Las h¨¦lices de Par¨ªs

Hay un lugar en Francia, al sur de Par¨ªs, en el que todav¨ªa vuelan p¨¢jaros de 1909. Un lugar en el que, una vez al a?o, centenares de aviones de h¨¦lice que han atravesado el cielo en todas las ¨¦pocas del siglo de la aviaci¨®n se re¨²nen para mostrar el esplendor de su plumaje. Le Temps des H¨¦lices de La Fert¨¦-Alais se ha convertido en la exhibici¨®n est¨¢tica y a¨¦rea m¨¢s espectacular de las que se celebran en la vieja Europa, y en una cita ineludible para todos aquellos que todav¨ªa miran al cielo cuando escuchan un motor sobre sus cabezas, o para quienes simplemente sienten una cierta curiosidad por la aviaci¨®n, su historia y sus pioneros. Si alguien todav¨ªa necesita una excusa para ir o volver a Par¨ªs, esta es perfecta. Un fin de semana aeron¨¢utico en la Ciudad de la Luz.

A?o tras a?o, desde 1972, m¨¢s de cincuenta mil aficionados se re¨²nen en el peque?o aer¨®dromo de Jean-Baptiste Salis, junto al pueblo de La Fert¨¦-Alais, 29 kil¨®metros al sur de la capital gala, para admirar los primeros aviones con los que el hombre desafi¨® la ley de la gravedad. Otro aliciente es la sopresa final con la que la organizaci¨®n premia al finalizar la jornada a los adictos al espect¨¢culo. En 2012, por ejemplo, la patrulla acrob¨¢tica francesa puso fin a la exhibici¨®n, despu¨¦s de ver a triplanos Sopwith Camel emulando las persecuciones de la I Guerra Mundial, Spitfires o Messerschmitt silbando a escasos metros del p¨²blico, a media docena de aviones sin motor haciendo figuras acrob¨¢ticas al ritmo de un vals de Johann Strauss o a escuadrillas enteras de North American o Yakovlev que hacen temblar el suelo al poner en marcha sus motores.

Homenaje a Salis

Los pr¨®ximos 18 y 19 de mayo ¡ªse celebra siempre el fin de semana anterior al lunes festivo de Pentecost¨¦s¡ª, la cita comenzar¨¢ con el despegue del Bleriot XI-2 P¨¦goud, que realiz¨® su primer vuelo el 23 de febrero de 1909. Un siglo y cuatro a?os despu¨¦s, el avi¨®n sigue en plena forma, como el resto de las cerca de 30 piezas ¨²nicas del museo volante del hombre que los restaur¨® y que puso en marcha el certamen, Jean-Baptiste Salis. De hecho, el fin de semana es un homenaje a Salis, ya fallecido, al que decenas de amigos con sus aviones hist¨®ricos se acercan no solo de diferentes pa¨ªses de Europa, sino tambi¨¦n de Estados Unidos, Australia y ?frica, para rendirle homenaje. Biniu, el nombre que adopt¨® al pasar a la Resistencia francesa, es sin¨®nimo de lucha por la libertad y por la aviaci¨®n al otro lado de los Pirineos. En 1942 disfraz¨® de aserradero el peque?o aer¨®dromo en el que se celebra el airshow (espect¨¢culo a¨¦reo) para facilitar el repostaje de las escuadrillas de los aliados contra Alemania.

El campo sigue all¨ª. Sus hangares de chapa corrugada semicircular y la pista de hierba se han convertido en todo un s¨ªmbolo de la libertad de Europa. En Francia, Reino Unido o Estados Unidos, la aviaci¨®n significa libertad y progreso, y los peque?os campos de aviaci¨®n son el humus en el que crece la actividad aeron¨¢utica. Winston Churchill dedic¨® a los pilotos de la Royal Air Force (la fuerza a¨¦rea brit¨¢nica) su famosa frase: ¡°Nunca tantos deberemos tanto a tan pocos¡±, despu¨¦s de la Batalla de Inglaterra, y desde entonces los peque?os campos de aviaci¨®n tienen incluso ventajas fiscales.

Qu¨¦ diferencia. En Espa?a pas¨® todo lo contrario. Gan¨® la aviaci¨®n franquista en la Guerra Civil y las consecuencias de ese hecho han dejado una pesada herencia para la aviaci¨®n general, lo que ha impedido el desarrollo normal del sector y ha supuesto la creaci¨®n de un modelo que pasa exclusivamente por la aviaci¨®n comercial y por construir superestructuras aeroportuarias con dinero p¨²blico a la espera de que llegue la actividad.

La Fert¨¦-Alais representa todo lo contrario. De los inicios modestos han llegado a la cima de la ingenier¨ªa, que en su d¨ªa supuso el dise?o del Concorde construido por el consorcio franco-brit¨¢nico que despu¨¦s alumbr¨® Airbus y sus modelos, el actual A-380 de dos pisos y el A-350, mayoritariamente en fibra de carbono.

En La Fert¨¦-Alais, bajo una peque?a carpa blanca, los familiares de Antoine de Saint Exup¨¦ry, el autor de El principito, muestran a quienes se acercan la otra cara de Antoine, la de piloto y autor de libros como Vuelo nocturno. En esa obra describe las duras condiciones de trabajo de los pioneros del correo postal en Argentina. Ahora el t¨ªtulo de aquel libro da nombre a una organizaci¨®n ben¨¦fica que financia proyectos sociales en el pa¨ªs sudamericano.

La Fert¨¦-Alais puede considerarse La Meca de la aviaci¨®n. Le Temps des H¨¦lices destaca asimismo por la buena organizaci¨®n. La entrada cuesta 22 euros (10 los ni?os) para todo el d¨ªa, m¨¢s otros 5 (2 los ni?os) para entrar al c¨¦sped vallado de la exposici¨®n est¨¢tica, abierta hasta el mediod¨ªa, dentro del mismo aer¨®dromo. A partir de las 13.30 empiezan los vuelos, hasta las 18.30. Repiten el mismo espect¨¢culo el s¨¢bado y el domingo por si la meteorolog¨ªa complica la exhibici¨®n uno de los d¨ªas.

Este a?o, en apenas tres semanas, los amigos de Salis van a conmemorar el centenario del vuelo de Roland Garros desde Par¨ªs hasta T¨²nez. ?l fue el primero en cruzar el Mediterr¨¢neo, y en la exposici¨®n est¨¢tica estar¨¢ el Bleriot con el que termin¨® el viaje. Lleg¨® de milagro. En su dep¨®sito solo quedaban cinco litros de combustible.

Eso s¨ª, el s¨¢bado hay que madrugar. Llegar al aer¨®dromo m¨¢s tarde de las nueve de la ma?ana significa esperar largas colas para acceder a los aparcamientos. Si despu¨¦s de visitar La Fert¨¦-Alais no est¨¢s saturado de aviones, el domingo por la ma?ana puedes visitar al norte de Par¨ªs el Museo del Aire en el aeropuerto de Le Burget. Hasta pronto, Jean-Baptiste.

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