'Japoneando', de nuevo
Un pueblo llamado Obama, macacos al vapor y tapeo a la japonesa. Cinco propuestas fuera del circuito tur¨ªstico con David Esteban, autor del videoblog 'Japoneando', para retomar los placeres del pa¨ªs del sol (re)naciente
Jap¨®n es el pa¨ªs del sol (re)naciente, un destino con mucho tir¨®n, atractivas peculiaridades a ojos del viajero occidental, y el mejor sushi, claro. Meses despu¨¦s, se repone del traum¨¢tico terremoto (y posterior tsunami) que desencaden¨® una crisis nuclear en Fukushima, con el regreso de turistas procedentes del resto del globo como mejor s¨ªntoma de ello.
De la mano de un profundo conocedor de la cultura, idioma y costumbres niponas, el blogger David Esteban, autor de la galardonada bit¨¢cora Un espa?ol en Jap¨®n (premio 20blogs 2008 al mejor blog de un expatriado) y el divertido e instructivo videoblog Japoneando, recorrido por cinco enclaves fuera del circuito tur¨ªstico convencional, lejos de atestados pasos de cebra y, tambi¨¦n, del fat¨ªdico punto que desempolv¨® viejos fantasmas (Chern¨®bil, Hiroshima, Nagasaki) frente a la costa japonesa del Pac¨ªfico.
01 Obama nunca estuvo en Obama
La previsible y anecd¨®tica referencia se impone, claro, pero la localidad de Obama, ubicada en la bah¨ªa hom¨®nima de la regi¨®n de Fukui, al norte de Kyoto, ofrece adem¨¢s atractivos que justifican una visita: cuando el tiempo acompa?a, se convierte en una de las mejores opciones en Jap¨®n para pasar unos tranquilos d¨ªas de playa; limpias y de arena fina.
El presidente de Estados Unidos nunca estuvo aqu¨ª, pero s¨ª es cierto que cuando era todav¨ªa el aspirante dem¨®crata a la Casa Blanca, el alcalde de este pueblo lleg¨® a intercambiar cartas con ¨¦l para mostrarle el afecto y apoyo de la localidad en su camino a la presidencia. Ya investido, Barack Obama envi¨® una misiva en agradecimiento al intenso apoyo de este puerto pesquero japon¨¦s.
Anecdotario aparte, Obama (pueblo) invita a tirar un buen pu?ado de fotos que capturen el rico entorno natural y paisaj¨ªstico de esta regi¨®n, as¨ª como a sentarse a la mesa. Por ejemplo, con una raci¨®n de oyokodon. De etimolog¨ªa algo confusa, "algo as¨ª como padre (Oya) e hijo (Ko) sobre una base de arroz (Don)", deconstruye David, su composici¨®n es afortunadamente m¨¢s sencilla: una combinaci¨®n de salm¨®n y huevo sobre una alfombra de arroz, que innova sobre la receta cl¨¢sica (pollo y no pescado) para degustar as¨ª el excelente g¨¦nero de este puerto pesquero, otro de sus fuertes.
? www1.city.obama.fukui.jp/english
02 Monos en remojo
La estampa a primera hora de la ma?ana en el Parque de Jigokudani resulta sorprendente, especialmente en invierno: una ristra de monos de cara roja desciende desde las monta?as circundantes hasta las humeantes aguas del valle, siguiendo un rastro de tentadoras semillas. Los silbatos de los cuidadores del parque avisan previamente; el desayuno est¨¢ listo.
El Valle del infierno, como se conoce a Jigokudani, debe su nombre a los vapores que decoran el fondo de esta garganta que forma el r¨ªo Yokoyu al norte de la prefectura de Nagano. Especialmente en invierno, cuando las aguas termales bullen burbujeantes en este terreno monta?oso tapizado por la nieve, dando refugio a estos macacos contra los grados bajo cero del exterior.
La cercan¨ªa entre visitantes y primates en total libertad requiere de ciertas precauciones -se recomienda no tocarlos ni asustarlos- y obligaciones: prohibido darles comida. A cambio, se les puede fotografiar desde muy cerca y sin vallas, fosos o cristales de por medio. Para ello, David aclara c¨®mo llegar: de Nakano a Yudanaka, por carretera o tren (Nagano Dentetsu), desde donde se puede tomar un autob¨²s hasta el inicio del sendero (15 minutos de ascenso) que da acceso al parque de los monos.
? www.jigokudani-yaenkoen.co.jp
03 Los remolinos de Naruto
Turbulencias marinas para turistas bajo la s¨®lida estructura del Gran Puente del Estrecho de Akashi, que conecta la regi¨®n de Tokushima, isla de Shikoku, con la tranquilidad de Awaji-shima. Incluso hay barcos que zarpan desde Naruto para que el avistamiento sea lo m¨¢s cercano y sonoro posible. Cuando el Pac¨ªfico irrumpe hacia la parte oriental del mar interior de Seto, los jirones de espuma blanca se aceleran en est¨¦ticos torbellinos de fascinante estampa.
