Una mesa de operaciones de 190 a?os en Londres
En esta ciudad se puede visitar en una buhardilla uno de los quir¨®fanos m¨¢s antiguos del mundo
Londres es una ciudad de secretos. No importa cu¨¢ntas veces la hayas explorado: cuando menos te lo esperas, en una callejuela de aspecto tranquilo, aparece una de esas puertas misteriosas que conducen a algunos de los espacios m¨¢s peculiares de la urbe.
A solo dos minutos del Puente de Londres, el Old Operating Theatre (9a Saint Thomas Street) constituye un ejemplo perfecto de lugar desconocido, a¨²n cuando se cumplen ahora 50 a?os de su apertura al p¨²blico. Anunciado por una calavera que cuelga de una torre, esta buhardilla de una iglesia barroca conserva intacta una de las salas de operaciones m¨¢s antiguas del mundo (data de 1822) y una botica donde se guardan todav¨ªa las ra¨ªces y plantas que se usaban para elaborar recetas como el agua de caracoles, un preparado para curar enfermedades ven¨¦reas a base del molusco gaster¨®podo.
Bajo las vigas le?osas del tejado a dos aguas, uno siente una mezcla extra?a de calidez y horror. El aroma de hierbas secas de cientos de a?os ha impregnado el ¨¢tico de un olor silvestre, sin embargo, la sala contigua recuerda con instrumentos originales la agon¨ªa de los pacientes, que se somet¨ªan a operaciones sin anestesia.
De hecho, la pericia de los cirujanos consist¨ªa en aprender a cortar con rapidez. Frente a una grada llena de estudiantes que a menudo ped¨ªan a gritos que los ayudantes movieran la cabeza para no perderse detalle, el paciente solo recib¨ªa alcohol o alg¨²n opi¨¢ceo incapaz de dormirle. La anestesia no se us¨® por primera vez hasta 1846 y la noci¨®n de la necesidad de desinfectar todos los utensilios o lavarse las manos no se extendi¨® hasta incluso m¨¢s tarde.
El poeta John Keats, uno de los aprendices de esta escuela, no lleg¨® a conocer estos avances. Con el t¨ªtulo de cirujano-boticario, sus profesores lo recuerdan como poco habilidoso y, en alg¨²n caso, ¡°sordo como una tapia y sin demasiado cerebro¡±. Aunque uno se pregunta si no ser¨ªa su experiencia en esta sala lo que le llev¨® a buscar otra profesi¨®n m¨¢s apacible.
La buhardilla del Old Operating Theatre es uno de esos espacios extra?os que quiz¨¢ permanecen mejor en secreto. Al contrario que otros enclaves hist¨®ricos m¨¢s conocidos, la atm¨®sfera no se ha supeditado a las comodidades modernas del museo convencional. Su entrada, a trav¨¦s de una escalera de caracol para contorsionistas, sigue intacta para poder imaginar la vida de esos boticarios, conocedores de los secretos de las hierbas y pieles de animales que cuelgan del techo. O de los cirujanos, con sus batas manchadas de sangre reseca. Los utensilios y materiales ¡ªprobetas, pipetas, semillas de an¨ªs, jarros para sanguijuelas¡ª se amontonan tambi¨¦n con su vida propia. Un recuerdo de ese esp¨ªritu un tanto m¨¢gico de la medicina que casi hemos olvidado.
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