¡°En una de mis crisis, puedo tener hasta mil orgasmos¡±
S¨ªndrome de excitaci¨®n sexual persistente, cuando el placer es un suplicio
La pesadilla de tener orgasmos continuos, que no simult¨¢neos ni deseados.
Empiezan con un cosquilleo en la parte baja de la espalda que se enreda entre las piernas y que explota emanando energ¨ªa por cualquiera de los puntos neur¨¢lgicos de la vulva. Parecidos a los que le provoca su pareja o consigue ella masturb¨¢ndose, pero un poco m¨¢s mec¨¢nico. Como un latigazo. Termina agotada, respirando con dificultad y tratando de encontrar con la mirada d¨®nde descansar los ojos despu¨¦s de aquello. Lo peor fue cuando le ocurri¨® en una entrevista de trabajo. En mitad de la entrevista. De repente, le vino. Venus es una mujer que puede tener hasta trescientos orgasmos en un d¨ªa. Sin querer.
En el caso de Aurora es a¨²n peor. A Venus le vienen de vez en cuando, pero Aurora trata de sobrevivir a tener orgasmos perpetuos. As¨ª es, al menos, como se siente. En cualquier momento. En cualquier situaci¨®n. Sin control alguno. "Solo he conseguido pararlos a base de medicaci¨®n recetada por una psiquiatra, que intenta, de paso, que el sexo pueda volver a interesarme". Reconoce que su vida sexual est¨¢ dinamitada y que es agotador tener esa sensaci¨®n continua de palpitaciones en sus genitales. "No es exactamente igual que un orgasmo por placer, pero es un latido constante, perpetuo". Venus lo describe bien: "Es incapacitante en esos d¨ªas. Acabas con el cuerpo entero dolorido".
Estos orgasmos los provoca una dolencia con nombre y apellidos: s¨ªndrome de excitaci¨®n sexual persistente (PGAD, en sus siglas en ingl¨¦s). No hay nada que pueda provocar, favorecer u originar esa "culminaci¨®n del placer sexual", como lo denomina la RAE. Pero brotan y explotan. Lo malo es el tiempo que pueden durar, porque Venus ha estado hasta 10 d¨ªas en esa situaci¨®n. "Al hospital de Jerez, directamente, dej¨¦ de ir despu¨¦s de todas las veces que se burlaron de m¨ª. La primera vez que me pas¨® me mandaron a ginecolog¨ªa y la enfermera que estaba haciendo el triaje me dijo, en tono jocoso, si hab¨ªa ido all¨ª a dar envidia". No fue la ¨²nica. Cuando la desviaron a neurolog¨ªa, el especialista se carcaje¨® de ella en mitad del pasillo, cont¨¢ndole a los celadores por qu¨¦ hab¨ªa ido. He tenido muchas peleas por esto. Esto despu¨¦s de corroborar que en una crisis puedo tener hasta mil orgasmos".
"Estoy tan dopada que, al menos, no tengo tantos orgasmos", afirma una paciente
En Venus, la cosa ha disminuido cuando ha sido tratada con ansiol¨ªticos, antidepresivos y relajantes musculares recetados por su depresi¨®n. Su nivel de estr¨¦s es muy alto. En los ¨²ltimos tres a?os ha cambiado de domicilio y provincia, lo que la ha alejado de su familia, dos operaciones, dos abortos y la muerte de su padre le han destrozado los nervios. Ha sido ingresada en dos ocasiones, una por intentar suicidarse. "Estoy tan dopada que, al menos, no tengo tantos orgasmos". Y lo que tampoco tiene es un diagn¨®stico. Porque nadie sabe qu¨¦ lo origina, qu¨¦ lo provoca ni c¨®mo se trata. El s¨ªndrome de excitaci¨®n sexual persistente afecta, tambi¨¦n a hombres. As¨ª lo describe Francisca Molero, presidenta de la Federaci¨®n Espa?ola de Sociedades de Sexolog¨ªa (FESS): "Ellos no lo perciben como algo invasivo, sino que lo viven como placentero y autoafirmante".
Precisamente, hasta que no encontr¨® a la doctora Molero, Catalina lo pas¨® realmente mal. En su caso, los orgasmos no eran arrebatadores ni salvajes, como los de Venus.? Ella lo detect¨® porque, al masturbarse, se corr¨ªa inmediatamente. "Los m¨¦dicos me dec¨ªan o que estaba en mi cabeza o que ten¨ªa trastornos sexuales". En su caso, los orgasmos eran una excitaci¨®n insistente en los genitales. No llega a subir tanto como para materializarse en orgasmos como en el caso de Venus, pero s¨ª lo suficiente como para que siempre sintiera que est¨¢ a punto. "Un orgasmo es placentero cuando lo buscas, cuando tu cuerpo hace lo que le da la gana te sientes como violada. Aunque quien te viole sea tu propio cuerpo". Conforme me contaba esto Catalina, no pude evitar recordar aquella pel¨ªcula de terror mala de los a?os ochenta El ente. Si entonces me aterroriz¨® la posibilidad de que me violara un espectro, despu¨¦s de conocer el PGAD me aterroriza que pudiera ocurrirme a m¨ª.?
Y sucede.
No en todos los casos un hecho tr¨¢gico fue el origen del trastorno. Catalina y Marita s¨ª lo sufrieron, pero Venus no: "Cre¨ª que era de usar unos lubricantes que me regal¨® mi actual pareja por nuestro primer aniversario juntos". Pero no. Por mucho que los lubricantes fueran magn¨ªficos, no provocaron los orgasmos espont¨¢neos que sufre. El neur¨®logo Javier Paganobarraga, del?Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, afirma que no siempre es necesario un suceso que, psicol¨®gicamente, pueda contribuir a que se desarrolle la patolog¨ªa. "Al principio se cre¨ªa que era una variedad del s¨ªndrome de las piernas inquietas, despu¨¦s se ha descrito como un tipo de neuropat¨ªa perif¨¦rica que provoca s¨ªntomas de tipo de excitaci¨®n sexual". Hay mujeres que, cuando tienen los brotes, se masturban para intentar sacarse la sensaci¨®n molesta del orgasmo que no han pedido. Como si quisieran provocarlo para arrancarlo. "Ahora mismo recomiendan, tambi¨¦n, resonancias magn¨¦ticas lumbosacras para descartar un tipo de quistes que se han asociado al PGAD. Algunas pacientes se tratan con ansiol¨ªticos, otras con gabapentina y pregabalina, dos f¨¢rmacos, originalmente antiepil¨¦pticos, que son eficaces para dolores o molestias provenientes de los nervios perif¨¦ricos", detalla el neur¨®logo. "Pero, realmente, se sabe muy poco de este s¨ªndrome".
Venus ha sido tratada con todo y sigue padeciendo los orgasmos. Las tres mujeres que han accedido a hablar de lo que significa tener PGAD solo piden una cosa: respeto. Est¨¢n hartas de que se crea que esto es placentero. Y, seguro, m¨¢s de uno, al empezar a leer este art¨ªculo, ha pensado lo mismo. Ojal¨¢ al terminarlo, hayan entendido lo frustrante y angustioso es.
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