Cinco rincones secretos del Pirineo central para un verano sin agobios
Valles y pueblos de Huesca fuera de los circuitos habituales para disfrutar de la cordillera sin colas ni multitudes
En este segundo verano de turismo nacional, muchos viajeros fijar¨¢n su atenci¨®n en los Pirineos. Normal si pensamos que la cordillera es un destino estival de lo m¨¢s demandado: las temperaturas son m¨¢s suaves, los paisajes son soberbios y las posibilidades de actividades al aire libre, abundantes. Pero que nadie se lleve sorpresas: los valles y pueblos m¨¢s conocidos se saturan de visitantes igual o m¨¢s que una playa en agosto. Aqu¨ª van cinco rincones del Pirineo de Huesca fuera de los circuitos habituales para disfrutar de la cordillera sin colas ni agobios.
La Fueva
Situado a apenas 11 kil¨®metros de A¨ªnsa, una de las villas m¨¢s tur¨ªsticas del Pirineo, el valle de La Fueva es la porci¨®n m¨¢s desconocida de la comarca del Sobrarbe. Se accede desde Lig¨¹erre de Cinca dejando la carretera que remonta el valle del Cinca por la peque?a pista asfaltada HU-V-6442, que va a Tierrantona, el centro social y pol¨ªtico del valle y donde est¨¢n la mayor¨ªa de servicios. La Fueva es una zona de monta?a media, un valle amplio y soleado con muchas aldeas y caser¨ªos dispersos, pero pr¨¢cticamente deshabitado. Es un rinc¨®n apetecible por su tranquilidad y paz, sorprendentes incluso en una zona tan dada al silencio como el Pirineo. Su fiesta mayor es el carnaval, que, como rasgo de identidad, es itinerante: va de pueblo en pueblo para que todos participen. Otras poblaciones de inter¨¦s son Muro de Roda? (con su recinto medieval amurallado, antigua capital del valle), Morillo de Moncl¨²s (interesante castillo), Fosado, Troncedo y Humo de Ra?¨ªn.
Valles de Borau, A¨ªsa y Arag¨¹es
Los dos grandes cauces que configuran la porci¨®n m¨¢s occidental del Pirineo aragon¨¦s, el r¨ªo Arag¨®n, que nace en el Somport, y el r¨ªo Arag¨®n-Subord¨¢n, que ve la luz en el valle de Hecho, comprimen entre s¨ª otras depresiones menores, orientadas tambi¨¦n de norte a sur, que desaguan en ellos. Son los desconocidos valles de Borau, A¨ªsa y el m¨¢s peque?o de Arag¨¹es. Zonas de media monta?a, olvidadas por los folletos tur¨ªsticos, que han vivido de la ganader¨ªa y la explotaci¨®n forestal y que gracias a ese arrinconamiento han conservado un tipismo y un encanto natural perdido en otras zonas. No hay que esperar en estos pagos ni paisajes espectaculares con tresmiles e ibones ni n¨²cleos urbanos de postal, pero el discreto encanto de sus perfiles urbanos y medioambientales atrae hacia Borau y A¨ªsa a los amantes de la naturaleza sin agobios, de la monta?a si certificado de idoneidad fotog¨¦nica y a los hastiados de las masificaciones que se producen con asiduidad en otros puntos m¨¢s emblem¨¢ticos y manidos de la cordillera.
El valle del Is¨¢bena
El del Is¨¢bena es un valle lateral, casi olvidado entre los pliegues prepirenaicos que anuncian a lo lejos las grandes cimas del valle de Benasque. Un colector que desagua en el Esera y que ya en la antig¨¹edad lo recorr¨ªa una v¨ªa romana de car¨¢cter secundario. Ahora lo cruza la carretera que enlaza Graus con Castarn¨¦s a trav¨¦s de pueblos con nombres tan evocadores y extra?os como Merli, Esdolomada, Riguala o Rin; top¨®nimos jud¨ªos, romanos o visigodos que hablan de un pasado boyante, cuando el valle ocupaba el centro del antiguo condado de Ribagorza. Pero la aut¨¦ntica joya de esta ruta se llama Roda de Is¨¢bena. Cuando el viajero deje el coche en el aparcamiento disuasorio al borde de la colina donde se asienta y se interne a pie por unas calles de guijarros y silencio, restauradas hasta el detalle, comprender¨¢ por qu¨¦ este pueblo olvidado durante siglos fue seleccionado por los condes de la Ribagorza para establecer una de las primeras y m¨¢s esbeltas catedrales pirenaicas, eje de cultura y sabidur¨ªa sobre el que apoyaron la reconquista de los territorios del sur.
