Despacio y siempre por la izquierda

La historia de Inglaterra recorre la carretera A-4. O casi. Una carretera secundaria que nace en la noble localidad de Windsor-Eaton y muere en la no menos noble Bath, tras atravesar los muy ingleses condados de Wiltshire, Berkshire, Hampshire y Sommerset. Es un viaje para hacer en coche (pero despacio), con un chubasquero siempre alerta (aunque sea verano), y con la gu¨ªa de bed and breakfast en la mano. La ruta permite recorrer con m¨ªnimos desv¨ªos los desconocidos c¨ªrculos neol¨ªticos de Avebury, el magn¨ªfico palacio donde se rueda la serie Downton Abbey, atravesar la georgiana Malborough y su colegio -donde estudi¨® Kate Middleton-, y llegar algo m¨¢s all¨¢ a la muy medieval Lacock, escenario de Harry Potter y monumento nacional.

Es un viaje a Inglaterra, pero sin Londres (siempre atestado en vacaciones), para hacerlo preferiblemente en primavera o verano, porque lo suyo es disfrutar de la campi?a inglesa y porque casi todo lo que hay que hacer es al aire libre. Lo recomendable es conducir un coche ingl¨¦s y ser precavido en estas carreteras sin arcenes donde se conduce por la izquierda. Sin veh¨ªculo propio es mejor ni intentarlo. La bicicleta es una opci¨®n. Casi todo es llano. Estas son seis excursiones (casi) sin salirse de la A-4. La autopista M4 es otra opci¨®n, pero no tan entretenida.

01 T¨¦ con lady Cibil

Castillo de Highclere o Downton Abbey

Primero se atisban sus torres entre el cuidado paisaje. Pero cuando se toma la ¨²ltima curva del sinuoso camino entre prados, la vista se llena con el imponente palacio que se alza sobre la loma. Es el castillo de Highclere, el escenario de la exitosa serie televisiva Downton Abbey. En la vida real es la residencia de los condes de Carnavon, que han vivido all¨ª desde 1679. El quinto lord Carnavon fue codescubridor junto a Howard Carter de la tumba de Tutankam¨®n y part¨ªcipe de su maldici¨®n. El castillo y sus jardines son visitables y tambi¨¦n puede recorrerse la colecci¨®n privada de objetos de Egipto de la familia. Pagando, claro. No es barato (adultos, 16 libras, unos 19,50 euros), pero hay boleto familiar (58,25 euros, cinco personas, uno o dos de ellos adultos) y hasta hacen un poco la vista gorda sobre el parentesco con grupos peque?os.

Los Carnavon (los octavos condes, te explican) siguen viviendo en el castillo, pero cuando se rueda la serie, la familia se traslada a una planta superior o a alguna de sus cercanas posesiones. Cuando te asomas al dormitorio de lady Cibil (la noble de ficci¨®n) ves las babuchas de la noble de verdad, la toalla arrugada en el ba?o o el libro medio abierto en la mesilla. La biblioteca y el impresionante sal¨®n, con su bella escalera, son el orgullo de la casa, y los muy brit¨¢nicos gu¨ªas (estirados, pero simp¨¢ticos, a lo George y Mildred) lo remarcan con orgullo.

El s¨®tano del castillo alberga la colecci¨®n de objetos egipcios. La mayor parte de la colecci¨®n fue vendida por culpa de las deudas, aunque otra parte permaneci¨® durante a?os en cajas. Te la puedes saltar: mejor visitar el Museo Brit¨¢nico en Londres o el Ashmoleam en Oxford. Lo m¨¢s ingl¨¦s, especialmente si luce un d¨ªa soleado, es pasar por el sal¨®n de t¨¦ del castillo, tomar una bandeja con una tetera, tazas, unos s¨¢ndwiches y scoones y hacer un elegante pic-nic en sus impresionantes jardines, quiz¨¢ lo mejor de la visita.

02 Los dominios de Kate

Hungerford y Marlborough

Marlborough es una localidad ligada a la nobleza. De este pueblo de configuraci¨®n puramente georgiana desciende el linaje de Winston Churchill o Diana de Gales, por ejemplo. Y ¨²ltimamente se ha atado a¨²n m¨¢s a la realeza. Por sus calles camparon Kate y Pippa Middleton, es decir, Catalina de Cambridge, esposa del pr¨ªncipe Guillermo, y su glamurosa hermana. Ambas estudiaron en el Marlborough College mientras sus padres resid¨ªan en Bucklebury. El colegio es visitable, pero no en masa, y, desde luego, hay que hacerlo en silencio. Puede recorrerse su magn¨ªfica explanada central o los inmensos jardines, entre los que se alojan los edificios para la docencia y el alojamiento. Sus campos de deporte son primorosos. Por tener, tiene hasta un peque?o lago para el remo rom¨¢ntico.

