El olvido del Tribunal Supremo
La Justicia ha validado a la Organizaci¨®n de Trabajadoras Sexuales (OTRAS) como sindicato, sin embargo, una gran parte de las mujeres en situaci¨®n de prostituci¨®n no han sido libres para acceder a ese ¡°trabajo¡±
Muchas gracias al Tribunal Supremo por esforzarse tanto y recordarnos una vez m¨¢s, y gracias a la validaci¨®n de la Organizaci¨®n de Trabajadoras Sexuales (OTRAS), que todas las personas tienen derecho a sindicarse, por cierto, uno de los derechos fundamentales y libertades publicas recogidos en nuestra constituci¨®n.
Gracias por recordarnos los principios esenciales de los derechos humanos; aquellos con los que nacemos y que son indispensables para que viv¨ªamos dignamente en un entorno de libertad y justicia; libres para expresarnos, libres para vivir en paz, libres para asociarnos colectivamente, para reivindicar tambi¨¦n el derecho de sindicarse.
Sin embargo, parece que al Tribunal Supremo se le ha olvidado que hay personas en nuestro pa¨ªs que carecen de derechos fundamentales, como la libertad o la dignidad. A sus se?or¨ªas parece que se les olvida que una gran parte de las mujeres en situaci¨®n de prostituci¨®n no han sido libres para acceder a ese ¡°trabajo¡±, que no han tenido posibilidad de elegir debido a la necesidad, la desigualdad, la falta de herramientas, de oportunidades, la violencia de genero o intrafamiliar. Que son todas estas circunstancias precisamente las que empujan a muchas mujeres y menores a entrar en la prostituci¨®n, que est¨¢n obligadas a hacerlo porque no tienen otra alternativa, porque carecen de oportunidades, de voluntad plena para acceder a este ¡°trabajo¡±. En definitiva, el mito rom¨¢ntico de la libre elecci¨®n, es tan solo eso, un mito.
Con esta sentencia de nuevo se maquilla la realidad que subyace tras la mayor parte de las mujeres prostituidas en Espa?a; mujeres en muchos casos captadas en sus pa¨ªses de origen por su vulnerabilidad y que son alquiladas todos los d¨ªas en burdeles, plazas, pisos y rotondas. Mujeres que viven en cautiverio, privadas por completo de su libertad, bajo amenazas, coacciones, y en condiciones de vida infrahumanas. Mujeres que llegan a la prostituci¨®n como ¨²nico recurso para ayudar a sus familias, a sus hijos, para salir de la pobreza, para tener una oportunidad, un sue?o de vida. Que son explotadas en su mayor¨ªa para beneficio de un tercero que es el que se lucra. Esos proxenetas que ya por el a?o 2001 montaron una asociaci¨®n (ANELA) con la ¨²nica finalidad de blanquear la prostituci¨®n, para que nos olvid¨¢ramos de una cruel realidad que no est¨¢bamos atendiendo.
As¨ª me lo contaba Miguel El M¨²sico, un exproxeneta condenado y sentenciado por prostituci¨®n coactiva y trata de seres humanos protagonista de mi libro El Proxeneta. Porque este es precisamente el discurso de los proxenetas, afirmar que la prostituci¨®n es un trabajo, y que detr¨¢s, hay plena libertad de elecci¨®n. Los tratantes de personas ya nos han contado una y otra vez estos mismos argumentos para evitar que tengamos una ley integral contra la trata, para evitar que las mujeres tengan derechos, para que sigan en situaci¨®n de extrema vulnerabilidad, como a ellos les gusta. A los proxenetas les beneficia que no exista una legislaci¨®n que aborde la prevenci¨®n, la reinserci¨®n, y desde luego que condene todas y cada una de las caras del proxenetismo. Ojal¨¢ el Tribunal Supremo hubiera puesto el foco en esta situaci¨®n, la falta de leyes que vistan de derechos a las mujeres y ni?as explotadas y esclavizadas, leyes que las protejan y alejen de sus explotadores.
Una vez mas los vendedores de cuerpos de mujeres nos llevan a su terreno; el discurso de si regularizar o abolir, prostituci¨®n si o prostituci¨®n no, y as¨ª desviar el foco de lo esencial, de lo ¨²nico importante, la explotaci¨®n humana. Esta es una nueva estrategia para distraernos y dividirnos con respecto al problema fundamental; en esta sociedad garantista, en esta democracia, hay mujeres y menores siendo explotadas y esclavizadas, mujeres a las que se les ha robado todos sus derechos, su dignidad, para beneficio de unos y el disfrute de otros que o bien no saben, o bien no quieren saber, o, sin m¨¢s, miran para otro lado ante esta realidad tan normalizada y permitida.
Porque la prostituci¨®n, la trata y la explotaci¨®n sexual inevitablemente van de la mano y son una grave vulneraci¨®n de los derechos humanos, un delito contra las mujeres por el hecho de serlo, y que incluso la mujer que es valiente y se atreve a denunciar, a contar la realidad s¨®rdida que ocurre de verdad dentro del sistema prostitucional es asesinada, incluso siendo testigo protegida como fue el caso de Yamiled Giraldo o Leticia Peres.
?Donde estan todas las mujeres en prostituci¨®n que se pueden sindicalizar?, mujeres que no tiene ning¨²n derecho, ?con quien van a negociar?, ?con su proxeneta?, ?con los malhechores que la venden y alquilan cada d¨ªa y adem¨¢s la cobran un impuesto diario para que siempre este en deuda con ¡°la casa¡±? ?Qu¨¦ sentido tiene un sindicato para una mujer explotada? Parece una broma de mal gusto.
Se les olvida, se?or¨ªas, que no puede haber un futuro de las leyes sin ver la realidad en toda su magnitud. Se les olvida, se?or¨ªas, que esto va de DDHH, tratamos de dignidad y visibilidad de derechos, pero de todos los derechos, no solo el de sindicarse sin una visi¨®n integral de todo lo que hay detr¨¢s de la prostituci¨®n. Se les olvidan, se?or¨ªas, las miles de mujeres y ni?as invisibilizadas y silenciadas. Y esto es un gran olvido.
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