"Igual que soy espa?ol podr¨ªa ser filipino"
Los viajes geogr¨¢ficos y vitales de Achero Ma?as, de estreno con 'Todo lo que t¨² quieras'
"Los lugares y las costumbres son fruto de la casualidad de la vida". Achero Ma?as lo tiene muy claro, despu¨¦s de pasar los ¨²ltimos cuatro a?os en Nueva York volvi¨® a Madrid para rodar su tercer largometraje como director, 'Todo lo que t¨² quieras', y vivir aqu¨ª su segunda paternidad. Acaba de estrenarse este drama acheriano y, desde ya, se vislumbra un merecido ¨¦xito de p¨²blico y cr¨ªtica. Logra conmover y hace reflexionar.
Madrid, la mirada querida
Juegos, sonrisas, vivencias. No es de extra?ar que la entrevista se haya realizado en El Retiro, Achero quer¨ªa que fuese en este lugar, testigo de instant¨¢neas sin polaroid de sus dos hijas, sus reflexiones, su quietud y sus sue?os. Y es que ¨¦ste Kavafis de Carabanchel ha convertido en su ?taca cada uno de los lugares en los que ha vivido. Para ¨¦l Madrid es su familia y sus amigos: "lo que realmente me interesa son las personas, independientemente de d¨®nde procedan, es lo que echo realmente de menos cuando estoy fuera". La gente es lo que le importa, Achero Ma?as no se siente en especial de ning¨²n lugar, sabe que podr¨ªa vivir y sentirse parte de cualquier punto en el que viviera del planeta, aunque la casualidad, y s¨®lo ella, le haya hecho ser madrile?o. Las localizaciones de sus tres largometrajes se centran en Madrid, no por su idilio con ella, simplemente porque es la ciudad en la que m¨¢s a?os ha vivido y conoce muy bien su mirada.
Nueva York, la mirada del inmigrante
"Tengo mucho cari?o a Nueva York, la adoro, es una ciudad en la que me siento como en casa". Achero Ma?as ha vivido siete a?os en la gran manzana, y volver¨¢, ya que su sue?o es poder vivir a caballo entre Manhattan y Madrid. La conoce m¨¢s de lo que ella le reconoce, y eso le encanta; all¨ª saborea la gran diversidad cultural que la alimenta, "es una ciudad que no es de nadie, es una ciudad inmigrante, nadie es de all¨ª, la ciudad es de todos, eso es algo que se vive". Lo ¨²nico que extra?a Achero, seres queridos impl¨ªcitos, son las comidas y las sobremesas de cuatro horas que se hacen en Espa?a, "no hay nada como empalmar hasta la hora de la cena de tertulia con amigos" y eso all¨ª, no se estila. Aterriz¨® por primera vez a los adolescentes diecisiete, y esta estancia le transform¨®, reconoce que tras regresar de su "exilio", aprendi¨® una de las lecciones de vida m¨¢s importantes y maravillosas, ya no era el mismo, no pertenec¨ªa a ninguna de las ?tacas, una p¨¦rdida de "identidad" que le abri¨® el sendero para emprender cualquier camino, m¨¢s all¨¢ de los encorsetamientos nacionalistas. Hab¨ªa cambiado.
India, la mirada profunda
"Nada m¨¢s volver de la India mi familia me dijo que mi mirada era completamente distinta". Achero Ma?as se fue solo durante seis meses a la India para buscarse. Ten¨ªa s¨®lo veinti¨²n a?os, acababa de morir su hermano y necesitaba pasar el duelo, alejarse de alguna forma. Este viaje de contrastes con la realidad fue un revulsivo inocuo para su esp¨ªritu. Ahora, con el paso del tiempo Achero recuerda con una sonrisa que se desprendi¨® de much¨ªsimas cosas en este viaje inici¨¢tico, no s¨®lo habla de cuestiones del alma, lo que m¨¢s gracia le hace, es pensar que se fue con "un malet¨®n enorme y que al segundo d¨ªa lo tuve que tirar, aquello era totalmente absurdo". Ah¨ª empez¨® todo. Los ojos de los hind¨²s, de los extranjeros peregrinos, de las amistades de pasaje, unidos a dispares experiencias le ayudaron a encontrarse, sin saberlo, quiz¨¢s, sin quererlo, s¨®lo vivi¨¦ndolo.
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