico requiere 12 a?os de formaci¨®n, entre los estudios, el MIR y la residencia. No puede ser que al acabar este periodo seas mileurista o trabajes con contratos precarios por semana o incluso por d¨ªas¡±, advierte. ¡°No podemos permitirnos invertir en la formaci¨®n de esta gente para que luego se marchen. Todos conocemos compa?eros que se han ido al extranjero y que no han vuelto¡±.
El fin de un sue?o industrial
A Yasmina L¨®pez hab¨ªa gente que le garantizaba que su empleo era para toda la vida. ¡°Es imposible que cierre Nissan, dec¨ªan, pese a que se ve¨ªa venir¡±. L¨®pez entr¨® a trabajar con 25 a?os en la planta que esta marca de autom¨®viles tiene en la Zona Franca de Barcelona. Sin estudios m¨¢s all¨¢ de la EGB y con una experiencia laboral previa como dependienta en zapater¨ªas, su cu?ado la avis¨® en 2004 de que su empresa, Nissan, estaba contratando personal para la l¨ªnea de montaje. En enero de 2020 dej¨® un trabajo de 15 a?os en el que vio a ¡°hombres altos como torres abandonando porque no aguantaban el ritmo¡±. Fue elegida delegada sindical para pol¨ªticas de igualdad. Una noticia trastoc¨® sus planes poco despu¨¦s de asumir sus funciones como flamante representante sindical: Nissan anunciaba que, tras 40 a?os, cerraba sus plantas de la Zona Franca, Montcada y Sant Andreu. ¡°Veinticinco mil personas, directa e indirectamente, se quedar¨¢n sin empleo. Mis prioridades cambiaron¡±, comenta L¨®pez.
La empresa franco-japonesa, que acabar¨¢ con la actividad a finales de 2021, ha disparado las se?ales de alarma sobre uno de los pilares de la industria catalana, la automoci¨®n. Las Administraciones buscan una salida para las instalaciones de Nissan, y una de las opciones m¨¢s serias la estudia la coreana LG, para reconvertir la Zona Franca en una planta de producci¨®n de bater¨ªas el¨¦ctricas para coches. Con 40 a?os y dos hijos, Yasmina es consciente de que le queda todav¨ªa mucha vida laboral por delante. Admite que el acuerdo de cierre garantiza unas buenas condiciones para los 2.500 trabajadores, pero le preocupa que los que se prejubilen, incluso con 52 a?os, renuncien a renovarse y se dejen llevar por el des¨¢nimo de haber perdido el empleo de sus vidas.
Optimismo frente a la p¨¦rdida de inversiones
En 2019 se confirm¨® el sorpasso de Madrid como primera potencia econ¨®mica regional de Espa?a. El declive de Catalu?a no es de hoy, indicaba un estudio de 2020 firmado por dos acad¨¦micos de la London School of Economics, sino que se remonta al momento posterior a los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona 92: ¡°Grupos fuertemente identitarios y comunitarios que hab¨ªan promovido el dinamismo econ¨®mico de Barcelona se han convertido en un lastre (¡), han facilitado la polarizaci¨®n de sus ya divididas comunidades, perjudicando la inclusi¨®n. Esto est¨¢ afectando al uso del talento, entorpeciendo el desarrollo y la promoci¨®n de la actividad econ¨®mica¡±.
Una de las estad¨ªsticas m¨¢s crudas es la evoluci¨®n de la inversi¨®n extranjera en las dos comunidades. Si Catalu?a copaba en 1986 el 29% de las inversiones del exterior, en 2018 recibi¨® el 11%. Madrid pas¨® del 44% al 88%. Seg¨²n datos del Ministerio de Industria, Madrid recibi¨® en los ¨²ltimos tres trimestres de 2020 un total de 11.779 millones de euros, lo que representa el 80,4% de toda la inversi¨®n for¨¢nea en Espa?a. Catalu?a recibi¨® 1.685 millones, un 11,5% del total de recursos extranjeros invertidos en el pa¨ªs.
Frente a este escenario, Pol Valls ofrece optimismo. Submer, la empresa que cofund¨® en 2015 con su cu?ado, Daniel Pope, capt¨® 12 millones de euros en 2020 en una ronda de inversiones internacional. Submer es una compa?¨ªa que ha desarrollado un sistema de refrigeraci¨®n de equipos inform¨¢ticos, sobre todo centros de datos, sumergi¨¦ndolos en un l¨ªquido diel¨¦ctrico. Comercializan sus productos desde 2018, y Valls destaca entre los clientes que m¨¢s ilusi¨®n le ha hecho conseguir el gigante aeron¨¢utico Airbus o el supercomputador de una agencia de seguridad europea que no puede identificar.
