El cine la vuelve loca
La protagonista de ¡®Rec 3¡¯ disfruta con un recorrido que incluye el cine barcelon¨¦s Verdi Park y el videoclub S¨¦ptimo Arte
Leticia Dolera quer¨ªa ir al cine. A la primera sesi¨®n, la muy loca. Llegamos tarde y la actriz ya se hab¨ªa metido en la sala, que no era otra que el Verdi Park (Torrijos, 49; 932 38 79 00), expansi¨®n del cl¨¢sico cine Verdi, inaugurado cuando la cultura de cierto recorrido a¨²n parec¨ªa un negocio con posibilidades, adem¨¢s de tan placentero que no parec¨ªa ni un negocio. Esperamos en el vecino Salamb¨® (Torrijos, 51; 932 18 69 66), caf¨¦ de vocaci¨®n literaria abierto a principios de los noventa por el escritor Pedro Zarraluki. Cuando vemos a la gente salir del cine entramos a por ella. ?Qu¨¦ has visto? ¡°Rec 3, por supuesto¡±, bromea la actriz, protagonista de esta pel¨ªcula de terror. ¡°Soy de esas que a¨²n van al cine, claro, y los Verdi son una instituci¨®n. Adem¨¢s, por aqu¨ª hay un mont¨®n de cosas que se pueden hacer. De hecho, podr¨ªamos pasar por la casa de Jaume Balaguer¨°, que vive cerca¡±. Vamos. Pero no est¨¢ en casa. Con el hambre que le entra a uno cada vez que piensa en ir a casa de un amigo a saquearle la nevera, y este resulta que no est¨¢.
La protagonista de Un caf¨¦ en cada esquina nos propone entonces acercarnos a Pizzalabina (¡°as¨ª, desde fuera, no parece gran cosa, pero las pizzas est¨¢n buen¨ªsimas, lo juro¡±). El peculiar local mezcla lo ¨¢rabe con el insondable universo pizza, dos cl¨¢sicos de una zona que, antes de la llegada de las marcas de moda underground, delicatessen, las tiendas de cupcakes y dem¨¢s acometidas de la gentrificaci¨®n, parec¨ªa alimentarse esencialmente de kebabs y porciones de pizza. Paredes de obra vista, mesas est¨¢ndar y unos bancos bajo unos enormes ventanales. Desde ellos se observa el cada d¨ªa creciente tr¨¢fico de la calle de Verdi, que siempre ha sido una de las v¨ªas con m¨¢s encanto de Barcelona, casi un posicionamiento vital a favor de la cultura y el ocio independientes (el local se halla en el n¨²mero 40, esquina con la calle D¡¯Or; 932 17 44 75).
Leticia Dolera nos reta a que pidamos por ella, y en un alarde de superficialidad nos abandonamos a la pizza cuyos colores mejor van a quedar en la foto. ¡°?Qu¨¦ buena! Hab¨¦is acertado, ?eh?¡±, comenta mientras devora una pizza vegetariana (el amarillo del ma¨ªz ha sido un exitazo) que parece pesar m¨¢s que ella y que, sin duda, est¨¢ ocupando el lugar que parec¨ªa reservado a la cena que tiene m¨¢s tarde en el cercano restaurante japon¨¦s Kibuka (Verdi, 64; 934 15 92 17), toda una instituci¨®n en la zona. Entre bocado y bocado, la menuda actriz nos habla de lo divertido que fue rodar Rec 3, de que espera pronto dirigir otro corto de ciencia ficci¨®n y de c¨®mo, aunque parezca as¨ª de fr¨¢gil y mona, en el fondo, ella es uno de los chicos. Queda solo una porci¨®n de pizza. ¡°?No quer¨¦is?¡±. Ante la negativa, duda un momento entre pedir una caja para llevar o zamparse el ¨²ltimo pedazo. Opta por la segunda opci¨®n.
Un sue?o: dirigir un largo
¡°Esto del trabajo va como va. Una ¨¦poca ruedas mucho; otra, menos. A veces no te llegan cosas que te ilusionan, pero no hay que agobiarse nunca. Por eso creo que es bueno tener otros proyectos, y a m¨ª me gusta escribir y dirigir. En momento de inseguridades, me puse a escribir y me fue muy bien¡±, informa Dolera camino del caf¨¦ Camelia (Verdi, 79; 934 15 36 86), donde tiene previsto tomarse un t¨¦ con el fin de bajar la preciosa pizza que acaba de devorar. Nacida en Barcelona hace 30 a?os, Dolera se dio a conocer por su papel en Al salir de clase. Pas¨® por otras c¨¦lebres teleseries, como Hospital Central o Los Serrano. Particip¨® en ese fen¨®meno llamado El otro lado de la cama, y en 2010 sorprendi¨® llev¨¢ndose el premio al mejor corto de ficci¨®n en el Fantastic Fest de Austin con Lo siento, te quiero, dirigido por ella misma, con sus manitas. ¡°Hombre, pasar a hacer largos estar¨ªa muy bien, pero requiere mucho tiempo y financiaci¨®n. De momento me quedo con los cortos, creo que es un formato en el que a¨²n puedo hacer muchas cosas. De cualquier modo, me gusta mucho el cine, y dirigir un largo es un sue?o al que no quiero renunciar, pero no tengo prisa¡±, comenta ya sentada frente a ese deseado t¨¦ en el caf¨¦ Camelia. El entra?able lugar negocia la frontera entre lo mono y lo cursi con bastante elegancia y en ¨¦l sirven unas deliciosas tartas y tapas vegetarianas. Al fondo del establecimiento hay un patio lleno de plantas que es uno de los secretos mejor guardados de Gr¨¤cia.
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Sorbe Leticia su t¨¦ mientras habla sin parar, gesticula con unos brazos sorprendentemente largos y navega entre el titular promocional y la declaraci¨®n confesional con gracejo. ¡°?Qu¨¦ tal clienta es?¡±, le preguntamos. Y ella responde: ¡°Horrible. De verdad, horrible. Soy de las t¨ªpicas que se convierten en la pesadilla de los camareros: que si la leche as¨ª, que si el vaso as¨¢¡¡±. Dolera, enamorada de Par¨ªs y Londres, vive entre Barcelona y Madrid. Pocas cosas le gustan m¨¢s que dormir, comer y leer el peri¨®dico. ¡°Y bueno, si hay que salir, se sale, ?eh?¡±, aclara antes de ponernos a todos en marcha hacia la siguiente parada, que no es otra que el videoclub S¨¦ptimo Arte (Verdi, 78; 932 17 34 95), otra instituci¨®n del barrio. Orientado hacia el cine de autor, este negocio inaugurado hace una d¨¦cada tambi¨¦n ofrece la opci¨®n del alquiler digital. ¡°No es que sea yo mucho de alquilar pelis, pero hoy me apetece y hace mucho que no lo hago. Me voy a pillar una de miedo¡±, dice mientras recorre las estanter¨ªas llenas de obras de Herzog, Kurosawa o Jarmusch. Hemos vuelto a entrar en el territorio cine y la hemos vuelto a perder.
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