Por las tardes, muchos de los estudiantes acuden a The Bear Hotel, con billar e, incre¨ªble, tapas espa?olas, como se dice en la pizarra de la entrada. La A-4 pasa por el mismo centro del pueblo y compone su calle principal, donde se asienta el mercado de los jueves. Junto a la puerta lateral del colegio hay una tienda (Crosby & Lawrence) donde se pueden encontrar art¨ªculos y ropa de los extravagantes deportes m¨¢s ingleses, como el cr¨ªquet y el croquet, y venden camisetas y sudaderas con el escudo y el nombre del famoso colegio.

A tiro de piedra por la A-4 est¨¢ Hungerford, otro pueblo georgiano que se recorre enseguida, pero tiene la fama en el pa¨ªs de ser una localidad donde se pueden encontrar las mejores antig¨¹edades del sur de Inglaterra en la media docena de sus tiendas de anticuario. Es un hist¨®rico pueblo de mercado y, si no se quiere ir de antig¨¹edades o dormir aqu¨ª, poco m¨¢s hay que hacer, salvo recorrer el canal del Kennet y el Avon, que une Bristol con Londres y que durante a?os fue la principal ruta de transporte de mercanc¨ªas entre el famoso puerto y la City.

03 Bloques gran¨ªticos

Silbury, Avebury, Stonehenge...

Quienes disfrutan las piedras antiguas de verdad deben reservarse un d¨ªa para recorrer Avebury Circle, Silbury Hill, Long Barrow y, un poco m¨¢s all¨¢, Stonehenge. Una vez m¨¢s hay que tomar la A-4 desde Marlborough en direcci¨®n a Calne. Antes de llegar a Beckhampton est¨¢ la tumba conocida como Long Barrow. Es un agradable y corto paseo desde la carretera. Si se tiene suerte, alg¨²n agricultor guas¨®n habr¨¢ trazado uno de esos dibujos en los campos de cereal que los rodean (los crop circles) y que inspiraron el filme Se?ales. En el barrow (t¨²mulo) no suele haber nadie. Impresiona tocar su piedra llevada all¨ª 3.600 a?os antes de Cristo.

A la vista, pero al otro lado de la carretera, queda Silbury Hill, una enigm¨¢tica colina de 40 metros de altura que nuestros antepasados m¨¢s remotos construyeron con min¨²sculas piedras de creta blanca. ?Para qu¨¦ se edific¨® este promontorio hace miles a?os? Nadie lo sabe. Se dice que fue un lugar de culto, la puerta a otro mundo. La han perforado por todas partes pero no se ha resuelto gran cosa, salvo que se trata de una construcci¨®n humana al estilo de las pir¨¢mides de Egipto. Pat Honeybond, quien regenta un encantador bed and breakfast en Hungerford, dice que hasta que impidieron escalarla para preservarla del deterioro que estaba sufriendo era uno de sus lugares predilectos de juego, y desde su altura bajaba chorreando por sus verdes laderas.

Un poco m¨¢s all¨¢, en direcci¨®n a Bath, est¨¢n los c¨ªrculos de piedra de Avebury. Pariente pobre de Stonehenge, es gratuito y conserva intacto un encanto rural, con reba?os de ovejas pastando y visitantes sentados con su espalda en los henges (bloques gran¨ªticos); algunos, imaginando, otros, tomando un tentempi¨¦. Aqu¨ª, uno puede transitar la inmensa trinchera circular que rodea estas enigm¨¢ticas construcciones, recorrer con aire dru¨ªdico el sendero ritual de las procesiones neol¨ªticas y observar los tres c¨ªrculos aqu¨ª levantados (las casas del pueblo lo interrumpen). No hay colas ni apenas turistas, salvo los fines de semana, ya que es un destino de los moteros brit¨¢nicos, cuya parada obligada es el pub The Red Lion (casi cada pueblo tiene un pub con este nombre) y los numerosos bed and breakfast de este pueblo. Junto a la gran trinchera se halla Tree Root Hill, un conjunto de magn¨ªficas hayas cuyas ra¨ªces forman un espect¨¢culo natural donde se puede dejar un mensaje en las ramas. El descuido ha destrozado las espectaculares ra¨ªces.

A 28 kil¨®metros, tomando la 361 hacia Devizes, se llega a Stonehenge. Las colas de gente y las filas de autobuses (incluso, el precio de la entrada, 7,50 euros) no deben disuadir a nadie. Una vez dentro del recinto y armado con la audiogu¨ªa, uno puede aislarse en la pradera mientras imagina c¨®mo fueron llevadas hasta all¨ª las piedras azules desde las monta?as Preseli o el origen y la utilidad del c¨ªrculo. Este es, sin duda, un lugar de poder. P¨¢rese y lo sentir¨¢. Los alrededores, cuajados de enterramientos, invitan a imaginar qu¨¦ llev¨® a levantar este sitio tan especial en las llanuras de Salisbury. Un detalle: los s¨¢ndwiches que hacen y venden diariamente en sus tenderetes son muy sabrosos.