Submer est¨¢ ubicada en l¡¯Hospitalet de Llobregat, colindante al recinto ferial de Barcelona, en el nuevo enclave de modernos edificios de oficinas que es la Plaza Europa. En una antigua nave de almacenamiento de neum¨¢ticos tienen las oficinas, el laboratorio y la planta de montaje de sus equipos. Valls, de 30 a?os, subraya: ¡°Es necesario que Barcelona diversifique su ecosistema de empresas tecnol¨®gicas¡±. La pr¨¢ctica totalidad de los clientes de Submer son internacionales. Quiz¨¢ por eso, argumenta, no ha detectado que el conflicto pol¨ªtico por la independencia afectara al potencial econ¨®mico de Catalu?a. Preguntado por si cree que la pandemia ha dejado en un segundo plano el proc¨¦s, Valls opina que el tema se mantiene vivo: ¡°Como eres de aqu¨ª, tienes una opini¨®n y te afecta. Est¨¢ inevitablemente en un segundo plano, pero no lo hemos dejado muy atr¨¢s; est¨¢ presente, est¨¢ en las noticias y todav¨ªa hay gente en prisi¨®n por ello¡±.
Los nuevos catalanes
El 52% de los habitantes de Guissona (Lleida) nacieron fuera de Espa?a. Fue hace una d¨¦cada el primer municipio de Catalu?a en el que la poblaci¨®n extranjera era mayoritaria. Esto ha sido en gran medida gracias al im¨¢n de la Corporaci¨®n Alimentaria Guissona, un conglomerado de empresas con una red propia de comercializaci¨®n de sus productos bajo la marca Bon ?rea. El grupo emplea a miles de personas, entre ellas a las hermanas Diana Maties y Laura Blat Maties. Llegaron en 2007 desde Roman, en Rumania, siguiendo al que ser¨ªa el marido de Laura. Las dos trabajan en la planta de procesamiento de carne av¨ªcola, Diana en el equipo de control de calidad y Laura en la l¨ªnea de corte y envasado. Sus maridos tambi¨¦n trabajan en la compa?¨ªa, uno en la planta de producci¨®n de piensos para mascotas y el otro como transportista.
Las dos hermanas tienen dos hijos cada una y viven puerta con puerta en dos casas adosadas que adquirieron en 2017. ¡°A veces pasaba por delante y pensaba: ¡®Ojal¨¢ sea un d¨ªa mi casa¡±. Su vida es el sue?o hecho realidad de unos migrantes en busca de oportunidades a base de trabajar duro. ¡°Siempre esperamos que el Gobierno nos ayude, pero considero que cada uno tiene que hacer un esfuerzo¡±, dice Diana, ¡°cada uno tiene que esforzarse para aportar algo¡±.
¡°En mi equipo de trabajo somos como la ONU, hay de todas partes del mundo¡±, cuenta Diana. Guissona ha sido ejemplo de convivencia entre la poblaci¨®n venida de fuera y la local. Sin embargo, algo falla cuando ninguno de los 13 concejales del Consistorio es de origen extranjero. Los Maties lamentan que los ciudadanos rumanos no tienen opci¨®n de doble nacionalidad en Espa?a, algo que es un obst¨¢culo para integrarse, por ejemplo, votando en estas elecciones auton¨®micas. Admiten igualmente que sus amigos rumanos de Guissona no muestran inter¨¦s por ello: ¡°Nosotros hacemos vida de pueblo. Participamos de las costumbres catalanas¡±. El futuro est¨¢ aqu¨ª, afirman al un¨ªsono, porque es donde sus hijos han crecido y vivir¨¢n. Renata, la hija de Laura, de 11 a?os, piensa en ser juez.
Investigar m¨¢s all¨¢ de Barcelona
Luis Brieva encabeza desde Lleida un proyecto de investigaci¨®n en el que se han implicado cientos de personas de toda Espa?a. Brieva, nacido hace 53 a?os en Monz¨®n (Huesca), es jefe de neurolog¨ªa del hospital Arnau de Vilanova (Barcelona) e investigador del Instituto de Investigaci¨®n Biom¨¦dica de Lleida (IRBLleida). Lidera un estudio en el que participan 31 centros de investigaci¨®n para determinar de qu¨¦ manera la covid-19 afecta a los enfermos de esclerosis m¨²ltiple. Tras desarrollar su carrera en el hospital Vall d¡¯Hebron, en 2000 le surgi¨® la oportunidad de poner en marcha el servicio de neurolog¨ªa del Arnau de Vilanova. Brieva destaca que Catalu?a sigue siendo puntera en Espa?a por tradici¨®n en investigaci¨®n cient¨ªfica, pero confirma que hay otras comunidades en las que se avanza ¡°mucho m¨¢s r¨¢pido¡±.
