Todo el pueblo es un hotel
ALDEAROQUETA, en el Maestrazgo, un refugio de tranquilidad rural y dise?o
Apenas se cuentan con los dedos de una mano los hoteles que en el mundo aprovechan por entero las ruinas de un pueblo abandonado. Las antiguas viviendas labriegas, las eras, los pajares, la iglesia, el pil¨®n... Aldearoqueta, en el Maestrazgo castellonense, es uno de ellos. Su refundador no tuvo que ser un previsible consultor tur¨ªstico, ni un diplomado MBA de ninguna universidad, sino aquel hippie campechano que se lo imagin¨® lleno de buenos amigos, fragante a campo, lejano al ruido mundano y terap¨¦utico para todo aquel que necesitara del aislamiento m¨¢s absoluto. Si a alguien hay que pedirle opini¨®n en Espa?a sobre el turismo rural es a Nacho Errando Mariscal, uno de los nueve hermanos Mariscal que hacen fotos, tocan jazz y dise?an cosas, como el pajarito zancudo que constituye el logotipo del proyecto hotelero, obra del hermano m¨¢s famoso, Javier Mariscal.
Aldearoqueta
PUNTUACI?N: 8
Categor¨ªa: sin clasificaci¨®n oficial.
Direcci¨®n: Mas d'En Roqueta, s/n. Culla (Castell¨®n).
Tel¨¦fono: 964 76 21 95.
Internet: www.aldearoqueta.com.
Instalaciones: jard¨ªn, piscina, bodega, sal¨®n, sala de banquetes y reuniones de empresa para 50 personas, sal¨®n de billar, tocadiscos de vinilos, bar, comedor.
Habitaciones: 18 suites j¨²nior, s¨¦nior, est¨¢ndar y gran suite.
Servicios: no hay habitaciones adaptadas para discapacitados, animales dom¨¦sticos permitidos, servicio de canguro.
Precios: desde 185 euros la suite, desayuno, IVA y cena para dos personas incluidos.
ARQUITECTURA: 7
DECORACI?N: 8
ESTADO DE CONSERVACI?N: 9
CONFORTABILIDAD HABITACIONES: 8
ASEOS: 8
AMBIENTE: 8
DESAYUNO: 8
ATENCI?N: 9
TRANQUILIDAD: 10
INSTALACIONES: 7
Quien se aventura de noche cerrada por los altos de Culla, con un fr¨ªo siempre que pela y un viento que tumba ¨¢rboles o lo que encuentre en su camino, quedar¨¢ reconfortado al introducirse por el an¨®nimo zagu¨¢n de la masada y recibir una primera sensaci¨®n de hogar entra?able, de olor a pan caliente, con la cena que espera tras los cristales. Errando sale desmelenado de la cocina y saluda al hu¨¦sped reci¨¦n llegado con un plato, su plato, en la mano. Esto no es un hotel, se excusa. Es un pueblo, y aqu¨ª las cosas funcionan como en cualquier pueblo. Por ejemplo, los horarios son de nueve a nueve. A las nueve de la ma?ana se sirve el desayuno, hasta la hora que se quiera. A las nueve de la noche se sirve la cena. Pero si alguien llega a las tres de la madrugada, tranquilo, que no se va de vac¨ªo a la cama.
Piedra, barro y madera
Gastronom¨ªa. Tranquilidad. Atenci¨®n familiar. Estos son los atractivos de Aldearoqueta, sin olvido del inconmensurable paisaje que dibuja sobre los tejados las crester¨ªas del Esparraguera. La arquitectura hace lo dem¨¢s. Un n¨²cleo pintoresco de viviendas construidas en piedra, barro cocido y madera de otras ¨¦pocas que anteceden unos interiores con toques de dise?o contempor¨¢neo. C¨®modos sof¨¢s de piel, paredes tintadas en rojo, muebles sencillos y esquem¨¢ticos... Las 18 suites, con terraza o porche orientados al valle, sintetizan lo que tiene de r¨²stico el lugar y la apetencia del hu¨¦sped por lo utilitario. Eso s¨ª, sin tel¨¦fono, ni televisi¨®n, por una cuesti¨®n de principios. Las hay de 30 metros cuadrados y tambi¨¦n de 70. Con pavimento de barro, piedra de Rodeno o yeso de Albarrac¨ªn. Unas se calientan por medio de una buena chimenea, otras se refrescan con terrazos y otras elevan la cama sobre un altillo. Cada una con su particularidad. Aunque los adictos al lujo sin duda preferir¨¢n la denominada Observatori, con terraza, chimenea y ba?era junto a la cama.
Desde que amanece en el pueblo no se escucha otro rumor que el de la brisa descolgada de la sierra, silbidos sobre los aleros y arpegios del agua en la fuente. Bueno, el rumor de la naturaleza y la voz de Nacho Errando como invitaci¨®n al hu¨¦sped a iniciar una conversaci¨®n sobre los placeres del turismo rural.
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