Reconstruyendo a Proust en Par¨ªs
El noventa aniversario de su muerte reaviva en Francia el recuerdo del autor de 'En busca del tiempo perdido'
La Historia suele resarcir las injusticias de forma discreta. Una alargada escultura de un capit¨¢n del ej¨¦rcito franc¨¦s sostiene una espada rota mientras los despistados transe¨²ntes pasean, sin apenas advertir su existencia, por el Boulevard Raspail, en el distrito VI de Par¨ªs. En realidad no hay motivo para detenerse en ella. Esta ciudad es un cruce constante de leyendas grabadas en placas y monumentos, en puentes y obeliscos. Muchas de ellas reposan en el anonimato.
La estatua a la que casi nadie pone atenci¨®n representa al oficial Alfred Dreyfus, acusado de espionaje y desterrado injustamente en 1894, debido a su origen jud¨ªo, a la Isla del Diablo en la Guayana francesa. La cr¨®nica del conocido asunto Dreyfus forma parte de En busca del tiempo perdido, una suerte de catedral de m¨¢s de 3.000 p¨¢ginas donde Marcel Proust quiso explorar los entresijos de la memoria. El pasado noviembre se cumplieron 90 a?os de la muerte del escritor y las librer¨ªas francesas han dispuesto en sus anaqueles reediciones y estudios sobre la obra (incluido un librito con poemas in¨¦ditos y la detectivesca Le manteau de Proust, historia que va tras el rastro de su famoso abrigo).
El novelista parisiense escrib¨ªa sentado en su cama sobre unos folios a los que iba a?adiendo peque?os recortes de papel con correcciones y anotaciones al margen. El resultado era algo as¨ª como un collage en clave de rompecabezas. El Museo de las Cartas y Manuscritos, situado en pleno Boulevard Saint Germain, exhibe las pruebas de imprenta de algunas p¨¢ginas de uno de los cap¨ªtulos de la novela: A la sombra de las muchachas en flor. El proceso de reescritura se puede ver con detalle. Tambi¨¦n hay cartas y libros con dedicatorias, adem¨¢s de una exposici¨®n permanente dedicada a la correspondencia de tipos tan diferentes como el General De Gaulle o Freud.
A escasos metros del museo est¨¢ la rue du Bac, calle de galer¨ªas de arte, tiendas y restaurantes, y que recoge sus nombre de las peque?as barcas en que ¡°las monjas de otro tiempo, las Miramiones, iban a los oficios en Notre-Dame¡± (El tiempo recobrado).
Siguiendo esta calle en direcci¨®n hacia el Sena y bordeando el r¨ªo hasta el Quai des Grands Agustins, se llega en pocos minutos al restaurante Lap¨¦rouse. Charles Swann, personaje seminal en la obra, estudioso de Vermeer y celoso consumado, era un cliente asiduo: ¡°Algunos d¨ªas, en lugar de quedarse en casa, almorzaba en un restaurante bastante cercano, que antes apreciaba por su buena cocina y al que ahora s¨®lo iba por una de esas razones a un tiempo m¨ªsticas y rid¨ªculas que suelen calificarse de novelescas: porque ese restaurante llevaba el mismo nombre que la calle donde viv¨ªa Odette: Lap¨¦rouse 110¡± (Por el camino de Swann).
El Museo Carnavalet, en el c¨¦ntrico barrio Le Marais, conserva parte importante de la memoria de la capital francesa. Entre tapices con escenas caballerescas y recuerdos de tipo her¨¢ldico hay un espacio reservado para un curioso mobiliario, compuesto por una cama, un bast¨®n de petimetre a sus pies que hace de puente con un escritorio, y una serie de enseres personales. Se trata de los objetos que amueblaron las ¨²ltimas habitaciones del escritor, como la del Bulevar Hausseman, famosa por el aislamiento de corcho con que la forr¨® para evitar el ajetreo de la calle.
El Museo la ha dispuesto de forma id¨¦ntica a como estaba en el 44 de la rue de l'Amiral Hamelin, su ¨²ltimo domicilio, ubicado en el distrito XVI de Par¨ªs. En la fachada de este inmueble, ahora un hotel de tres estrellas no muy lejos de los Campos El¨ªseos, hay una placa que recuerda la fecha de su muerte: 18 de noviembre de 1922.
Clavados en medio del Bois de Boulogne hay dos restaurantes que, a pesar de las inevitables transformaciones, mantienen su nombre y fachada de los d¨ªas de la Belle ?poque: Le Pr¨¦s Catelan y Armenonvile. ¡°Otras veces, un suntuoso follaje designaba como una oriflama un lugar determinado. Y pod¨ªan distinguirse, como en un plano de colores, Armenonville, El Prado Catal¨¢n, Madrid, las orillas del lago y el hip¨®dromo¡± (Por el camino de Swann).
Los visitantes del cementerio P¨¨re Lachaise peregrinan en silencio por las callecitas opacas del que es acaso el campo santo m¨¢s conocido del mundo. Marcel Proust est¨¢ sepultado bajo una tumba adusta de m¨¢rmol negro, ubicada en la divisi¨®n 85. Muri¨® a los 51 a?os. El capit¨¢n Dreyfus, de quien Proust defendi¨® su causa con convicci¨®n, fue exculpado en 1906. La estatua de bronce con la que se le rinde tributo en el Boulevard Raspail tiene una placa con unas palabras en forma de epitafio que a¨²n resuenan en el tiempo: ¡°Si quieres que viva, haz que mi honor me sea devuelto¡± (Si tu veux que je vive, fais-moi rendre mon honneur).
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