Superado el giratorio oleaje, la isla de Awaji se extiende frente a Kobe y la bah¨ªa de Osaka, ofreciendo una estampa diferente de Jap¨®n: la cotidianeidad del entorno rural nip¨®n, frente al ajetreo de urbes saturadas de transe¨²ntes y neones. La propuesta aqu¨ª es, sencillamente, desacelerar, y no cruzar de nuevo el puente sin sentarse a degustar un ramen con verduras local; de los mejores del pa¨ªs.
? http://www.city.naruto.tokushima.jp
04 Turismo interior para extranjeros
Un puerto pesquero varado en el tiempo, o al menos, en el espacio. La situaci¨®n geogr¨¢fica de la localidad de Otaru, encorsetada entre monta?as y la bah¨ªa de Ishikari, en Hokkaido, a tiro de tren desde Sapporo, impidi¨® sus previsibles expansi¨®n y desarrollo urban¨ªsticos en los tiempos de florecimiento econ¨®mico; fue pr¨®spero enclave comercial de alcance internacional durante la primera mitad del siglo pasado.
D¨¦cadas despu¨¦s, y todav¨ªa pujante en lo comercial, Otaru se convirti¨® en un apreciado destino de tur¨ªstico interior, por su significado hist¨®rico, tradicional y nost¨¢lgico. Fundada por los ainu, grupo ind¨ªgena del Jap¨®n septentrional, hasta su dominaci¨®n durante el periodo Edo, la ciudad ha sabido conservar en sus calles la arquitectura tradicional de la era Meiji, con el amplio canal interior como estandarte. Algo muy apreciado entre los viajeros japoneses desde finales del XX.
El invierno acoge adem¨¢s uno de los eventos m¨¢s importantes de la localidad, e incluso del pa¨ªs: el Yuri Akari no Michi. Se trata de un festival (e im¨¢n tur¨ªstico) que engalana la ciudad por completo durante una semana, con grandes figuras y esculturas esculpidas en nieve y hielo. Adem¨¢s, destaca la cuidada y detallista iluminaci¨®n de sus calles: multitud de velas son escondidas y semienterrada en la nieve, confiriendo un ambiente entre lo intimista y lo fantasmag¨®rico a cualquier paseo nocturno.
05 La otra Nagoya
Hay dos Nagoyas en Jap¨®n. Una es la cuarta ciudad del pa¨ªs, ubicada al fondo de la bah¨ªa de Ise; ejemplo del vanguardismo tecnol¨®gico nip¨®n, capital nacional de la industria automovil¨ªstica e ideal como destino para el entretenimiento. Centros comerciales con noria exterior incorporada, un caf¨¦ panor¨¢mico en lo alto las JR Towers (www.towers.jp), ballenas beluga en el acuario del puerto (www.nagoyaaqua.jp/aqua/othe/engl/acti), un mirador en la TV Tower, la primera de Jap¨®n con 180 metros de altura (www.nagoya-tv-tower.co.jp) o consumo desenfrenado en el flamante Oasis 21 (www.sakaepark.co.jp). Y para rematar el d¨ªa (e iniciar la noche) tapeo a la japonesa en cualquier izakaya (taberna) de la ciudad.
La otra Nagoya fluye a menor velocidad en la prefectura de Saga, al suroeste, a tiro de tren bala; un reducto para el pujante y actual concepto del slow tourism. Lo que hoy es un tranquilo y peque?o pueblo pesquero de varios cientos de habitantes, tuvo suma importancia hace cinco centurias, cuando el hist¨®rico Toyotomi Hideyoshi, unificador de Jap¨®n, lanz¨® desde aqu¨ª la invasi¨®n de Corea del Sur.
La fortaleza que levant¨® entonces para su b¨¦lica empresa tambi¨¦n es historia (en todos los sentidos), porque apenas queda una roca conmemorativa donde se ubic¨®. Pero es posible visitar un museo gratuito que recupera la historia del castillo (del siglo XVI), as¨ª como las relaciones de Jap¨®n con pa¨ªses como Holanda, Portugal y Espa?a. En sus dependencias fue, precisamente, donde Hideyoshi orden¨® recibir y apresar al embajador espa?ol de la ¨¦poca, finalmente ejecutado. Una muestra de la implacable persecuci¨®n que despleg¨® a cualquier intento de introducir en catolicismo en tierras niponas.
Al pasear ahora por sus tranquilas calles, o por el vecino pueblo de Yobuko, se comprueba que el verdadero protagonista es el calamar; principal captura en estos puertos. Tanto que no resulta extra?o encontrarlos tendidos literalmente al sol, o que durante la Navidad, en lugar de bolas, cuelguen en el ¨¢rbol instalado en una de las plazas del pueblo. Feliz calamar.
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