Buciero, del monte a las anchoas
Las playas de Laredo, Santo?a y Berria se unen a los senderos de una monta?a prodigiosa
Encarando el norte, parece una mujer parturienta con las piernas metidas en el agua, la panza preparada para dar a luz, los senos en punta, la cabeza recostada hacia atr¨¢s, previa al acoso del dolor, en la bah¨ªa¡ Pero, adem¨¢s de provocar ese tipo de extra?os ensue?os, el m¨ªtico monte Buciero posee muchas aristas, miles de perfiles cambiantes que responden tanto a su coqueter¨ªa como a la luz y a los tonos de cada amanecer y cada atardecer. Por no hablar de su apabullante historia.
Este terru?o dulce y altivo que cae sobre el oleaje martilleante del Cant¨¢brico forma un eje fascinante entre el mar abierto a Inglaterra y la bah¨ªa que acoge Santo?a, Laredo, Argo?os, Escalante y Colindres por la desembocadura del r¨ªo As¨®n. Posee tal fuerza magn¨¦tica en todo el litoral que se avista en d¨ªas claros desde el monte Igueldo, en San Sebasti¨¢n. Su personalidad es de tal magnitud que sobresale entre las protuberancias de la costa por derecho propio, con un aspecto extra?o, como trasplantado de la Liguria italiana a Espa?a.
Pero no solo su orograf¨ªa llama la atenci¨®n. Tambi¨¦n su historia. Desde que el hombre es hombre encontr¨® refugio en sus orificios a resguardo del viento y las humedades. Perviven restos de vida del periodo magdaleniense en cuevas como las del Perro o del Fraile, con yacimientos ahora investigados por los responsables de prehistoria y arqueolog¨ªa de la Universidad de Cantabria. Las cuevas est¨¢n por todas partes, en lo alto del monte, y en la base, conformando un esqueleto de rocas adelgazadas constantemente por la erosi¨®n de los elementos, donde acude a pescar pulpos, mejillones y quisquillas toda la chavaler¨ªa de los alrededores provista de rede?os y cubos donde guardar las capturas.
Tirando del hilo prehist¨®rico hasta Roma, a sus faldas, el imperio construy¨® muy probablemente el Portus Victoriae ¡ªenmarcado por varios historiadores en lo que hoy es Santo?a¡ª como lugar estrat¨¦gico en el comercio con las Galias.
El Buciero es ese lugar m¨¢gico constantemente amamantado por el rumor del mar. Entre sus acantilados se han atizado naufragios, desgracias que no han podido evitar ni siquiera la posici¨®n de sus dos faros, el del Pescador ¡ªhoy convertido en museo, con pinturas de Eduardo Sanz¡ª y el del Caballo, al que es preciso acceder atl¨¦ticamente bajando sus m¨¢s de 700 escalones.
Hoy es un cruce de rutas para bien de senderistas y peregrinos del camino de Santiago por el norte. Aunque muchos causen penosos deterioros constantemente denunciados en la red gracias a la labor de Bucierovidasalvaje, vigilantes en permanente estado de guardia en pos del monte, con un ojo avizor en la porquer¨ªa y los desechos de los turistas menos sensibles y otro en los desmanes y los atentados que se cometen contra su patrimonio civil y militar, plagado como est¨¢ de fuertes y polvorines.
La brisa por encima de sus bosques de encinas, laureles, madro?os; de hayas, acebos, avellanos, y la permanente presencia sonora de las corrientes bajo sus faldas lo convierten en un espacio irreal, extra?o, embrujado. Desde los romanos, la obsesi¨®n por su control es constante. Las bater¨ªas de la edad moderna en sus lomas preven¨ªan los acosos y ataques de ingleses y franceses. Fueron sus paredes las que avist¨® en su ¨²ltimo viaje mar¨ªtimo Carlos V. El viejo emperador, que retornaba a Espa?a camino de Yuste, entr¨® a su abrigo en la bah¨ªa que le har¨ªa desembarcar en Laredo acompa?ado de su amante, Barbara de Bloomberg. All¨ª dej¨® el gobernante a la madama, madre de Jerom¨ªn ¡ªJuan de Austria¡ª y all¨ª, bajo el monte, est¨¢ enterrada, en el monasterio de Montehano.
Tierra de asalto
Las tropas napole¨®nicas se establecieron en sus lomas durante su conquista del sur hacia 1812, conscientes de que su magn¨ªfica vista hacia el mar y la cordillera les otorgar¨ªa un lugar de control seguro. Fue el mismo emperador quien mand¨® construir un fuerte que hoy lleva su nombre. Pero no es el ¨²nico. El de San Carlos y San Mart¨ªn, anteriores, del siglo XVII, rodean su contorno y multiplican su importancia como tierra de asalto permanente.
Otra fortificaci¨®n se encuentra al noroeste, esta vez en forma carcelaria. La prisi¨®n de El Dueso, hoy todav¨ªa abierta, reposa con vistas hacia la playa de Berria y la marisma, con todo lo que eso debe suponer de suplicio para los reclusos. Construida en 1907, est¨¢ rodeada por una muralla infranqueable de la que nunca nadie logr¨® escapar.
Santo?a y Berria, playa para elegidos, humanizan el Buciero. La primera es poblaci¨®n marinera, ruda y de fuerte personalidad. Orgullosa y festiva, posee un alma de supervivencia constante y un car¨¢cter que le hace inventarse tanto palabras propias como industrias florecientes, caso de la conserva y la anchoa como producto de lujo. La segunda es un refugio que se asemeja a un acorde¨®n por la fuerza de sus mareas, que la estiran, seg¨²n les d¨¦, 300 o 400 metros entre las dunas y la orilla.
Otro cantar es la marisma. Seg¨²n los reflejos, puede ser un manto de plata o una olla humeante a expensas de la bruma donde habitan de manera n¨®mada, en su paso del norte a zonas m¨¢s c¨¢lidas, las m¨¢s de 120 especies de aves migratorias, adem¨¢s de marinas, que la convierten en reserva natural.
El olor intenso a salaz¨®n y salitre penetra todo su entorno desde la carretera de los puentes y llega a lo alto del monte, hasta la cruz de la Pe?a Ganzo, que corona la cima. Es el terco perfume que poseen los lugares elegidos, los llamados a ser car¨¢cter y leyenda de un espacio marcado, como el m¨ªtico monte Buciero.
Gu¨ªa
Dormir
Comer
Informaci¨®n
? Juan de la Cosa (www.hoteljuandelacosa.com; 942 661 238). Avenida de la playa de Berria, 14. Berria. La doble, desde 64 euros.
? San Rom¨¢n de Escalante (www.sanromandeescalante.com; 942 67 77 28). Carretera de Escalante a Castillo, 2. Escalante. La doble, a partir de 136 euros.
? Emilia. Almirante Carrero Blanco. Santo?a. Unos 20 euros. Bonito y sardinas a la brasa.
? La Traina. Barrio de Ancillo, 35. Argo?os. Unos 30 euros. Marisco y pescados.
? Turismo de Santo?a (942 66 00 66; www.turismosantona.com).
? Turismo de Cantabria (902 11 11 12; www.turismodecantabria.com).
? Club de Calidad Cantabria Infinita (www.clubcalidadcantabriainfinita.es).
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