'Dobre doshali' a Sof¨ªa

?Sabes algo de griego? Est¨¢s de suerte, el shock al desembarcar en una ciudad desconocida y con todos esos carteles escritos en cir¨ªlico ser¨¢ menor. Si no, que no cunda el p¨¢nico: est¨¢s en Sof¨ªa, la ciudad m¨¢s grande de la Rep¨²blica de Bulgaria, una capital nacida al pie de la gran monta?a Vitosha. Fin de semana intenso y barato en el centro cultural, administrativo e industrial de este pa¨ªs balc¨¢nico, todav¨ªa por descubrir. ?Dobre doshali (bienvenido) a Sof¨ªa!

Las calles de la principal ciudad de Bulgaria reflejan su inacabada transici¨®n hacia el estilo occidental. Pared con pared, los grandes bloques de hormig¨®n con ese sovi¨¦tico efecto caja de cerillas, se intercambian con flamantes y modernos edificios, cuyo acero y cristal acogen a los emergentes y lujosos hoteles. Sus habitantes recorren distra¨ªdos las calles, donde la mendicidad y la pobreza persisten. Guisos tradicionales servidos para los (ya) hijos de la globalizaci¨®n.

El recorrido propuesto se adentra en el coraz¨®n de la ciudad y sus grandes bulevares, que siguen los cauces de dos r¨ªos: el Iskar al norte y el Perlovska al sur. Lo t¨¢ctica consiste en dividir el casco hist¨®rico en dos mitades (este y oeste), con la l¨ªnea que trazan el bulevar Mar¨ªa Luiza, la plaza de Santa Nedelya y la calle Graf Ignatiev como referencia.

Mercados, bohemia y ardillas negras

Primer d¨ªa, zona este de Sof¨ªa. El recorrido arranca en el Orlov most o Puente del ?guila, sobre el r¨ªo Perlovska, en el cruce de dos grandes bulevares: Tsar Osvobodiel y Evlogi Georgiev.

Desde aqu¨ª, junto a un enorme monumento al ej¨¦rcito sovi¨¦tico, se despliega el parque Borisova, hermoso pulm¨®n de la ciudad, con agradables caminos arbolados donde perderse entre estatuas dedicadas a grandes figuras literarias o pol¨ªticas, y ardillas negras saltando de rama en rama. En su interior, a orillas del lago Arianna, se puede disfrutar de un delicioso caf¨¦ con ambiente relajado.

De nuevo en marcha, dejando atr¨¢s el estadio de f¨²tbol de Vasil Levski, el gran paseo Graf Ignatiev conduce hasta el p¨®rtico de la iglesia de Sedmochislenitsi, en cuyos alrededores se monta dos d¨ªas por semana un colorido y apetecible mercado de fruta y verdura donde hacerse con un sano y barato tentempi¨¦.

El bulevar Vasil Levski y sus alrededores delimita la zona m¨¢s bohemia de Sof¨ªa. El murmullo de sus calles se mezcla con una multitud de tiendas de alimentaci¨®n, ropa y artesan¨ªa que tejen un divertido y animado mosaico de gentes y colores. Hacia el norte se encuentra el Teatro Nacional, cuya plaza es otro punto verde de reuni¨®n para los sofiotas y una excelente zona donde detenerse a comer.

Con el est¨®mago lleno, la tranquilidad de la iglesia de San Nicol¨¢s, precioso templo ortodoxo con tejados verdes y c¨²pulas doradas, marca la transici¨®n necesaria para volver a conectarse a la ciudad. Antes, merece la pena recorrer el parque aleda?o y tomar, cual peregrinos del Mago de Oz, el pavimento dorado que conduce a la majestuosa catedral de Alexander Nevsky. Erigida en honor al patriarca de la ciudad, su rimbombante estilo neobizantino marca un vistoso punto y seguido, justo cuando los colores de la luz de media tarde ganan en intensidad.

Junto a la catedral, un variopinto mercadillo de segunda mano ofrece de todo al sorprendido transe¨²nte: desde a?ejos vinilos hasta insignias y medallas de soldados de la II Guerra Mundial. Si quedan energ¨ªas, en este lado de la ciudad puede visitarse el monumento al Zar Libertador (Tzar Osvoboditel), el recinto de la Universidad de Sof¨ªa y diversos museos y galer¨ªas de arte, como el Centro de Arte de la ciudad, el Museo Nacional o la Uni¨®n de Artistas B¨²lgaros.

Vitosha de d¨ªa, Vitosha de noche

El segundo d¨ªa comienza mirando hacia arriba, concretamente bajo la impresionante estatua de Santa Sof¨ªa, en la plaza Nezavisimost, donde se cruzan dos avenidas emblem¨¢ticas de la ciudad: Maria Luiza y Vitosha. Apenas recorridos unos metros por la primera de ellas, el Mercado Central de Sof¨ªa, un antiguo edificio construido a principios del siglo XX, vuelve a mostrarse activo y bullicioso. Tras un periodo de ruina, este mercado cl¨¢sico resurgi¨® gracias, sobre todo, a peque?os comercios tradicionales de alimentaci¨®n. Una buena ocasi¨®n, por tanto, para degustar alguno de los dulces t¨ªpicos, como la torta garash o la banitsa, un bizcocho con l¨¢minas de un queso similar al feta griego, que suele servirse en el desayuno.

La diversidad de credos religiosos que acoge Sof¨ªa queda patente en esta parte de la ciudad. En apenas unos metros se levantan cuatro templos de diferente rito: la sinagoga, la mezquita Banya Bashi, la iglesia cat¨®lica de San Jos¨¦ y la ortodoxa de Santa Nedelya. Una peculiar y armoniosa constelaci¨®n religiosa que muestra la convivencia de cultos en la cultura b¨²lgara.

La Vitosha es una de las calles con m¨¢s vida de la ciudad, tanto de d¨ªa como de noche. Las diurnas iglesias de Santa Nedelya y San George, o la Corte de Justicia, se alternan con los nocturnos caf¨¦s y bares, as¨ª como con los escaparates de las grandes firmas como Cartier, Swarovski o Dior, que se antojan inalcanzables para el adquisitivo medio de los sofiotas. Cervecer¨ªas y tiendas (m¨¢s asequibles) de moda, puestos callejeros de pizzas y bocadillos en medio del constante tintineo de los coloridos tranv¨ªas que cruzan la avenida, dibujan una postal m¨¢s real de Sof¨ªa. Las calles perpendiculares sorprenden por su tranquilidad, y sus tesoros escondidos, en forma de peque?as y coquetas cafeter¨ªas, o las hilarantes tiendas empotradas literalmente en las fachadas, que por sus ventanucos dispensan refrescos, snacks o cubos para la fregona.

Vitosha desemboca en la explanada del Palacio Nacional de Cultura, impresionante por sus dimensiones y la variedad de gente que concentra. Enga?oso por su aspecto de centro comercial, se trata del centro de congresos m¨¢s grande de Europa del este, con una recompensa a¨²n mayor en su azotea: la m¨¢s amplia panor¨¢mica de la ciudad, con sus c¨²pulas ortodoxas, la gran monta?a Vitosha y la eterna batalla entre la arquitectura comunista y los edificios de nueva construcci¨®n que tratan de escapar de los c¨¢nones sovi¨¦ticos. Un tranquilo paseo por el inicio del bulevar Evlogi Georgiev, siguiendo la orilla del r¨ªo Perlovska, conforma una excelente despedida de la ciudad.