04 Escenario de Harry Potter

Lacock Abbey

Lacock es un min¨²sculo pueblo medieval, monumento nacional, que ha sobrevivido intacto al paso del tiempo con su aspecto saj¨®n. Su calabozo para borrachos sigue abierto como en el siglo XIII, lo mismo que el granero comunal donde la poblaci¨®n dejaba el diezmo para la congregaci¨®n de la abad¨ªa o la iglesia, cuyo jard¨ªn guarda tumbas de hace un milenio. Los amantes de Harry Potter tienen aqu¨ª un templo: la magn¨ªfica abad¨ªa, en la que podr¨¢n ver retazos de Hogwarts: el claustro de la abad¨ªa es el del colegio de magos, y una de sus salas es la sala del espejo de Oesed (me lo explica mi hijo Mateo, lector de J. K. Rowling). Pero hay que preparar el bolsillo: la visita es cara (10,75 euros, los adultos, y 6,40 euros los ni?os). Si uno opta por echar el d¨ªa en Lacock, hay que pasar por The Sign of the Angel, y tomar t¨¦, scoones o lo que se tercie en su jard¨ªn trasero y as¨ª poder sentirse personaje de Orgullo y prejuicio o Moll Flanders, rodadas en parte en esta localidad.

05 El doctor Livingstone y los ba?os romanos

Bath

Pocos son los lugares que permanecen intactos a lo largo de los a?os y no se ven afectados por la uniformidad que impone el progreso. Bath ha decidido cuidarse como si cada d¨ªa sali¨¦ramos, como en el siglo XVIII , a recorrer sus calles y jardines en coche de tiro con cochero de sombrero de copa y levita. La arquitectura de Bath, de estilo Georgiano, es peculiar, pensada para organizar una ciudad amable para vivir y pasear. El recurso de los crescents -hileras semicirculares de casas individuales de dos pisos con jardines traseros y un enorme y despejado jard¨ªn en la fachada principal- es un bello signo de identidad de esta ciudad. Y el Royal Crescent (aqu¨ª vivi¨® el doctor Livingstone) es la magnificencia. El ambiente aristocr¨¢tico, cuidado y tranquilo es una experiencia para regalarse. Y mejor si es en una silla alquilada (una libra todo el d¨ªa) en Parade Gardens, con una taza de t¨¦ en la mano. Imprescindible si solo se va una vez a Bath es visitar lo que le da nombre a esta ciudad balneario: los ba?os romanos de aguas termales sanadoras que llevan fluyendo miles de a?os desde Mendip Hill hasta el balneario. El agua sabe realmente a rayos.

La ciudad es ideal para las compras, sin los agobios de Londres y algo m¨¢s barata, y para el paseo relajado. Jane Austen eligi¨® esta ciudad para residir tras un viaje de spa y es f¨¢cil imaginarse en Bath mientras se leen sus libros. Aqu¨ª tiene restaurante Jamie Oliver (un Jamie's Italian; www.jamieoliver.com), en Milsom Place, y se come especialmente bien en el italiano pegado al centro Jane Austen, en Gay Street. Todo muy interesante, aunque lo m¨¢s es pasear, mirar alrededor y so?ar que el coche de caballos ya estar¨¢ esperando para llevarnos de vuelta a casa una tarde m¨¢s.

06 Un poco de rey Arturo y una empanada de cordero

Winchester (y Tintagel)

Esto es casi cuesti¨®n de fe: ?la tabla redonda que se guarda en la catedral de Winchester es la tabla redonda del rey Arturo? La ciudad as¨ª la publicita, pero ya se sabe que no, que esta mesa redonda es del siglo XIII y que su bello aspecto actual es del XVI. El caso es que atrae turismo, y los paisanos, si se les pregunta, contestan a la gallega con un "si crees, bien, y si no, all¨¢ t¨²". El rastro de Arturo m¨¢s real est¨¢ lejos de all¨ª, a casi 300 kil¨®metros en coche hacia el oeste, en la costa norte de Cornualles, en un lugar m¨¢gico llamado Tintagel. En el castillo que se despe?a hacia el acantilado fue supuestamente concebido por arte de magia el m¨ªtico rey, gracias a la uni¨®n de Uther Pendrag¨®n (una leyenda sit¨²a su cuerpo en Stonehenge) e Yngrain.

El paseo es de belleza extrema, lo mismo que la playa bajo el castillo, con supuesta cueva de Merlin incluida. Las escaleras de esta semiisla dan pavor a primera vista. Prep¨¢rese y vaya comido: quiz¨¢, con una empanada de cordero tan t¨ªpica de Cornualles. El Pengenna Pasties, que se anuncia como el mejor obrador de estas empanadas, est¨¢ en el arranque del camino hacia el pe?¨®n de Tintagel, un lugar salvaje y desafiante.