Veinte pesos bajo cuerda por subir al campanario

Llegar al Z¨®calo de la ciudad de Puebla precisa de unos diez minutos de taxi desde la estaci¨®n de autobuses. Algo menos cuando la sosegada charla en espa?ol del conductor ameniza el trayecto y sirve de bienvenida. Nada especial, salvo que al detener el veh¨ªculo el taxista suelta sin inmutarse: "?Y ustedes de d¨®nde son, americanos, no?"

El sorprendente car¨¢cter de su paisanaje es uno m¨¢s entre los reclamos que esta ciudad mexicana, ubicada a unos 130 kil¨®metros de la capital, reserva al viajero. Un recorrido por su centro hist¨®rico, puro y colorido retrato de la ¨¦poca colonial, los balazos prerrevolucionarios que todav¨ªa conserva alguna fachada, abrasarse el paladar en un aut¨¦ntico deleite gastron¨®mico o contemplar el volc¨¢n Popocatepetl desde alguna azotea, completan la paleta.

01 'Mordida' en la catedral

"Tengan cuidado al entrar, pues varios hombres les ofrecer¨¢n una explicaci¨®n de la Catedral pero no son gu¨ªas autorizados". Una amable se?ora alerta al turista en la entrada del principal templo de Puebla, un mastodonte de cantera gris y estilo barroco, que ocupa todo un lateral de la Plaza del Z¨®calo. Se puede perder la cordura intentando digerir por completo la decoraci¨®n interior o disfrutar de una panor¨¢mica excepcional desde lo alto de la torre, la m¨¢s alta del pa¨ªs: 70 metros hacia el cielo poblano, con el cuadriculado casco hist¨®rico justo debajo. No est¨¢ permitido subir, pero con algo de discreci¨®n y una donaci¨®n de 20 pesos por persona, la misma mujer que advierte de gu¨ªas piratas abre el acceso al campanario. Esto es M¨¦xico , qu¨¦ grandes vistas.

02 Balazos en la fachada

Sillones rajados con bayonetas y la fachada agujereada a balazos. El germen revolucionario en la ciudad de Puebla se gest¨® en el n¨²mero 206 de la calle 6 oriente. En 1910 era el n¨²mero 4 y domicilio de Aquiles Serd¨¢n, designado para prender la mecha insurgente en la ciudad. Bajo la acusaci¨®n formal de repartir propaganda contra el entonces presidente Porfirio D¨ªaz, la polic¨ªa asalt¨® la residencia Serd¨¢n a tiro limpio para sesgar el intento golpista.

Convertida en Museo Regional de la Revoluci¨®n en 1960, la casa est¨¢ ambientada como en tiempos pre revolucionarios, incluido un espejo roto por una bala perdida en el sal¨®n y el sotanillo de la planta baja donde Aquiles permaneci¨® oculto varias horas. Un inoportuno ataque de tos trunc¨® la maniobra y un certero disparo acab¨® con su vida instantes despu¨¦s.

03 De patio en patio

Conviene pasear sin demasiado rumbo por los alrededores del Z¨®calo. Calles de sempiterno empedrado trazadas con tiral¨ªneas; fachadas ahora naranjas, ahora amarillas y rosa p¨¢lido al llegar a la esquina; el contraste gris de los muros de la Catedral y edificios p¨²blicos... Un ejercicio muy interesante es intentar colarse en los cuidados patios de los edificios m¨¢s a?ejos. En algunos casos la entrada es libre, en otros no tanto. Hacia oriente o poniente de la Avenida Reforma, algunos resultan imprescindibles, como el Patio de los Azulejos. Otros son recomendables por la llamativa historia que esconden, como la Casa del que mat¨® al animal, del siglo XVI.

04 Un palco para la funci¨®n

Lleva m¨¢s de 250 a?os en pie y es el teatro en activo m¨¢s antiguo de Latinoam¨¦rica. Tiene su m¨¦rito: fue arsenal de guerra, se quem¨® severamente en 1902 y hasta acogi¨® ?festejos taurinos! en su interior tras la Independencia. La sobriedad y blanca elegancia de su interior, inspirada en los coliseos europeos de mediados del XVIII, deslumbra especialmente al asomarse al patio de butacas desde alguno de sus palcos, que conforman un encantador y semicircular mosaico de abovedas celdas, contemplados desde la platea. Es posible recorrer los entresijos del Teatro Principal de Puebla tambi¨¦n los d¨ªas que no hay funci¨®n, cuando se encuentra en un absoluto y estremecedor silencio.

El contraste se encuentra en el exterior, a pocos pasos, sin salir del Barrio del Artista. Se trata del comedido bullicio de El Pari¨¢n, un coqueto mercado de artesan¨ªas de arquitectura t¨ªpicamente poblana, azulejos de talavera incluidos en sus fachadas, levantado en 1800. Pero adem¨¢s de poso hist¨®rico, sus locales ofrecen de todo: dulces t¨ªpicos, bordados, vidrio, objetos de barro, trabajos en popotillo y las citadas talaveras.

05 'Elevador' decimon¨®nico, piscina futurista

Tranquilito, tranquilito. El elevador del Hotel Colonial no se desmarca del t¨®pico ritmo vital que suele asociarse a los mexicanos. En su caso, est¨¢ justificado: lleva en servicio desde 1895, siempre con ascensorista de riguroso uniforme a los mandos. Adem¨¢s, presume de peso hist¨®rico (desde sus balcones habl¨® el presidente Madero tras el triunfo revolucionario), de luminoso patio interior y de privilegiada ubicaci¨®n, a espaldas de la Iglesia de la Compa?¨ªa, y con inmejorables vistas a la Catedral y el humeante perfil del Popo desde el tejado.

La Purificadora, cercano y coqueto hotel boutique, tambi¨¦n luce azotea. Piscina cool de transparencias con sol¨¢rium aleda?o, calculado gimnasio para sudar lo justo y una terraza donde gozar de un aperitivo con vistas a la Iglesia de San Francisco, o para mezclar copas con la agradable brisa nocturna de la madrugada poblana.

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