San Juan de Plan
El pueblo mejor conservado y m¨¢s atractivo del valle de Gistau, o al menos en el que las nuevas edificaciones han conseguido mantenerse dentro de un respeto al estilo constructivo local, aparece encaramado a la ladera derecha del cauce del Cinqueta, con unas calles empinadas y un mar de tejados de pizarra negra. Abalconado sobre el cauce, San Juan de Plan invita a un paseo por sus viales empedrados y por sus muchos rincones con sabor a aut¨¦ntico. Sobre la crester¨ªa de tejados despunta el campanario de la iglesia de San Juan Bautista, una vieja ermita rom¨¢nica que fue muy ampliada y mejorada en el siglo XVI. Las tradiciones y costumbres que pervivieron en Gistau se recogen en el Museo Etnogr¨¢fico, instalado en la antigua casa abacial para salvar del olvido trajes, herramientas y todo tipo de objetos relacionados con las formas de vida y los oficios del valle. El domingo m¨¢s cercano a cada 24 de junio, festividad de San Juan, se celebra el d¨ªa del Traje Chistav¨ªn; un gran n¨²mero de vecinos sale a las calles ataviado con las vestimentas regionales que guardan de sus abuelos, a la vez que se invita a un grupo folcl¨®rico de otra regi¨®n espa?ola, vestido tambi¨¦n a la usanza de su comarca, para compartir una jornada llena de bailes, comidas, exhibiciones y reivindicaci¨®n de un patrimonio inmaterial, el de la cultura, que no podemos dejar que se pierda. La noche de San Juan se celebra tambi¨¦n la fiesta de la Falleta, en la que los mozos del pueblo recorren las calles hasta el cementerio portando antorchas.
Selva de Oza
Al final de la carretera que remonta el valle de Hecho, pasado Siresa y la Boca del Infierno, aparece la Selva de Oza, uno de los rincones m¨¢s bellos del Pirineo oscense. El nombre no le viene grande cuando se comprueba la gran cantidad y calidad de especies arb¨®reas aut¨®ctonas que se conservan en esta cabecera del r¨ªo Arag¨®n Subord¨¢n, una joya medioambiental que nos retrae a tiempos pasados. La estampa m¨¢s original y menos manipulada de un bosque pirenaico que podemos encontrar. Los macizos de Pe?aforca, a la izquierda, y Bisaur¨ªn, a la derecha conforman los relieves del valle, con altitudes pr¨®ximas a los 2.700 metros, lo que implica una gran variedad de pisos ecol¨®gicos, que van desde el alpino en las cumbres, al atl¨¢ntico en las laderas y el submediterr¨¢neo en el fondo de los valles. La Selva de Oza es tambi¨¦n rica en construcciones megal¨ªticas. Las llanadas finales del valle y las laderas de solana que ascienden al ib¨®n de Acherito, el puerto del Palo y el Portillo de Cuba del Rey est¨¢n llenas de d¨®lmenes, t¨²mulos, cistas y conjuntos de c¨ªrculos de piedra, en el m¨¢s famoso de los cuales, el de la zona de Corona de los Muertos, se han excavado ya m¨¢s de 100 c¨ªrculos con connotaciones m¨¢gico-funerarias. El inicio de la Selva es el lugar ideal tambi¨¦n para dejar el coche e iniciar a pie interesantes excursiones al interior del valle o a cumbres cercanas. Una de las cl¨¢sicas es a la cima del Castillo de Acher, cuya silueta se ve portentosa desde la misma explana de la selva
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