El 80% de la financiaci¨®n del departamento de neuroinmunolog¨ªa del IRBLleida procede de laboratorios y compa?¨ªas privadas, la mayor¨ªa de capital internacional. Entre las farmac¨¦uticas catalanas que trabajan con su equipo, Brieva destaca la excepci¨®n de Almirall. ?l ha sido testimonio de la p¨¦rdida de competitividad de la anta?o potente industria farmac¨¦utica catalana: ¡°Sin masa cr¨ªtica, estas empresas familiares no pueden competir con las grandes farmac¨¦uticas¡±. Una oportunidad que Brieva lamenta que se perdiera fue la sede de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). Barcelona era candidata, pero finalmente en 2017 se llev¨® el premio ?msterdam. ¡°Habr¨ªamos visto a farmac¨¦uticas abriendo filiales aqu¨ª, tendr¨ªamos a catalanes trabajando en la agencia y hubieran venido t¨¦cnicos de mucho nivel¡±, admite Brieva.
Muchas voces, como la del ministro saliente de Sanidad y candidato del PSC, Salvador Illa, han dado por hecho que la tensi¨®n pol¨ªtica de 2017 a ra¨ªz de la declaraci¨®n unilateral de independencia tuvo un efecto negativo en las aspiraciones para albergar la sede de la EMA. Brieva espera que la pandemia sirva para que la ciudadan¨ªa y los pol¨ªticos hayan entendido que la unidad siempre aporta m¨¢s que una sociedad dividida. Respecto al futuro, el jefe de neurolog¨ªa del hospital de Lleida cree que ¡°siguiendo el camino sin prisas, un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n acabar¨¢ siendo un tr¨¢mite¡±.
El a?o en el que desapareci¨® el turismo
Tomarse un rapitenc es casi una obligaci¨®n en el hostal Montecarlo. A escasos metros de la playa en Alcanar ?Platja, en la provincia de Tarragona, este verm¨² tradicional de la zona sabe diferente. ¡°Con el coronavirus hemos perdido la alegr¨ªa, hay que recuperarla¡±, dice el propietario, Salvador Vila. Catalu?a, como el resto de Espa?a, sufri¨® la desaparici¨®n del turismo internacional y una ca¨ªda global de la facturaci¨®n en 2020 de un 70%, seg¨²n la Generalitat. En el caso del Montecarlo, la p¨¦rdida de ingresos fue del 50%.
La pandemia no ha sido la ¨²nica tragedia que Vila y su mujer, la alemana Cristina Bolz, han presenciado en los ¨²ltimos a?os. El hostal fue durante unos d¨ªas de agosto de 2017 la sede de los medios de comunicaci¨®n m¨¢s importantes del mundo. Un chal¨¦ a escasos 100 metros hab¨ªa saltado por los aires: era la guarida de los terroristas de los atentados de Barcelona y Cambrils. Vila tiene la sensaci¨®n de que quiere olvidarse lo sucedido: ¡°Parece que la gente ya no quiera hablar de ello¡±. Tambi¨¦n est¨¢ olvidado este rinc¨®n de Catalu?a, asegura este matrimonio de 64 a?os ¨¦l y 49 ella. ¡°Estas comarcas del Ebro no son una prioridad para el Gobierno. La zona necesita soluciones para que la juventud se quede. Mis dos hijos, sin ir m¨¢s lejos, seguramente se marchar¨¢n¡±, dice Bolz. El mayor, Pablo, de 23 a?os, ha estudiado el grado de N¨¢utica y Marina Mercante y lleva casi un a?o embarcado por medio mundo realizando sus pr¨¢cticas; su hija Laura, de 18 a?os, se prepara para alistarse en el Ej¨¦rcito.
Vila pide que Catalu?a se descentralice. ¡°?Qu¨¦ es Catalu?a? Barcelona. El nuevo Gobierno debe redistribuir el peso industrial. En esta regi¨®n podr¨ªamos aportar mucho en la industria alimentaria¡±.
Otra cuesti¨®n que ha preocupado a Vila y a Bolz ha sido el conflicto por la independencia. Vila afirma que ha visto ¡°hervir el fanatismo¡±: ¡°Hizo mucho da?o y dividi¨® a los catalanes¡±. Para ¨¦l, la pandemia del coronavirus no es m¨¢s que un cambio moment¨¢neo de prioridades, pero la amenaza de la fractura social contin¨²a latente: ¡°F¨ªjate como incluso durante la epidemia hemos estamos diciendo que si a Madrid le permiten esto o le dan eso y a nosotros no¡±. Vila concede que la rivalidad es inevitable, pero ve que la tormenta sigue presente en el horizonte y que la calma tardar¨¢ en llegar.
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