Idilio playero del norte
Refugio de artistas y escritores como Thomas Mann, la isla alemana de Sylt brilla por su discreta elegancia. Cestas de playa, ostras y encantadores hoteles de campo esperan a los veraneantes
Ya el nombre equivale a marca de lujo. Apenas 20.000 vecinos, 3.000 ovejas, 4 campos de golf, 9 estrellas Michelin, 34.000 euros el metro cuadrado. ?Qu¨¦ es lo que hace de la fr¨¢gil isla de Sylt (www.sylt-tourismus.de) un im¨¢n de coches deportivos, escritores y cineastas de fama y el discreto encanto del dinero? De tama?o viene a ser como Menorca de larga, pero mucho m¨¢s estrecha (adelgaza hasta alcanzar un talle de menos de un kil¨®metro). Es la gorra de Alemania, t¨ªmidamente zambullida en el mar del Norte; todo el litoral de acantilados, dunas y marismas que la envuelve es patrimonio mundial. Anta?o era pobre, y aislada ¡ªse conserva el s?l¡¯ring, un endiablado dialecto frisio¡ª, hasta que en 1927 se construy¨® el Hindenburgdamm (1), un cord¨®n umbilical de 11 kil¨®metros que la une (tren incluido) con el continente. Este para¨ªso de ricos, famosos y deportistas (con copas del mundo relacionadas con el surf) goza, sin embargo, de m¨¢s prestigio fuera que dentro de Alemania. Qu¨¦ mala es la envidia.
9.00 Caminando sobre olas
El tren y los coches llegan como espuma por el istmo artificial (1), si la marea est¨¢ alta; si est¨¢ baja, Sylt deja de ser isla. Se encarga de dar la bienvenida la (llam¨¦mosla) ciudad de Westerland (2); la m¨¢s grande y la m¨¢s fea, sus bloques de hormig¨®n se levantaron en pleno desarrollismo de los a?os setenta y ochenta. Para compensar el susto, puede uno iniciar la jornada con una sesi¨®n de wellness en alguno de los muchos spa de esta o la contigua poblaci¨®n de Wenningstedt-Braderup (3); el m¨¢s amplio y sofisticado, el Syltness Spa Center (www.syltnesscenter.de). O bien hacer lo que todo el mundo hace: pasear, a pie o en bicicleta, espantando ovejas y gaviotas, arropados por brezales y unas rosas silvestres de Siberia (rosa rugosa) que crecen como ortigas. Los n¨²cleos de Rantum (4), Archsum (5) y Morsum (6) brindan la estampa arquet¨ªpica y rural de la isla.
12.00 La guinda del pastel
El (llam¨¦mosle) pueblo de Keitum (7) es todo ¨¦l una pieza de museo, como si le sacaran brillo cada ma?ana. Da cosa hasta respirar. Sus calles empedradas se abren paso entre jardines insaciables, a veces rematados por las que llaman aqu¨ª ¡°casas de capit¨¢n¡±. Son las viviendas que los marinos daneses y teutones se hac¨ªan construir para su retiro. Algunas muy antiguas, con la fecha en el dintel; son de piedra, o entramado de madera y ladrillo, con techos de b¨¢lago que resisten bien las lluvias hasta unos treinta a?os. En la iglesia de St. Severin, que es del siglo XII y clon de las vecinas danesas, se celebran m¨¢s conciertos de ¨®rgano que misas. Hay en Keitum un museo que parece cosa de nada por fuera, pero una vez dentro no se acaba nunca, de todo tiene: artilugios marinos, caza de ballenas, trajes, muebles y cachivaches de la vida isle?a tradicional... No faltan las galer¨ªas de arte y tiendas de capricho. Un tentempi¨¦ (o algo m¨¢s) de sabor marinero puede despacharse en Fisch Fiete (Weidemannweg, 3). El caf¨¦ (o mejor, la merienda) es casi obligado reservarlo para la Kleine Teestube (Westerh?rn, 2), un antiguo b¨²nker de guerra recrecido con jardines y terrazas sobre el acantilado, muy concurrido, con tartas y delicias irrenunciables.
15.00 Protegidos del viento
En el extremo norte, en torno a List (8), est¨¢n los paisajes de dunas m¨¢s alucinantes (tambi¨¦n el interior de la isla, m¨¢s de un tercio, est¨¢ protegido). Hay dos dunas gigantes, m¨®viles, de un kil¨®metro de largo y 35 metros de altura. Las playas son de pago. Anchas y bonitas, pero poco aconsejables para el ba?o; la gente prefiere pasear, o descansar protegi¨¦ndose del viento en las caritativas k?rbe (cestos), que son como un kit de supervivencia, con cajones incluidos. Estos paisajes parecen de pel¨ªcula rom¨¢ntica. Se han rodado bastantes, y en algunas alcanzan protagonismo; como en El escritor (The ghost writer, 2010), que Roman Polanski rod¨® cuando se escond¨ªa en Suiza, pero tuvo que montar desde la c¨¢rcel. En List est¨¢ el ¨²nico criadero de ostras de Sylt; cultivan en torno al mill¨®n de ejemplares, unas ochenta toneladas. Para comerlas, como quien dice, in situ: Austern Meyer, el bistr¨® de la propia factor¨ªa (www.sylter-royal.de).
17.00 Creadores como cabras
Kampen (9), un poco m¨¢s al sur, es el pueblo de los artistas. Aqu¨ª ven¨ªan desde principios del siglo XX, buscando calma y naturaleza, novelistas como Thomas Mann, dramaturgos como Max Frisch, pintores como el expresionista Erich Heckel, editores de peso como Ernst Rowohlt, Peter Suhrkamp, Axel Springer o Ferdinand Avenarius... En recuerdo de todos ellos se ha creado el sendero de los artistas (Kampen Kunstfad), un recorrido jalonado por 22 placas de bronce (que llegar¨¢n a 30) dedicadas cada una a un personaje. El m¨¢s peculiar de todos: Valeska Gert. Esta bailarina cl¨¢sica que hab¨ªa triunfado en los mejores escenarios del mundo se retir¨® a Kampen y abri¨® all¨ª su c¨¦lebre Ziegenstall (establo de cabras; en alem¨¢n tambi¨¦n se asocia a cabras con chiflados), un tugurio bohemio con precios disparatados; cuando Valeska muri¨®, en 1978, el establo se vendi¨® a una inmobiliaria (pueden verse los pecios en el museo de Keitum). Kampen focaliza muchos de los eventos culturales de la isla (veranos musicales, Meerkabarett, encuentros literarios como kunst:raum sylt quelle). A las afueras del pueblo, frente a la costa, est¨¢ la monta?a m¨¢s alta de Sylt: ?52 metros! Se llama Uwe y tiene un mirador.
20.00 Noche escondida
{ "active": true, "align": "right", "code": "LOC12667", "elementType": "offerExtension", "id": 15, "latitude": 54.861765, "longitude": 8.411139, "name": "SYLT-OST (SYLT)", "service": "rumbo" }
Entre Kampen y Keitum se reparten la mayor¨ªa de los 200 restaurantes y locales a cuyas puertas crecen como setas los deportivos de lujo. Hay de todo, desde lo que la gente elegante de aqu¨ª entiende por chiringuitos (con tapas y g¨¦nero marino, como las ostras locales, arenques frescos, caballa del norte) hasta rincones exquisitos distinguidos por las gu¨ªas Michelin y Gault Millau, y regentados por cocineros de post¨ªn. Como el S?l¡¯ring Hof (10) (Am Sandwall, 1; www.soelring-hof.de), del chef Johannes King, en Rantum; el Wonnemeyer (11) (www.wonnemeyer.de), de Britta Wonneberger y R¨¹diger Meyer, en Wenningstedt (Am Strand, 1), o el Benen-Diken-Hof (12) (www.benen-diken-hof.de; Keitumer S¨¹derstrasse, 3), de la familia Johannsen, en Keitum; todos ellos son tambi¨¦n hoteles. En el extremo sur de la isla, en H?rnung, el restaurante y (nov¨ªsimo) hotel de playa Str?nholt (13) (www.stroenholt.de; Fernsicht, 1) es un dechado de buen gusto, art¨ªstico y culinario. Los bares de copas echan temprano el cierre, pero algunos se mudan a una trastienda-club m¨¢s discreta que aguanta hasta las tantas de la madrugada; como Gog?rtchen (14), en Kampen (Str?nwai, 12), que es sin duda el mejor de la isla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.